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Andrés García Reche: “Ese mantra que hay por ahí de que para ser competitivo tienes que pagar salarios bajos es una mentira”

Andrés García Reche, vicepresidente Ejecutivo de la Agencia Valenciana de Innovación. / Jesús Císcar.

Laura Martínez

10 de octubre de 2021 23:15 h

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Andrés García Reche fue conseller de Industria en el Gobierno de Joan Lerma, a quién acompañó en diversos cargos en la primera etapa de los socialistas valencianos en el poder. Desde el departamento impulsó la creación de las redes de institutos tecnológico y puso en marcha las primeras políticas industriales de la Generalitat Valenciana con una importante oposición a las mismas.

Tras varias décadas de producción académica y asesorando a distintos organismos, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, lo propuso para poner en marcha la Agencia Valenciana de Innovación. García Reche fue ratificado por tres quintas partes del parlamento valenciano como vicepresidente Ejecutivo de la Agencia Valenciana de Innovación. Autor de Qué hacer con el modelo productivo: guía básica para gobernantes audaces (Tirant Humanidades, 2020) y de mensajes incendiarios en las redes sociales, atiende a elDiario.es desde la sede de la Agencia en València, donde conversa sobre el modelo productivo, los salarios, y el papel del conocimiento en la industria.

Pregunta para un exconseller de Industria: ¿La mejor política industrial es la que no existe?

(Ríe) Hay discrepancias respecto a quién lo dijo, creo que se achaca a quien nunca fue. Hace falta una política industrial por razones muy obvias. Primero, porque en la época de los ochenta y noventa -en el contexto de la cita, que se atribuye al exministro socialista  Carlos Solchaga, en la misma época en la que García Reche fue conseller-, la necesidad era muy obvia. Estamos hablando de un tejido industrial muy de pyme, aún no había llegado la globalización de verdad, pero apuntaba maneras. Las pymes se encontraban inmersas en un proceso para el que no estaban preparadas cada empresa por separado. Una empresa pequeña no tenía capacidad para estar en un mercado global y cumplir sus estándares; nuestras pymes habían hecho un esfuerzo notable, pero entonces se requería diseño y unas normas y eso solo podía darse a través de una política industrial que pusiera al lado de los grandes clústers de pymes centros, institutos tecnológicos, que les permitieran enfrentarse a la homologación, a la calidad y al diseño con solvencia.

La política industrial no es opcional. Cuando se hablaba en aquel momento de política industrial se hablaba desde Madrid, donde piensan en grandes empresas; es ese tipo de pensamiento desde el centro por el que, por definición, la empresa es la gran empresa. Y nosotros no somos gran empresa. Ahora, en un momento en el que la globalización es total, en el que se desarrolla el gran cambio tecnológico, la digitalización, no tener política de innovación, más que industrial, es una insensatez. Quién no la tenga, lo pagará.

¿Y qué es una política de innovación?¿Cómo se traduce?

Cuando uno analiza por qué las empresas avanzan o no avanzan de manera solvente en un contexto internacional, la explicación es sencilla: innovación. Incorporación intensiva de conocimiento a toda su actividad productiva. La actividad productiva más conocimiento es innovación. ¿Por qué es más importante que nunca? Porque hay tanta competencia internacional, tan fuerte, tan dura, tan rápida, que solo puedes competir de manera solvente si innovas permanentemente. La innovación te permite ir siempre por delante; si no innovas, siempre vas por detrás. Te pueden clonar rápidamente cualquier actividad, pero no la innovación, la incorporación tecnológica, de procedimientos.

¿Y esa carrera hacia dónde tiene que llevar?

Tiene que llevar a resolver los problemas que tiene el sistema productivo y el crecimiento económico de manera solvente. Cuando se habla de sostenibilidad, por ejemplo, ¿qué es? Es un proceso de innovación que toma las actividades productivas y las transforma en sostenibles. Una actividad pasa a ser sostenible si incorpora conocimiento científico y tecnológico. No se puede ser sostenible sin incorporar innovación.

¿Pero el crecimiento a perpetuo no es incompatible con la sostenibilidad?

