Trabajar en un entorno natural, en una industria rodeada de un bosque artificial con más de 3.600 árboles, entre ellos, algunos olivos y un madroño centenarios salvados de la tala. Eso es lo que sucede en la localidad alicantina de Castalla, donde tiene su sede Actiu, una empresa fundada en la década de 1950 por Vicent Berbegal que cuenta con una plantilla de 450 trabajadores y exporta mobiliario de oficina de diseño (sillas, mesas, armarios...) a 90 países.
Se trata de una empresa familiar que apuesta por la defensa del patrimonio natural y que tiene como filosofía la biofilia (conexión con la naturaleza), contar un entorno natural que favorece el ambiente laboral. Este planteamiento surge a finales del pasado siglo, cuando se planifica la construcción de las nuevas instalaciones de Actiu. A lo largo de 20 hectáreas, se diseñan los espacios de trabajo que están enmarcados en un entorno natural creado ex profeso que se desarrollará entre 2004 y 2008, una propuesta poco habitual en aquella época.
En el parque empresarial se plantan todo tipo de árboles, arbustos y plantas mediterráneas, como carrascas -algunas casi centenarias-, pinos o cipreses, además de naranjos, limoneros o palmeras. Pero también se recolocaron allí una decena de olivos de más de 230 años de vida rescatados de la tala a principios de siglo, cuando iban a ser retirados por las obras de la autovía A-7 en el tramo entre Alicante y Aloci, así como también un madroño de 650 años que estaba en una zona que iba a ser anegada por la construcción de una presa en Córdoba.
Este árbol tiene la peculiaridad de que parte de su tronco se ha secado, pero el resto ha logrado sobrevivir: “Donde hay muerte, también hay vida”, explica Soledat Berbegal, responsable de Marca de Actiu, en declaraciones a elDiario.es, y añade que esta filosofía de la empresa es “una apuesta por la vida”. “Estamos en una zona industrial, pero para construir no hay que destruir, señala: ”Debemos respetar la naturaleza“
El rescate de estos ejemplares tan antiguos es laborioso y minucioso, y requiere una inversión en torno a los 4.000 euros por unidad entre la extracción, el transporte en camión pluma y el trasplante por parte de personal cualificado en jardinería y biología, explica Berbegal, quien añade que están abiertos a estudiar nuevas 'adopciones' de árboles que se encuentren en una situación de riesgo: “Si nos enteramos de algún ejemplar que puede ser susceptible de ser trasplantado en Castalla, lo estudiaremos”.
Berbegal también comenta que, pese a que todo comenzó como una estrategia para “favorecer” la salud mental de los trabajadores, posteriormente todo se ha desarrollado de una forma más espontánea: “Lo que se consigue con este tipo de entornos relajantes es que la gente sea más creativa y, desde luego, teniendo en cuenta nuestra experiencia, vamos a seguir trabajando en esta línea, que nos hace ser mejores profesionales”.