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Sobre este blog

Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

Inesperada esperanza para la ciencia

Santiago Ramón y Cajal en su laboratorio

Joaquín Hortal / Luis Santamaría / Fernando Valladares

Nos encontramos ante un inesperado punto de inflexión. Hace poco más de una semana nos teníamos que contentar con celebrar que el gobierno de Mariano Rajoy hubiera conseguido sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado totalmente decepcionantes, al menos para la ciencia de nuestro país. Unos presupuestos que solo sirven para prolongar la larga agonía de nuestra I+D, y que de momento suponen una especie de “respiración asistida” por unos meses más, permitiendo “pequeñas” cosas como que científicos destacados que sacaron plaza el año pasado en el CSIC por fin pudieran incorporarse. O que en unos meses salgan por fin las convocatorias estatales de proyectos de investigación, aunque continúen con los bajos niveles de inversión que han ido ahogando poco a poco a la ciencia española. La alternativa era no tener convocatoria, un golpe seco en la nuca en lugar de las lentas vueltas del garrote vil que llevan estrangulando, especialmente en los últimos cinco años, a la hasta hace poco vibrante y en gran parte excelente comunidad científica española.

Mientras escribimos estas palabras, se ha formado una mayoría de urgencia para derrumbar al gobierno. En menos de 24 horas puede que tengamos un nuevo presidente del gobierno. Mientras que unos piden que se celebren elecciones de inmediato, el PSOE de Pedro Sánchez ha sido claro en decir que elecciones si, pero dentro de un tiempo que permita recomponer varias de las emergencias sociales que sufre el país. Algunas de estas emergencias son tan obvias como desbloquear la renovación en la cúpula de RTVE. Como apuntaba Cristina Narbona el miércoles en Carne Cruda, hay que ir a elecciones, pero elecciones libres con ciudadanos informados.

Hay muchas emergencias que atender, pero permitidnos un par de pinceladas de lo que un nuevo gobierno podría hacer por la ciencia española en lo que resta de 2018. Es cierto que uno de los principales cambios que necesitamos es una inversión mayor y, sobre todo, mejor estructurada en los Presupuestos Generales del Estado. Es decir, que no derive presupuesto a créditos blandos a empresas que en su mayor parte no se ejecutan, sino que apuntale el sistema público de I+D+i y empiece a recuperar la masa crítica que se ha perdido en estos años de recortes y rescates a la banca. Pero hay más cosas que se pueden hacer, incluso con los presupuestos ya aprobados por el PP en negociación con Ciudadanos, PNV y otros partidos regionales. Cosas, por tanto, que están mas próximas por requerir esa voluntad política de la que ha carecido el gobierno saliente.

Un ejemplo excepcional y clave lo encontramos en las recientes resoluciones de las convocatorias del Programa Estatal de Promoción del Talento y su Empleabilidad en I+D+i aparecidas esta misma semana. Con un nivel de competitividad superior al de las prestigiosas becas europeas Marie Sklodowska-Curie o los británicos NERC, los contratos Juan de la Cierva (en dos categorías) y Ramón y Cajal permiten recuperar o ir consolidando parte del talento investigador formado en nuestro país, atraer talento extranjero, y, en el caso de los contratos Ramón y Cajal, contratar a investigadores muy activos establecidos en España durante los últimos cinco-siete años, en lo que para muchos sería la antesala para su estabilización como profesores de universidad o científicos de los organismos públicos de investigación (OPIs). Y para nuestro país un auténtico cambio de tendencia en la sangría de los mejores investigadores postdoctorales.

Las resoluciones (disponibles aquí) de este año presentan una novedad importante. En lugar de listar 5 o 6 suplentes después de los 8-12 seleccionados para obtener el contrato en cada área temática, este año aparecen entre 20 y 35 suplentes en cada área. Sólo se nos ocurren dos posibles explicaciones para esta larga lista de reserva que incluye a los mejores científicos jóvenes. Una es que la Secretaría de Estado de I+D+i, o un grupo de funcionarios dentro de ella, ha decidido poner en evidencia la elevada calidad de los candidatos y la cantidad de talento que se está perdiendo. La otra es que ese mismo grupo de personas haya colocado un número elevado de suplentes para permitir que sean contratados mediante una modificación en la asignación presupuestaria a estos contratos. Por tanto, si la moción de censura da lugar a un cambio político real, el nuevo gobierno sólo tendría que reajustar la ejecución presupuestaria para duplicar o incluso triplicar el número de contratos que se conceden, otorgando algo mas que un balón de oxígeno a la maltrecha ciencia española. Obviamente, será necesario hacer importantes ajustes, pero considerando el bajo nivel de ejecución de los presupuestos de I+D+i de los años pasados, no debe ser difícil hacerlos si hay voluntad política.

Otro ejemplo de una acción efectiva para reflotar la I+D+i con muy poco coste real para las arcas del Estado seria corregir la compleja red de trámites administrativos y trabas burocráticas para ejecutar el gasto de presupuestos ya obtenidos y disponibles. Tal como se ha ido informando, los distintos OPIS han venido denunciando durante el último mes los problemas que tienen para ejecutar el presupuesto nacional y europeo que ya tienen concedido y que han obtenido en convocatorias abiertas y competitivas. Una serie de pequeños pero cruciales cambios administrativos pueden desatascar esta situación. Sin cambiar ninguna ley, bastaría con reorganizar los mecanismos administrativos para facilitar la ejecución del gasto, en lugar de obstaculizarla; y para ofrecer la seguridad jurídica de que no se utilizarán cambios de interpretaciones o normas para, aplicándolos retroactivamente, obligar a devolver el gasto ejecutado.

Hay mucho por hacer, mucho que aún se podría hacer durante 2018. Se abren nuevas esperanzas con este rápido cambio de escenario político. Hay un gran espacio de mejora para la I+D+i de nuestro país con un coste muy pequeño. Solo hace falta que el enfoque del gobierno cambie. Estaremos ahí para recordárselo. Con los dedos cruzados una vez más.

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