“Es importante instalar renovables de forma masiva para no volver a esta crisis”
Dicen que si uno entiende el sistema de precios de la luz es porque no se lo han explicado bien. Pedro Fresco es una de las raras avis que en el Estado español es capaz de desentrañar el baile de cifras y de actores que influyen en el mercado energético, desde la producción hasta los movimientos políticos internacionales. Ha trabajado como analista en Agenda Pública y escrito dos libros sobre transición ecológica y el peso de la geopolítica en el mercado energético: El Nuevo Orden Verde (Barlin Libros) y El futuro de la energía en 100 preguntas (Nowtilus). Desde febrero de 2021, tras la reedición del acuerdo de Gobierno progresista en la Comunitat Valenciana, es director general de Transición Ecológica en la Conselleria Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica. Desde su despacho en la conselleria atiende a elDiario.es para explicar los intríngulis del mercado y las medidas a adoptar.
¿Qué está ocurriendo con el precio de la electricidad?
El gas natural ha subido mucho de precio, en parte por la crisis de la Covid que produjo una reducción de la demanda y una reducción de la producción. Ahora que sube la demanda no hay producción suficiente para satisfacerlo y eso está tensionando el precio, junto a otras causas políticas. ¿Por qué influye en la electricidad? Nosotros generamos electricidad con gas en un porcentaje menor, pero dada la forma por la que el mercado eléctrico marca el precio, en el sistema marginalista, la última unidad en entrar marca el precio. Con esta enorme subida del precio del gas, a la que se añade una subida del precio por emitir CO2 por unos planes de descarbonización más ambiciosos, empieza un sistema de especulación en los mercados: se compran derechos previendo una escasez.
El 70% de la energía se genera al mismo coste, pero como el último que entra marca el precio al triple que el año pasado, todo cuesta el triple. Es una desproporción obvia. El gas ha ido subiendo por una cuestión de carestía: se acerca el invierno, hay mas necesidad de gas, sube el precio. El gas vale lo que vale en el mercado internacional y tú no puedes hacer nada, pero el 70% de tu electricidad la generas con fuentes propias, que no dependen del gas, y se está incrementando el precio de toda esa generación. Es un problema de que el sistema de fijación de precios es disfuncional en crisis como la actual.
¿El otro problema es la demanda que no se cubre con fuentes propias?
Si tuviésemos muchas más renovables esto no pasaría, cubrirían esos llamados huecos térmicos -En España el gas y el carbón cubren la demanda a la que no llega la producción de nuclear, hidráulica y renovables-. Mientras haya hueco térmico, si los combustibles están disparados, el mercado se vuelve loco. Esto no pasaría o pasaría en horas puntuales, el precio medio sería mucho más bajo. Por eso es importante instalar renovables de forma masiva, porque esta situación pasará, pero en el futuro vendrá otra igual. En dos, tres, cinco años, volveremos a tener otro momento de repunte del precio del gas y volveremos a la misma situación.
¿Si la electricidad en nuestra legislación se considera un servicio esencial y un bien de interés general, por qué se permiten estas disfunciones?
El mercado se liberalizó en España en 1997. Este sistema de fijación de precios no es algo español, el mercado marginalista lo marca la Unión Europea, de ahí que el Gobierno tenga tantos problemas para marcar el precio. Se permite porque venimos de una época que empieza en los años ochenta, el neoliberalismo, que dice que lo privado es más eficiente que lo público y que los servicios públicos están mejor si se gestionan desde el punto de vista privado. Eso genera liberalizaciones, privatizaciones, desregulaciones y sistemas como el que vivimos. La primera vez que se aplica el sistema marginalista es en el Chile de Pinochet y el primer país que lo aplica en Europa es el Reino Unido de Margaret Thathcer. Lo comento para que veamos el modelo ideológico del sistema marginalista.
Una de las respuestas que se plantea es la de crear una eléctrica publica. ¿Puede garantizar un control sobre los precios o evitar esas distorsiones?
