“Mientras los apicultores españoles tenemos el 80% de la miel en los almacenes” se importan otras de “pésima calidad”
Apicultores de toda España se han manifestado en Madrid y el próximo martes lo harán junto al conjunto de los agricultores y ganaderos en Toledo, para protestar por la profunda crisis que vive esta actividad, una de los más humildes y vulnerables de todo el sector primario. Ven impotentes cómo mientras Europa importa miel de otros países, ellos tienen la cosecha del pasado año sin vender.
Así se lamenta José Manuel Valverde, responsable de la Asociación de Apicultores de Cuenca: “Los apicultores profesionales dependemos del mercado de la miel, la UE produce en torno a 250.000 tonelada de miel al año y consumimos en torno 560.000 toneladas. Por eso, no deberíamos tener problemas para la venta porque en Europa somos deficitarios, la mitad de la miel que se consume en la UE viene de fuera”.
Sin embargo, la realidad que conoce muy bien es que se están vendiendo en Europa mieles de terceros países con una calidad muy inferior a la que se produce en España “mientras los apicultores españoles, según datos del Ministerio, tienen el 80 % de las mieles del año pasado en los almacenes porque nos las podemos vender, porque nuestros precios no son competitivos”, asegura José Manuel Valverde.
Según Valverde, estas mieles de terceros países vienen con análisis realizados en origen, “de los que no nos fiamos”, señala y, aunque todas las mieles tienen un 17,3% de arancel para poder entrar en la UE, la realidad es que a través de los convenios que se realicen entre la UE o el Estado Español con otros países estos aranceles se eliminan.
El sector considera que estas mieles no cumplen los estándares de calidad y la trazabilidad que tienen las que se producen aquí. “Nosotros no podemos tener en las mieles ningún residuo de antibiótico ni pesticidas, aquí cuando se detecta una miel que tiene algo de esto no se destina al consumo directo, sino se dirige a la industria, porque hay un reglamento europeo que regula los límites máximos residuales que deben cumplir las mieles que producimos”, asegura. “Y los límites máximos de una miel que viene de fuera son cero, pero sabemos que estas mieles que viene principalmente de China es imposible que vengan con cero pero no las podemos analizar”, dice.
Miel de laboratorio
Esta situación está tirando los precios en el mercado aunque la mayoría de la que se compra en las grandes superficies sea “de muy baja calidad, una miel prácticamente de laboratorio”, dice. Pero éstas tienen precios inferiores a dos euros, sin embargo “el coste de producción de un apicultor de Castilla-La Mancha o de España, según dice el Ministerio, es de 2,68 euros el kilo”, argumenta Valverde, precios con los que los apicultores de aquí no puede competir porque ni siquiera cubren costes. Por eso, “el 80 % de las mieles del año pasado estas en los almacenes porque nos las podemos vender, porque nuestros precios no son competitivos”.
La solución a todo esto no es simple. Las demandas para que el etiquetado recoja el porcentaje de miel cuando se trate de mezclas y no sólo la procedencia no es la única medida necesaria.
José Manuel Valverde señala que esta mezcla de mieles es una trampa que permite enmascarar, por ejemplo, mieles que tienen mayores porcentajes de sustancias residuales de las que permite la UE. “Cuando en la analítica de una miel con mezcla de mieles procedentes de terceros países sale cualquier tipo de pesticidas o antibióticos dicen que ellos no lo tenían que son las mieles europeas” con las que se mezcla, señala, además de que estas mieles vienen sin polen porque “a la miel no les puedes quitar el polen y si no lo tienen, eso ya no es miel”.
“Lo que está detrás del etiquetado es el negocio de la miel y contra eso luchamos. La realidad es que hacen la miel de forma semi-industrial, mieles que no tienen las mismas condiciones que tienen las nuestras”, dice taxativo.
Este negocio de la miel se refleja en la realidad de lo que ocurre. “En España se producen entre 31.000 y 32.000 toneladas del miel al año, pero aún teniendo el 80% de la nuestra en los almacenes sin vender, hemos exportado 52.000 toneladas de miel, porque la miel nuestra no la vendemos pero exportamos mieles de baja calidad”, con precios bajísimos, asegura.
Medidas
A su juicio contra esto se puede luchar de varias maneras, una de ellas es la de la calidad, la educación del consumidor, a través de una venta de proximidad y de las subvenciones porque si no “no vamos a poder subsistir”.
“Nosotros no podemos competir con las mieles de pésima calidad que están inundando el mercado”. Considera que se tiene que luchar con una calidad diferenciada, a través de las IGP (Indicación Geográfica Protegida) y de las Denominaciones de Origen. En Castilla-La Mancha está la DO Miel de la Alcarria y en Cuenca una marca colectiva, Miel de Cuenca, cuyos parámetros, según señala Valverde, son tan estrictos o más que los de la DO.
Los apicultores españoles envidian que el consumidor de otros países como Francia o Alemania sí conozca y consuma la miel de proximidad y sea capaz de pagar los precios de un producto propio de calidad. “Los franceses también compran las mieles de baja calidad en las grandes superficie pero absorben toda la producción de los apicultores franceses a través de este tipo de mercados de proximidad, ellos saben quiénes son los apicultores de la zona y compran los productos de calidad y lo están pagando a precios muy superiores, entre 15 y 24 euros el kilo de miel. Tienen esa mentalidad y esa educación para saber que esa alimentación de calidad tiene que tener un precio diferenciado”.
Respecto al consumidor, lo tiene claro: Tiene que saber que una buena miel no es la que está líquida como se vende en las grandes superficies. “Si se acostumbra a comprarla cristalizada sabrá que en todo momento come una miel de excelente calidad”, asegura.
Pero considera que la sociedad y la administración deben también ser consciente del trabajo que hacen los apicultores: “Los más humildes del sector somos los apicultores y somos los que estamos manteniendo entre el 90 y 95 por ciento de toda la flora silvestres y estamos dando el 75 por ciento de todos los alimentos porque somos los que nos encargamos de polinizar y esto la sociedad de alguna forma lo tienen que compensar”.
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