Elia Barceló (Elda, Alicante, 1957) es un caso singular en el panorama literario español. Con 25 títulos de ficción traducidos a 18 idiomas y mas de 500.000 ejemplares vendidos, tiene más lectores fuera que dentro de nuestras fronteras, algo que se explica en parte por el hecho de residir en Innsbruk (Austria). Eso no significa que carezca de reconocimiento y proyección en España. De hecho, en 2015, recibió el Premio de la Crítica Literaria Valenciana por su libro de relatos, La Maga y otros cuentos crueles.
Con su último trabajo, El color del silencio, publicado recientemente por Roca, la autora busca la complicidad del lector español con un relato que abarca desde los albores de la guerra civil a la actualidad y que combina la resolución de un antiguo crimen con una denuncia de las miserias del franquismo.
La acción se desarrolla en tres tiempos. Los momentos previos a la sublevación franquista, la noche del 20 de julio de 1969 que el hombre llegó a la Luna y la actualidad. ¿Por qué precisamente esas tres momentos? “La historia que quería contar sobre la recuperación de la memoria y las heridas del pasado, tanto a nivel personal como familiar como nacional me llevaban directamente a hablar de la guerra civil como trasfondo porque es nuestra herida común, la peor curada y la que aún está por limpiar”, dice Barceló. “Pero lo he hecho con delicadeza, más con insinuaciones que con descripciones crudas. La llegada de la humanidad a la luna es, para mí, un momento crucial del siglo XX porque para muchos significó el comienzo del futuro, de la era de Acuario, del momento en que nuestra generación iba a tomar las riendas y a hacer un mundo mejor. Me equivoqué. Nos equivocamos. Ese futuro esplendoroso que deseábamos se torció en lo social, aunque en el aspecto técnico hayamos dado pasos de gigante. El presente era necesario para poder hablar del pasado y del futuro”.
Helena Guerrero, una artista plástica septuagenaria de éxito que vive en Australia, regresa a Madrid para asistir a la boda de su nieta. Allí, el hallazgo de unos papeles le lleva a reconstruir el pasado de su familia y resolver la misteriosa muerte de su hermana ocurrida muchos años atrás. ¿Que la protagonista sea una mujer mayor se puede interpretar como una reivindicación del papel de estas mujeres en la sociedad?
“No lo hice a propósito como reivindicación desde el principio”, responde Barceló. “Era necesario que Helena fuera mayor para poder haber vivido ciertas cosas que la historia necesitaba. Pero me fui dando cuenta de que era muy importante visibilizar a las mujeres de más de cincuenta años, que son personas fuertes, luchadoras, trabajadoras, con experiencia. Sin embargo, la sociedad les da de lado, las ignora, las aparta. Muy pronto empecé a darme cuenta de que, con mi novela, yo tenía la posibilidad de hacer algo en contra de esa injusticia”.
Uno de los puntos de partida de la trama es un hecho histórico que relata Ángel Viñas en su ensayo, La conspiración del general Franco en torno a la muerte del general Amado Balmes. En esa figura se inspira el personaje de Goyo, el padre de Helena, que según dice Barceló, le cae mejor como ser humano que la protagonista pese a su ideología fascista.
“Con el proceso de la novela, fui entendiendo también a Goyo, pese a que está tan lejos de mi forma de pensar”, comenta Barceló. “Tanto en la derecha como en la izquierda hay gente decente y gente deshonesta. No quiero caer en el cliché y, para eso, me parecía importante dibujar unos personajes lo más reales y complejos posibles, no marionetas que poder manejar ni personajes planos buenos o malos”.
El envejecimiento de la población, el cambio climático, los atentados yihadistas, las crecientes desigualdades sociales...¿Cuales son los temas que más le preocupan? “Todos esos y muchos más: la genética, la robótica, las inteligencias artificiales, la libertad del ser humano en un mundo controlado por monopolios gigantes, el desastre ecológico, la libertad de elegir una muerte digna, la violencia por razones religiosas. Soy escritora de ciencia ficción o literatura prospectiva y, por lo tanto, me interesa enormemente todo lo que vaya a afectar al futuro de nuestro planeta y de nuestra especie, y que está empezando ya. Ya Woody Allen dijo muy certeramente: 'Claro que me interesa el futuro. Es allí donde voy a pasar el resto de mi vida'”.
Para ella el futuro anuncia una jubilosa jubilación en la que piensa aprovechar la suerte de tener dos países, dos culturas y dos lenguas y seguir viviendo a caballo entre ambas. “Pero tengo previsto pasar más tiempo en mi tierra, entre Elda, Elche, Alicante y Santa Pola, donde están mis raíces, y los montes tienen nombre. Y luego volver a los Alpes y a mis dos hijos”. Mientras tanto echa de menos “el mar, el poder mirar al horizonte, a lo lejos, sin que haya una enorme montaña que te lo impida; me encanta nuestra vegetación maravillosa, la alegría de la gente, la lengua, el tapeo, las noches al aire libre”, concluye Elia Barceló.