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Dos guardias civiles se enfrentan a ocho años de prisión por una detención ilegal en un control de alcoholemia

Control de alcoholemia de la Guardia Civil.

Lucas Marco

14 de enero de 2021 22:04 h

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Dos guardias civiles de Tráfico se han sentado este jueves en el banquillo de los acusados por los presuntos delitos de detención ilegal y falsedad en documento público. Los uniformados, que han declarado en una vista ante la sección cuarta de la Audiencia Provincial de València, se enfrentan a una petición de pena por parte de la Fiscalía de ocho años y medio de prisión para cada uno.

Los hechos se remontan a la mañana del lunes 29 de abril del 2019 cuando los agentes acusados pararon a un vehículo, en un control de alcoholemia instalado en la carretera CV-32 a la altura de Massalfassar (Valencia), cuyo conductor dio positivo en alcohol y cocaína. Una joven bajó del vehículo, muy alterada, pidiendo que los dejaran marchar porque era enfermera y llegaba tarde a trabajar. Uno de los guardias ha relatado que los jóvenes les insultaron en valenciano (“cabró, fill de puta”, ha recordado que les dijeron) y que, en repetidas ocasiones, los agentes les pidieron que se retiraran de la calzada al ser una vía con mucho tráfico. El novio de la enfermera acudió, según su versión, a calmar a la joven.

La versión de los motoristas de la Guardia Civil difiere radicalmente y aseguran que el joven “hizo aspavientos” y, en un momento dado de la discusión, “golpeó el pecho” del agente. Mientras trataban de esposarlo, el agente cayó con el joven y sufrió una herida en el brazo. Su compañero aseguraba que su teléfono móvil resultó dañado, aunque no participó directamente en la reducción del joven.

El guardia que redactó el atestado ha reconocido que el texto tenía algunas carencias pero asegura que no lo hizo “con intención de mentir”. El agente que detuvo al joven ha contado que los ocupantes del vehículo, a excepción del conductor, “se portaron como auténticos energúmenos”, profiriendo insultos constantes. La fiscal le ha reprochado que no incluyeran la supuesta actitud irrespetuosa de los jóvenes en la diligencia por desobediencia grave y atentado. “No estamos acostumbrados a hacer las diligencias y no pensaba que por una alcoholemia iba a acabar aquí”, ha respondido el uniformado, que ha insistido en que no tuvo intención alguna de mentir.

El joven detenido, que fue finalmente absuelto de los cargos que se le imputaban por un juzgado de instrucción de Massamagrell, ha negado que insultara al agente y sostiene que únicamente procedió a separar a su compañera sentimental mientras decía “a fer la mà” (a hacer puñetas, en castellano). El joven ha asegurado que en ningún momento opuso resistencia durante la detención y ha negado que hubiese bebido aquella madrugada. La novia del joven detenido ha declarado que se puso nerviosa porque tenía que ir a trabajar y que su compañero se limitó a separarla varias veces del agente con el que se estaba encarando. La joven ha asegurado que la contestación inicial del guardia le pareció “irrespetuosa”.

Otro testigo, un joven del mismo pueblo que el detenido que estaba parado en el control, se ha referido a la “agresividad de los agentes” y ha descrito a su vecino, al que asegura conocer simplemente de vista, como una “persona normal defendiendo a su mujer”. El testigo consiguió grabar un video desde su vehículo, reproducido en la sala, del momento de la detención aunque el engrilletamiento y la caída del detenido no se ven en la grabación.

El jefe del dispositivo, un cabo de la Guardia Civil, ha reiterado que los jóvenes profirieron “un montón de insultos en valenciano”. El uniformado ha asegurado que la chica, en estado ebrio, se encaró de forma agresiva con el acusado, que le pedía que se alejara de la vía. “Se obcecaron con el agente que les había parado”, ha dicho.

El cabo asegura que, en un principio, no tenían intención de detener a nadie. “La situación era cada vez más insostenible y la desobediencia era constante”, ha relatado el jefe del dispositivo. El guardia civil sostiene que la detención se produjo tras un “manotazo leve en el pecho” del agente (“no un puñetazo”, ha puntualizado) y que el joven cayó al suelo por su estado de ebriedad. Otros agentes que han declarado como testigos han coincidido en que escucharon “bastantes gritos” y observaron a su compañero pidiendo al joven detenido en repetidas ocasiones que abandonara la calzada.

La representante del Ministerio Fiscal ha instado al tribunal en sus conclusiones finales a determinar si la detención fue justificada y si el atestado firmado por los agentes se corresponde con la realidad. La fiscal sostiene que el joven fue detenido “sin motivo justificado” y que “en ningún momento se aprecia actitud desafiante hacia los agentes”, por lo que se trató de una detención ilegal. Una vez deducido testimonio de los agentes, y con el video aportado a la causa, los guardias “matizan su declaración”, ha recordado.

El letrado de la defensa de los agentes ha pedido la libre absolución y ha recordado que la detención se produce en una rotonda con una “alta peligrosidad” debido al abundante tráfico. “La situación era insostenible” y provocó incluso la suspensión del control. “La Guardia Civil es responsable de las personas a las que para”, ha dicho. El abogado ha argumentado que la detención estuvo justificada y ha reconocido que la redacción del atestado fue “bastante defectuosa”. Aun así, “no existe dolo falsario”. El juicio ha quedado visto para sentencia.

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