Realmente no. No bajaría el precio. En Francia, por ejemplo, la mayoría de las centrales son propiedad de una empresa con mayoría de participación pública. Lo que sí generaría es que si en una empresa pública tienes la energía hidroeléctrica y las renovables, que son las que generan más barato, esos beneficios repercutirían en el sector público: en el Estado, las comunidades autónomas, los vecinos... No cambiaría el precio porque las empresas públicas estarían obligadas a acudir al mercado con sus mismas lógicas. La idea es llevar los beneficios al sector público y bajar la concentración empresarial.
Supongo que podría tomar decisiones sobre la producción.
Sí, pero tendría que tomarlas por cuestiones de mercado. Y agua, por ejemplo, hay la que hay. Sí podría ser un agente que invirtiese en renovables, pero habría que ver qué tipo de empresa: si solo para gestionar o para hacer promociones renovables.
¿Falta planificación estatal en las renovables? Comentaba hace poco que hay un atasco con los expedientes.
No es que falte planificación, es que hemos empezado tarde. El ministerio sí hace subastas de renovables, el problema es que la primera fue en enero de 2021 y esas plantas aún no están activas. El problema viene de atrás. En España hay una gran instalación de renovables hasta prácticamente 2010, hasta la crisis, donde hubo un parón absoluto que ha durado prácticamente toda la década. Por culpa de ello vamos tarde en renovables.
¿Tiene que ver con el impuesto al sol?
El impuesto al sol está en medio de todo eso, pero aplicaba a los autoconsumidores. Era la guinda a todo esto. Tuvo poco efecto real, pero lo peor que ha creado es un terrible efecto psicológico por el que la población piensa que puede volver. Ha hecho más daño simbólico que en esencia.
Comentaba que las renovables son una buena alternativa tanto para el mercado como a nivel ambiental.
Las renovables son fundamentales por varias razones. La energía que genera más barato en España es la fotovoltaica y la segunda la eólica. Por su naturaleza, que es modulable, permite que entre todo tipo de actores: desde pequeñas instalaciones domésticas hasta pequeñas empresas que pueden invertir en parques eólicos y también grandes empresas, puede hacerse con poca inversión. Y son energías que ni generan contaminación atmosférica, ni CO2, ni residuos peligrosos; no tienen impacto más allá de su talón de Aquiles, que necesitan mucha superficie. No es un impacto ambiental por actividad, sino por ocupación de territorio.
¿Se puede resolver instalando sobre edificios o infraestructuras ya existentes?
Si llenamos todos los tejados aptos de España podríamos generar 65 teravatios; pero ahora mismo España consume, en todas las formas de energía, contando gasolina y gas, unos 1.000 teravatios por hora. Tenemos que ocupar superficie de territorio, que no sería mucha, pero sería necesario crear parques e instalar molinos eólicos. Además de establecer criterios de eficiencia energética para bajar el consumo.
Luego está el problema del almacenamiento.
Existen soluciones tecnológicas, algunas más competitivas que otras. Tenemos bombeos hidroeléctricos, como el que hay en Cortes del Pallás -un sistema de desnivel que genera energía con los embalses en un ciclo de agua cerrado-, que también se podría hacer con aire comprimido. Luego tienes las baterías, que hoy por hoy son caras, pero a medida que se vayan desarrollando serán más baratas y el hidrógeno, que no es lo más eficiente para almacenar, pero como se va a fomentar para la industria, puede servir a largo plazo. Hay otra manera que es el almacenamiento térmico: unas sales fundidas que a 400 grados se hacen líquidas y, en un tanque cerrado, aguantan varios días. Cuando necesitas liberar electricidad trasfieres este calor al agua, que se evapora y mueve una turbina. Hay muchas formas de almacenar.
Es lo que se trabaja para financiar con fondos europeos. ¿Cómo ve estas partidas?
