Explotación laboral en un chalé durante el confinamiento: tres limpiadoras migrantes, estafadas con falsas promesas
Sin cobrar. Trabajando de sol a sol. Y maltratadas psicológicamente. Así estuvieron tres mujeres migrantes, trabajadoras del hogar, durante los meses de confinamiento en un chalé, de un matrimonio español, ubicado en la urbanización Loma de los Caballeros en el municipio de Godelleta . “A veces, cuando recuerdo lo que vivimos no doy crédito. Era como estar secuestradas. No nos dejaban salir del chalet ni para ir al supermercado con la excusa del confinamiento. Fue muy duro”, relata Sandra González (nombre ficticio para mantener su anonimato), quien trabajó cinco meses para esta pareja y de los cuales solo cobró uno de ellos el salario íntegro que le prometieron de 1.200 euros.
“Trabajábamos desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche, todos los días. Nos exigía igual aunque no nos pagara”, denuncia González. Esta angustiosa situación se logró revertir a finales de abril gracias a la rápida actuación de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y de los Cuidados (AIPHYC), la cual logró, con la ayuda de trabajadores sociales, psicólogos y abogadas de otras asociaciones, que la Guardia Civil y la Policía Nacional las rescatara para que pudieran salir de allí.
“Este tipo de casos pasan más de lo que nos imaginamos, pero por la situación de vulnerabilidad en que se encuentran estas mujeres deciden no denunciarlo. En este último caso se encontraban sin dinero, alejadas de la ciudad y en pleno estado de alarma”, explican responsables de AIPHYC en Valencia, quienes además animan a otras personas migrantes que estén sufriendo una vulneración sus derechos laborales a dar el paso.
Desde AIPHYC reconocen que el desconocimiento de los derechos de las personas migrantes conlleva a que “se juegue con su miedo” y que les “exploten con promesas falsas”. “Quiero dejar claro que, aunque no tengas la documentación en regla, no quiere decir que no tengas derechos laborales. Puedes denunciar y tienes derecho a pedir un abogado de oficio con tu pasaporte. A las personas que estén en situación irregular si necesitan asesoramiento les recomiendo que acudan a las ONGs”, subraya.
Este tipo de episodios que explican desde la asociación lo vivieron en primera persona Gónzalez, su hermana y otra compañera Isabel García (nombre también ficticio para preservar el anonimato) en el chalé donde trabajaron. Les tocó pasar allí el confinamiento ya que habían llegado meses antes. Vivieron juntas un infierno, aunque jamás lo habrían imaginado ya que según explica González al principio las trataba “como si fueran sus hijas” e incluso les compraba regalos como pendientes y vestidos.
González fue la primera en incorporarse como trabajadora del hogar en ese chalé a mediados de noviembre. Hasta entonces, estaba afincada en Zaragoza donde tenía otro trabajo: “En ese momento, tenía un salario muy bajo en Zaragoza. Encontré el anuncio de este chalé por Internet y vi que ofrecían 1.200 euros mensuales. Acordamos un contrato verbal y me desplacé a Godelleta”.
Hasta aquí todo iba en orden. Fue a partir de enero cuando empezó la pesadilla, mes en que empezaron a trabajar las otras dos compañeras: la hermana de González y su amiga García. “El plan de estafa que tenían en mente no lo podíamos llegar a sospechar porque, además, en diciembre me pagaron en mano delante de mis otras dos compañeras los 1.200 euros en metálico para que lo vieran”, indica González.
Los gritos y las exigencias llegaron con la entrada del nuevo año. “Las primeras semanas del mes de enero fueron muy agobiantes. Lo tenía todo bajo control. Teníamos que hacer la compra en menos de 15 minutos”, narra García, quien al igual que la hermana de González jamás llegó a cobrar ni una sola vez los 1.200 euros. A partir de enero, los únicos ingresos económicos que percibieron estas tres mujeres fueron 400 euros a principios de febrero y otros 400 en marzo.
“Cada día tenía una excusa diferente para no pagarnos. A finales de febrero argumentó que estaba en depresión y no se levantó de la cama durante ocho días. Y después nos decía que no podía ir al banco por el estado de alarma”, cuenta González. El agobio por no tener dinero hizo que García fuera una de las primeras en empezar a reclamarlo, una decisión que le conllevó problemas con la propietaria y con salud: “Yo empecé a presionarla por el dinero porque tenía que enviarlo a mis dos hijos que están en Honduras. Eso no le gusto y me empezó a fastidiar la vida. Sufrí varios ataques de ansiedad”, explica García quien a día de hoy sigue emocionándose cuando recuerda su estancia en aquel chalé.
“Una casa de estafadores”
Pero esta historia empezó mucho antes del confinamiento. Y es que la dirección de ese chalé ya la tenían fichada desde la asociación como “una casa de estafadores”, según indica desde AIPHYC, puesto que hace un año ya tuvieron que ayudar a otras tres mujeres, también migrantes, en ese mismo domicilio con los mismos problemas. La primera de ellas que se puso en contacto con la asociación fue Geovanna Bermúdez, quien define como “un trago amargo” su paso por aquel chalé hace ahora un año. Bermúdez no solo sufrió estafa por el salario, también la engañaron con el tema de sus papeles: “Me dijeron que si me portaba bien y les daba dinero, me podían conseguir mis papeles porque tenían amigos en la Policía en la sección de extranjería. Esos papeles nunca llegaron”, lamenta.
Su modus operandi
Todas las mujeres entrevistadas coinciden en que esta propietaria busca un perfil muy concreto para el puesto de trabajo que ofrece: mujeres latinas y sin papeles. “Quieren este tipo de perfil para poder despedirte cuando quieran. Yo cuando les dije que quería llevarlos a los tribunales me decían que no les podía hacer nada porque soy inmigrante”, recuerda Bermúdez.
Otro aspecto que corroboran todas es la inmediatez en la que vuelve a publicar el anuncio en Internet cuando se queda sin trabajadoras. De hecho, nada más abandonar el chalé en abril estas tres últimas mujeres aseguran que encontraron de nuevo el mismo anuncio publicado. eldiario.es ha contactado con informáticos para que busquen en el portal donde solía publicar el anuncio y a día de hoy no está, lo que indica que, seguramente tenga a nuevas internas ya contratadas. Asimismo, eldiario.es se ha puesto en contacto con la propietaria del chalé la cual ha querido desmentir todas las acusaciones vertidas contra ella. “Todo es mentira y no voy a hacer más declaraciones”, ha asegurado por teléfono.
Hasta la fecha desde la asociación AIPHYC tienen constancia de que, de momento, un total de siete mujeres han sido estafadas y explotadas laboralmente en el domicilio en cuestión. Pero temen que sean muchas más las que hayan pasado por esa situación anteriormente o lo estén viviendo ahora. Algunas de ellas han acudido a los tribunales para reclamar justicia por los daños causados así como por un posible caso de explotación laboral.
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