“Stop feminazis”: Análisis del antifeminismo en redes y el modus operandi de los 'trolls'
El principio de acción y reacción es uno de los pilares de la física. El cuerpo A ejerce una fuerza sobre el cuerpo B y recibe de este una fuerza de la misma intensidad. La proliferación del discurso feminista ha tomado protagonismo en los últimos años en las redes sociales con la organización de la gran huelga feminista del 8 de marzo de 2018, el movimiento #MeToo y su derivada española, el #Cuéntalo. La fuerza con la que el movimiento ha impactado en el entorno digital también sigue la dinámica de la tercera ley de Newton; un discurso antifeminista y misógino responde con virulencia.
Las mujeres activistas y de marcado carácter feminista reciben a diario burlas, insultos y amenazas, como han denunciado desde las propias afectadas hasta organismos internacionales. Es el llamado gendertrolling -la unión de troll y género-, “una forma específica de violencia simbólica en entornos digitales, que se centra en el género y se dirige hacia las mujeres”. Así lo define el trabajo de Alicia Villar-Aguilés y Juan Pecourt Gracia para Teknokultura, la revista de cultura digital de la Universidad Complutense de Madrid, un análisis de los componentes misógnios de la cultura 'troll' en redes sociales, inmersa en la “lógica androcéntrica”, del entorno digital.
El trol, según este trabajo, o es anónimo o hiperboliza su figura, convirtiéndose en personaje público, y adapta la misoginia de la sociedad patriarcal al entorno digital. Según el estudio de la investigadora valenciana, el androcentrismo digital y la subcultura trol promueven un estilo “confrontacional” de participación y de debate público; un estilo que toman de los debates políticos y las tertulias televisadas. Cuando el objetivo es ganar un debate y no el encuentro de posiciones se recurre a estrategias como la “provocación emocional del contrario”, que se da mediante la ridiculización y la burla, buscando o bien humillar al rival, o bien hacerle perder los papeles. Esta estrategia “se realizará mediante manipulaciones lingüísticas que el contrario considere inaceptables, como relacionar las propuestas feministas con el nazismo”.
El estudio analiza el fenómeno en redes que envuelve a la etiqueta #StopFeminazis, un lema popular en las semanas previas al 8 de marzo de 2019, el primero que siguió a la gran huelga feminista. La etiqueta se compaña de otras categorías secundarias como #ElFeminismoesCancer, #IdeologíadeGénero o #AbortaresDelitoNoDerecho, entre otras. “Las prácticas de troleo se relacionan de manera directa con la lógica machista normalizándose en el ciber-imaginario feminista español la expresión ”machitrol“, indica el estudio. La etiqueta, con el calificativo feminazi, ”trata de perturbar el discurso feminista, presentado como dominante y amenazador, de acuerdo con una serie de oposiciones discursivas que refuerzan la mirada androcéntrica“; el objetivo de esa distorsión es ”la desnaturalización del discurso feminista“ mediante la resignificación de conceptos, de forma que ”se aspira a construir un contra-discurso que gane el combate dialéctico mediante golpes de efecto instantáneos (insultos y sarcasmos manifestados en forma de imágenes, memes y frases hechas)“.
En el intervalo temporal analizado, buena parte de los mensajes provienen de la organización ultraconservadora Hazte Oír, conocida por el autobús tránsfobo y campañas negacionistas de la violencia machista. “Es precisamente esta campaña y la organización que la promueve la que ha contribuido a la viralización de la etiqueta y es utilizada tanto para anunciar las visitas o recorridos del autobús, como en actos privados de dicha organización”, indica el estudio.
El troleo usa como refuerzo argumental fake news y se alimenta de la desinformación que prolifera en las redes sociales, en detrimento del filtro que oponía la prensa y los medios de comunicación tradicionales. Los medios “han perdido la capacidad de filtrar la información vertida en la esfera pública, al tiempo que han surgido actores anónimos que difunden alternative facts alejados de la contrastación empírica, pero que tienen un gran impacto emocional”, señalan los autores. Los trols difunden una imagen caricaturesca y falsa del feminismo y atribuyen al movimiento actitudes y acciones totalitarias, persecución de la disidencia e incentivación del odio, prácticas para justificar su comparación con el nazismo.
Los autores concluyen que los ataques al movimiento feminista -individuales y colectivos- son frecuentes en el entorno digital y asocian el “carácter intimidatorio” con “el androcentrismo de la cultura digital desde sus orígenes” y su vinculación al clima de desinformación. Además del antifeminismo, la etiqueta muestra vínculos con otras corrientes: “Una exaltación de los discursos que apelan al nacionalismo español, a la simbología de tipo españolista junto a la simbología relacionada como propia, como es la bandera de España y las fuerzas de seguridad del Estado. También se observa discurso católico y promoción de valores conservadores que atribuyen al feminismo una idea de guerra entre sexos. En la expansión de la etiqueta tienen un protagonismo importante personas o cuentas vinculadas al partido político Vox. En muchos casos, el ataque al feminismo se enmarca en un ataque más general a las posiciones políticas de izquierdas”, describe el texto.
La etiqueta analizada no es un caso aislado, sino que “se vincula a una corriente de misoginia en red conectada con un movimiento antifeminista y antigénero internacional impulsado a través de organizaciones y partidos políticos de ideología de extrema derecha encargados de extender y amplificar este tipo de ataques”, concluyen.
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