No. Depende de cómo se mire. En primer lugar, el crecimiento que se ha producido desde los años 50 hasta ahora tiene más que ver con lo inmaterial que con lo material. Cuando en los 70 y 80 se hacían previsiones sobre los límites del crecimiento, Meadows y compañía llevaban mucha razón. Si los estándares de crecimiento eran los de la segunda gran industrialización era evidente que no llevaba a ningún sitio, porque se consumirían todos los recursos naturales en un intervalo relativamente corto de tiempo. Eso no es que no siga siendo un problema, que lo es, y se debe buscar una solución, pero no olvidemos que la mayor parte de ese crecimiento se ha hecho a través intangibles. Si uno pesa el PIB del mundo puede ver que pesa igual que en los años 50 y sin embargo vale cinco o seis veces más. ¿Cómo es posible ser cinco veces más rico y que el consumo material se haya mantenido estable?

Pero el discurso del crecimiento sigue yendo parejo a construir más, ampliar puertos y aeropuertos... Eso es material.

Tú mide el PIB de los países europeos más desarrollados y compáralo con en el que era en los 70 y los 80. Ha crecido mucho más la riqueza que el aporte material, que el consumo de materias primas. Solo hay un elemento que está creciendo mucho y es preocupante y debemos abordarlo: el tema energético. Incluso las nuevas tecnologías son un enorme consumidor de energía eléctrica y este puede ser un limitante en el futuro, es un elemento que aparentemente no contaminaba y puede ser contaminante de forma indirecta. Es decisivo para la innovación, pero es un alto consumidor de energía. Esperemos que todo lo que tiene que ver con la minería de bitcoins y etcétera empiece a tener cortapisas; es irresponsable no tomar medidas.

Le he leído alguna vez que el boom de la construcción fue nuestro lastre, una oportunidad desaprovechada para tejer ese sistema de innovación. ¿Fue una decisión política, empresarial, una dejación de funciones?

Es un rasgo muy característico de este país, en el que no hacemos nunca diagnósticos de cuál es el problema. Aquí hay un problema, que en la Comunitat Valenciana al menos se ha intentado solucionar y para ello se ha creado la AVI, que consiste en que no sabemos qué nos pasa en el terreno económico. Uno se pregunta por qué España tiene la renta per cápita que tiene, por qué esa tasa de empleo... Y nos damos cuenta de que nadie ha puesto sobre la mesa el principal problema de este país desde siempre: la actividad genera poco valor añadido. Y además las empresas son pequeñas. No busque más ¿Eso qué quiere decir? Que si generas poco valor añadido tendrás bajos sueldos y baja renta per cápita, sea cual sea el mercado de trabajo. Los salarios los define a medio plazo el valor añadido; la productividad de las empresas. Todo lo demás son cuentos. Y la renta per cápita, lo mismo: las regiones que tienen empresas con alto valor añadido tienen una renta per cápita elevada. El problema de España ha sido no entender esto tan simple. Si no hay diagnóstico, no hay solución. Se dice que si el mercado de trabajo es más o menos flexible, que si sobra o falta educación... hay una desorientación general.

Usted acaba de hacer un diagnóstico.

Somos pocos los que lo decimos. Entonces, ¿qué ocurre? Mira la estructura de los Gobiernos en España, son ministerios sectorializados: industria, comercio, economía. Necesitamos coordinar, empujar, fortalecer, de manera decisiva algo tan simple como el sistema de innovación. Se ha acabado ya lo de pensar en actividades parciales. Para aumentar ese valor añadido, que es bajo en todas las actividades en general, necesitamos un sistema de innovación fuerte. Materia gris generando conocimiento al sistema productivo que lo incorpora y genera un aumento del valor añadido. Como el sistema de innovación es débil...

La gente lo resume diciendo que gastamos -la sociedad, la empresa, no solo el Gobierno- poco en I+D, en conocimiento científico, pero es un aspecto parcial, una cara del problema. La otra es que lo que invertimos no llega a nuestro sistema productivo; no se han hablado los científicos con los empresarios. Todo lo que hemos invertido en I+D ni siquiera ha llegado a las empresas. Cuando hicimos el análisis en la Comunitat Valenciana y vimos qué no funcionaba, que teníamos un sistema con poco valor añadido, se creó la Agencia Valenciana de Innovación. El presidente Ximo Puig lo vio claro desde el principio.

Pero tenemos las universidades llenas de producción científica.