Los fondos están para grandes proyectos, para los proyectos tractores, pero hay muchos también para economía pequeña. Desde la dirección general de Transición Ecológica vamos a gestionar un programa de fondos Next Generation para autoconsumo de particulares, ayuntamientos y tercer sector, con 16 millones de euros ampliables. Hay más programas para pequeñas empresas.
¿Qué ahorro puede suponer para una familia, administración o empresa tener instalaciones de autoconsumo?
Depende de lo que consumas y a las horas a las que consumas. Son rentables para una empresa, que lo amortiza en unos seis años. Para un particular pueden ser 10 años, pero con las ayudas de los Next Generation posiblemente nos vayamos a plazos que, entre la subvención y las deducciones fiscales, se puede amortizar en entre dos y cinco años.
Comentaba también la necesidad de mecanismos extraordinarios para frenar estas subidas de precio. ¿Cuáles serían?
Algo que ha hecho el Gobierno es reducir el dividendo de CO2 que cobran las tecnologías inframarginales. Si quién marca el precio paga por emitir CO2 y por tanto incrementa el coste al que oferta, indirectamente todas las tecnologías están recibiendo beneficios porque el CO2 está alto. Son los llamados beneficios caídos del cielo: no tienen que ver con tus costes pero, como quién marca el precio lo paga y lo incorpora, lo cobras. El Gobierno ha marcado que a las tecnologías de antes de 2003 se le reste parte del beneficio. Otra cuestión ya legislada es hacerlo también con el gas; si está tan alto que marca precios excesivos, recorta de esa subida en el ingreso. Ha sido polémico porque tiene un efecto indeseado sobre las renovables, pero se resolverá pronto.
No puedes permitir que porque una materia prima esté a niveles estratosféricos se altere el mercado como si el 100% de lo que consumieses fuera eso. Ya no es solo pensar en la pobreza energética, es que puedes arrasar la industria con estos precios. No puedes permitir que porque haya un sistema de fijación de precios que no está adaptado a la realidad de este mundo, que podría tener sentido en los noventa … Ahora tenemos energías renovables baratas, el precio del CO2, todo ha cambiado, así que el sistema tiene que cambiar. Este precio genera una transferencia de renta de los consumidores a los generadores: lo que antes valía 1 ahora vale 3 cuando los costes no han cambiado. Puede hacer inviable una actividad, generar desempleo. Tiene que existir un límite a partir del cual hay que intervenir. No puede ser que el precio de la electricidad pueda subir al infinito y no se pueda hacer nada. Es evidente que tiene que haber un límite para tomar una medida extraordinaria. A la vista de lo que puede venir en enero, con los problemas que puede haber en el gas en el invierno, el momento para actuar de forma excepcional y puntual es ahora. Y cuando esto pase hay que ir a la Unión Europea a pedir un cambio en el sistema de fijación de precios.
Hablamos de un mercado que es dependiente de combustibles fósiles que están controlados por países que no son de la Unión Europea.
Evidentemente hay una cuestión geopolítica. ¿Podemos dejar que nuestra economía esté sometida a ser hundida porque suben los combustibles fósiles? Si necesitamos gas, viene de fuera y está a un precio lo tenemos que comprar. Pero estamos cargando ese precio artificialmente a todo. Nos estamos fustigando.
Aquí se suma entonces la doctrina neoliberal, el mercado disfuncional, la dependencia energética del exterior y la falta de soberanía.
Es la tormenta energética perfecta. Ahora hay que adoptar mecanismos excepcionales y reflexionar en la Unión Europea sobre estos mecanismos. Y nosotros debemos generar mecanismos y mercados paralelos a este mercado marginalista. Tenemos suerte de que no haya subido a la vez el petróleo; si llega a subir como en 2008 la recuperación se arrasa. Tenemos que ser conscientes de que no se puede permitir esta volatilidad, esta dependencia extrema, por la que que cualquier evento geopolítico que ha pasado sucesivas veces, que son crisis cíclicas y volverán. Si no solucionamos en parte nuestra dependencia y estructuramos mecanismos para los precios lo volveremos a pasar mal.
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