El miedo, un sentimiento que nos acorrala, nos paraliza, incluso nos intriga. Esta angustia que ha sido tantas veces tratada desde la ciencia y el arte se convierte en el eje central de la sexta edición de Russafa Escènica.
El festival tendrá lugar del 15 al 25 de septiembre en distintas localizaciones del céntrico barrio valenciano. El certamen le dará la vuelta al barrio y, como en anteriores ediciones, convertirá comercios, mercados, bares, oficinas y multitud de locales privados en una explosión de teatro valenciano.
Unas 23 piezas divididas en cuatro ramas según el concepto que suponen mezclarán teatro, danza, títeres, música, circo, personas y como novedad, espectáculos adaptados para personas con discapacidad visual. Las ramas son Viveros, para espectáculos cortos y de poco aforo; Bosques, en el terreno totalmente opuesto, con obras de hasta una hora; Invernadero, el espacio de producción propia del festival y Actividades Paralelas, que compaginan propuestas variadas con el acompañamiento de las obras.
En Viveros, las propuestas a su vez se dividen entre textuales (ocho obras) y artes en movimiento (siete obras). Las ocho obras textuales son Una acojonante felicidad, Al final del túnel, Vamos a no llegar, pero vamos a ir, Efecto Foehn, El 10% de Urbach-Wiethe, No mires a los ojos de la gente, No te vayas, y Ondas gravitacionales, mientras que las propuestas de artes en movimiento son Lea, Despierta un caballo llamado miedo, Seyahat, T(r)EMOR, Patience, Siete inquietantes ilustraciones anatómicas e Incolatus (sense filtre).
El Invernadero de 2016 está está compuesto por la obra Hijos de Verónica, una producción propia del festival bajo la dirección de Jerónimo Cornelles. Por último, entre las actividades paralelas destacan Concierto en balcón de Truna y sus Monstruos, el cuentacuentos La parada del más allá y una serie de visitas guiadas, como la de la serie Cabanyal Z.