Tenemos muy buena calidad científica y poca conexión con la empresa. Las empresas son demasiado pequeñas y no se aproximan, no es culpa de nadie, pero las universidades históricamente han primado la publicación de resultados de investigación para hacer carrera profesional más que conectarse con el tejido productivo. Es esencial que la gente investigue y publique y haga buena ciencia. ¿Pero cómo es posible que si hacemos muy buena ciencia tengamos un sistema productivo tan mediocre?  

¿Y eso cómo se corrige?

Creando instituciones como la Agencia Valenciana de Innovación, que se dedica a sentar en la mesa a científicos, empresarios y tecnólogos para definir los problemas que hay que resolver y cómo resolverlos. Esto es lo que urge.

¿Tiene que ver también con la estructura del mercado, con ese peso del sector servicios?

Es tan innovador o no como el sector industrial.

Pero el dueño de un bar no se va a la universidad a buscar al catedrático, ni el dueño de un gran hotel.

Bueno, claro que no. Ni a ese nivel ni a otros. Por eso hacía falta una institución que empujara a empresas a cooperar, a resolver problemas del sector productivo. Porque las empresas están en lo suyo, los investigadores en lo suyo y la casa sin barrer. ¿Por qué nosotros tenemos un 25% de nuestra materia gris en las universidades, el CSIC, en fundaciones, dedicada a investigar en salud? Tenemos grandes investigadores en salud y no tenemos un sector productivo en el sector de salud equivalente. El sistema de innovación falla. Estamos dando ideas y conocimientos a otros países a través de nuestras publicaciones y patentes. En nuestro sistema hay un importante potencial aletargado; si lo liberas, puede generar bastante actividad económica a medio plazo.

Y debo rectificarte una cosa: si observas en el mundo de la restauración, en cualquiera, siempre hay unos que ganan mercado por la innovación. Quién progresa es el que innova y eso vale para todo. O se aborda todo eso de cara, con una buena gobernanza, o no vamos a seguir adelante.

¿Cómo ha trabajado la agencia en ese sentido?

Tenemos varias mesas, donde planteamos los problemas. Preguntamos a científicos y empresarios cuáles creen que pueden resolver. Ellos dialogan y definen los retos. Y luego preguntamos cuáles creen que nosotros, la Comunitat Valenciana, con nuestros centros de investigación, podemos solucionar. Y pasamos esos programas de soluciones potenciales a nuestras convocatorias. Eso es innovación orientada. Ahí primamos los programas de cooperación conjuntos, de grupos de empresas y grupos investigadores. Intentamos ir empujando al mercado a incorporar innovaciones que resuelven problemas de forma sostenible.

¿Y desde la AVI, desde el sector público, cómo puede trabajar para que no haya brechas entre las que pueden acceder a la innovación y las que no?

Hay instituciones que actúan en diferentes campos. Cuando se montó el Impiva (instituto de la pequeña y mediana empresa), se hizo porque se necesitaba actuar sobre la pyme. Pero hoy el problema no está en cada pequeña empresa por separado, está en que alguien pueda asumir los grandes retos del sector productivo y eso requiere un tamaño. Las pymes necesitan crecer, no todas, pero en general tenemos una dimensión reducida. Y para crecer hay que innovar. Lo repito muchas veces: no es que no innoven porque sean pequeñas, es que son pequeñas porque no innovan.

Ahí entramos en un círculo vicioso. ¿Cómo se rompe?

Habrás oído hablar de las empresas tractoras. Si las observas y sigues a los proveedores, verás como hay muchas grandes empresas que tienen proveedores muy innovadores. A veces las grandes empresas necesitan que otras les resuelven sus problemas en innovación en algunos aspectos, entonces lanzan requerimientos de innovación a sus proveedores. Quienes los asumen se encuentran con una demanda tremenda y su tamaño se multiplica. Innovar es la mejor forma de crecer; lo demás es vieja política, dar incentivos, fusiones... Eso no funciona.

Cuando sacas un nuevo producto importante al mercado te conviertes en monopolista un tiempo. Recuerda el lanzamiento del iPhone. Es una innovación disruptiva que sale al mercado sin competidores, eres el primero en llegar, creas el mercado. Y cuando llegan los competidores innovas otra vez. Antes se hablaba de competitividad bajando los salarios, que es una tontería; en esa carrera siempre pierdes, siempre habrá alguien que pague menos. Competitividad es conocimiento e innovación.  

La productividad es baja, los salarios peores, las empresas pequeñas. ¿Cuál es el plan para solucionarlo?

