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El Gobierno pretende reparar las playas del sur de Valencia engullidas por el mar con una fórmula que “supondrá mayor erosión”

Proyecto del Ministerio de Transición Ecológica para la regeneración de las playas de El Saler.

Laura Martínez

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El proyecto del Ministerio de Transición Ecológica para regenerar las playas del sur de Valencia, dañadas por los temporales y por la acción del Puerto de Valencia, no entusiasma a los expertos en costas. El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el pasado 7 de agosto el visto bueno a la evaluación de impacto ambiental del proyecto regenerador, que consiste en el traslado de ingentes cantidades de arena para ubicarlas en la superficie marítima y la construcción de dos espigones hasta la Gola de Pujol. La regeneración, expone el documento, consistirá en recargar artificialmente la playa hasta conseguir un ancho entre 40 a 70 metros según las zonas, “aumentado la protección frente a temporales”. Los últimos episodios de gota fría, que se incrementarán según los informes de expertos en cambio climático, han llegado a merendarse la línea de dunas y a producir daños millonarios en las zonas afectadas, que no se mitigarán con los traslados de arena.

“El mar cada vez erosiona más, sobre todo si vienen temporales fuertes. En las playas arenosas el asunto es complicado, la arena es fina y se va con gran rapidez”, expresa Eulàlia Sanjaume, catedrática de Geografía Física. La experta, una histórica en los movimientos reivindicativos de protección del litoral, es autora de la tesis doctoral publicada en 1985 por la Universitat de València en forma de libro bajo el título 'Las costas valencianas; sedimentología y morfología' y considera que los espigones solo contribuirán a empeorar la situación: “Los espigones supondrán mayor erosión al sur de la gola”, afirma tajantemente en conversación con elDiario.es.

Las prolongaciones de espigones “ya se probaron a finales de los 80” cuando se mostró que “las obras rígidas no valen” en este tipo de actuaciones. “No se pueden hacer soluciones parciales”, afirma, señalando que deberían revertirse los paseos marítimos y ser sustituidos por las dunas, devolviéndole a la playa su espacio natural.

La experta aboga por regenerar la playa sumergida en lugar de en superficie, evitando así los llamados escalones de arena con los que chocan las olas, cada vez con mayor fuerza. Sanjaume recuerda, como los vecinos de El Saler, que hace décadas uno podía pasar varios minutos paseando hasta que el mar lo cubriera, con pendientes menos inclinadas. La imagen, al margen de la nostalgia, evidencia la modificación de la playa y los efectos que tiene sobre el oleaje y que se sienten en cada temporal.

Los expertos apuntan que el método más sostenible para evitar la degradación de las costas es mantener las dunas. En la playa de El Saler, las protestas vecinales en los setenta consiguieron proteger los médanos cuando el ladrillo ya había engullido parte del litoral. Para Sanjaume, el problema de El Saler es “la urbanización de la playa” que en su día destruyó parte de las dunas. “Es el mejor elemento para mantener la playa estable. Hay que regenerar las dunas, hacer varias alineaciones, para que no desaparezcan con el primer temporal”, sostiene la investigadora. El plan urbanizador arrancó en 1963, en pleno desarrollismo franquista, pero pronto llegó la fiebre ecologista para proteger el paraje natural. La declaración del parque natural en 1986 completó el proceso, que conllevó una restauración de las dunas y medidas para contener la contaminación de las aguas de L' Albufera.

El Gobierno ya ha invertido 6,4 millones de euros en regenerar las playas de Valencia desde 2016, según datos proporcionados por el Ministerio a Newtral, cifra que se incrementará en otros 28,5 millones de euros, según el presupuesto del plan impulsado por Transición Ecológica. El proyecto amparado por el ministerio consiste en la regeneración del frente costero, desde el espigón sur de la playa de Pinedo hasta la gola de Pujol, en el término municipal de Valencia, con una longitud de 7000 metros. “La regeneración consistirá en recargar artificialmente la playa hasta conseguir un ancho entre 40 a 70 metros según las zonas, aumentado la protección frente a temporales. La playa resultante irá desde la cota actualmente existente en pendiente suave hasta la zona de cierre, que se sitúa a 4,5 metros de profundidad. Para la regeneración se utilizarán cerca de 3 millones de metros cúbicos de material procedente de un yacimiento submarino ubicado frente a la costa Valenciana [en las localidades de Sueca/Cullera] a una profundidad de entre 60 y 80 metros, alejado de la fachada litoral”, cita el informe publicado.

El Puerto de Valencia, agente erosionador

El ministerio destaca que el Puerto de Valencia, al norte de las playas, “supone una barrera litoral al transporte sedimentario”. La memoria del proyecto achaca la erosión que vienen sufriendo estas playas “al efecto sombra y de difracción que provocan las obras de abrigo” del Puerto de València y considera que “el proceso regresivo amenaza, de forma especial, a los ecosistemas de la Dehesa, por el estrechamiento de la restinga que cierra L' Albufera”.

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