Aumentar el valor añadido de todo lo que hacemos, extender la base productiva a cosas para las que tenemos capacidad y aumentar el tamaño de las empresas a través de la innovación. Y si hay que utilizar para ello a las grandes empresas tractoras, se utilizan. Y si puedes utilizar a la administración pública, también. Por eso hacemos tanto hincapié en la compra pública innovadora.

Y qué es la compra pública innovadora.

Que el sector público se dedique a comprar innovación; no productos, sino tecnología que desarrollas para solventar un problema que tienes.

En la Comunitat Valenciana tenemos un pequeño problema: la infrafinanciación autonómica. Si vamos justos para pagar la sanidad, la dependencia, la educación... Lo que queda para innovación es nada.

Es uno de los principales problemas. Lo que ha hecho el Gobierno del Pacto del Botánico es una heroicidad. Crear la Agencia Valenciana de Innovación, fortalecer el Instituto Valenciano de Finanzas y el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial, en esta situación de precariedad absoluta, de desigualdad manifiesta, de injusticia obvia en el tema de la financiación, es una heroicidad. Hace seis años el sello distintivo de la Comunitat Valenciana era la corrupción; mira hoy de qué se habla, todo el mundo hace innovación. La Unión Europea dice que de todas las regiones españolas, la que más ha mejorado en innovación desde 2014 es la valenciana. Hoy la discusión es sobre innovación, sobre ciencia.

¿La falta de innovación en el sector privado es una cuestión cultural o de músculo?

Estamos creciendo bastante en inversión empresarial en I+D. Otro de los problemas no es que invirtamos poco, es que la empresa invierte menos de lo que debería, si comparamos con Europa. Es un problema de tamaño, de en qué sectores tenemos más potencia. Y de que el sistema no funcionaba, que la empresa española y valenciana no sabía hasta hace poco que había científicos que podían resolver sus problemas porque nadie hacía de intermediario cualificado. Ese es el papel que queremos tener nosotros; habremos hecho cosas mal, pero hemos conseguido que haya una cierta conversación. La AVI la dirige el sistema de innovación, no la Generalitat: se sientan las universidades, institutos tecnológicos, patronal y sindicatos. Hay un consenso social a los tres años de funcionamiento efectivo.

Han doblado el presupuesto este año, con unas ayudas de 57 millones de euros. ¿Cuál ha sido el impacto sobre el tejido productivo?

En la práctica, 66 millones para los próximos tres años. No hemos transformado el modelo productivo todavía, pero hemos movilizado 300 millones de euros. Nosotros financiamos proyectos que resuelven los problemas que ya se han planteado aquí. Este año empiezan a terminar los proyectos de 2018. No podemos medir el impacto todavía. Cuando un proyecto acaba con nosotros aún le queda un poco para ver los resultados.

Hablábamos antes de la visión partidista, de los llamados chiringuitos, como se ha calificado a esta agencia desde la oposición. ¿Cómo demostrar que algo funciona tan a largo plazo?

Es complicado. Por eso estas instituciones siempre tienen una parte social muy reacia, siempre hay un freno, de carácter partidista normalmente. Su eficiencia se valorará dentro de cinco, seis o siete años. Cuando se plantearon las redes de institutos tecnológicos, el parque tecnológico, todo eso se hizo en medio de una batalla mediática y partidista... Me levantaba todos los días con presión, pero si hubiera dimitido, no habría nada de eso, porque todo estaba en contra, todo era un despilfarro. Ahora se reproduce el mismo proceso. Cuando la AVI es una institución consensuada, empieza la batalla. La AVI ya tiene un presupuesto para impactar en el tejido productivo. Y aquí no va a entrar el partidismo, ni los partidos, esto es un tema del sistema de innovación.

Pero usted fue conseller del PSPV-PSOE.

Yo no tengo carnet del PSOE desde 1995. Soy socialdemócrata, pero no de ningún partido. Y puedo demostrar, y me gustaría que hubiera un debate sobre eso, cómo la socialdemocracia es lo único que tiene sentido en materia económica. La socialdemocracia gestiona mejor la economía que la derecha, eso de que la derecha gestiona mejor es una falsedad que compra mucha gente.

El beneficio es privado y las pérdidas públicas.

Todo esto se basa en el dúo Aznar y Rato. Solo hicieron una cosa: vender todas las empresas públicas y liberalizar el suelo. Ni siquiera se quedaron el consejo de administración. Lo vendieron todo, así bajaron la deuda y redujeron el déficit y entraron en el euro. Y luego vino la burbuja inmobiliaria, que acabó con nuestro modelo turístico. La gestión económica fue nefasta. Destrozó todo el territorio. Ahora cómo vamos a decir que queremos un valor añadido en turismo, si se ha destrozado el destino turístico.

¿Van a estabilizar el presupuesto de la AVI?

Eso queremos. Dos o tres años con este presupuesto nos va a permitir tener impacto en el tejido productivo.

Escribió este tuit hace unos días: “El paro juvenil se soluciona exactamente igual que el paro en general. A saber: con más empresas, más grandes y mucho más productivas”. En otra entrevista con este diario, dijo: “La forma más realista de que la economía valenciana gane en productividad y por tanto mejoren los salarios es inyectar la innovación en vena”. Vincula constantemente los salarios a la productividad y al tamaño, pero ¿no resulta idealista pensar que una empresa por ser más grande va a pagar mejores salarios? Como sucede con estas empresas del llamado capitalismo de plataformas.

Si es más productiva, sí.

Pero eso es una decisión. Deliveroo y Glovo no pagan buenos salarios, ni los hosteleros a las kellys.

Esto son casos concretos, donde hay de todo. Una cosa es que puedas pagar salarios altos y otra que los pagues. Un empresario puede tener la tentación de, con un valor añadido alto, pagar bajos salarios. Pero no es inteligente. O le importa poco quién trabaja, ni tener cualificación, pero hay empresas que tienen muy claro que o retribuyen bien a sus trabajadores o no funcionan. Hay grandes cadenas de distribución de alimentación que tienen precios bajos y pagan salarios elevados porque su productividad es mayor.

Pero la tendencia parece ser a la precarización: a trocear contratos. ¿Cuántos ingenieros terminan la universidad y cobran sueldos bajos?

La tendencia es a la dualización. Los ingenieros que trabajan en Apple ganan mucho dinero. Los que fabrican en otros sitios, es otra cosa.

Y aquí el contrato medio de un joven no llega a mil euros al mes.

Pero mira qué producen las empresas que pagan salarios bajos, mira su productividad. En España no le interesa a nadie la productividad. Discutimos de pensiones y se habla de natalidad y envejecimiento, pero quién habla de valor añadido de la productividad. Si lo aumentáramos, tendríamos un problema menor. Es una variable que no aparece en las discusiones. Los economistas que salen en la tele son unos incompetentes manifiestos. El problema de las pensiones es que lo que producimos tiene poco valor añadido. El bajo valor añadido y la baja productividad es el primer problema económico de España, que genera todos los demás.

¿Y qué hay del tipo de sectores? Siempre se dice que somos un país de camareros...

No es lo mismo ser camarero en Copenhague, Niza o Helsinki que en Torremolinos. Allí tienen valor añadido. Piensa cuánto se paga por un hotel, por tomar algo. Eso es la productividad. Los lugares, los destinos, los países tienen un valor añadido y si la gente lo paga, es porque lo vale, porque quieren ir. Según las normas habituales, hay empresas que no podrían ser competitivas porque sus productos son caros. Pero hay gente que lo paga. ¿Por qué?

También tienen salarios para pagarlos.

¿Y eso no es competitividad? Ser competitivo es tener un mercado y un cliente. No es a costa de salarios bajos. Ese mantra que hay por ahí de que para ser competitivo tienes que tener salarios bajos es una mentira. Hay mucho economista que sale en televisión que desconoce los fundamentos básicos de la economía. Se dicen vaguedades, siempre mirando al detalle. O se hacen doscientos estudios para decir que falta I+D, cuando hace seis años que montamos la Agencia.

El otro día en la presentación de la Fundación LAB se presentaron algunos estudios que apuntaban a esa escasa inversión privada en innovación. ¿Cómo dialogarán con ellos?

Es una buena noticia que una institución como AVE (Asociación Valenciana de Empresarios) monte una fundación para potenciar la innovación. Espero que sus contenidos consigan impactar de forma significativa para que las empresas aumenten la inversión en I+D y que las grandes empresas jueguen su papel central, que hagan de tractoras. Nosotros lo apoyaremos sin ninguna duda.

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