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Cabanyal alternativo: autogestión y resistencia ciudadana en el barrio marinero de Valencia

Una calle de El Cabanyal, en València.

Abelardo Muñoz

Valencia —

La resistencia cívica a los planes de la administración tiene una larga tradición en El Cabanyal y otros barrios del Marítim, distrito donde la sociedad civil ha tenido y tiene un papel protagonista. Con la disolución de Salvem el Cabanyal, una vez cumplido su objetivo de protección del barrio, no ha decaído el afán comunitario e independiente de este legendario barrio popular; un nuevo estilo asociativo que ahora trata de defender su idiosincrasia y sus gentes.

Un sector de la ciudadanía de El Cabanyal no está de acuerdo con los planes de la administración para el barrio. El Plan Especial Cabanyal-Canyamelar (PECC) no convence. Hay catorce alegaciones y 1.000 firmas que cuestionan numerosos enfoques del plan municipal.

Las objeciones de los habitantes agrupados en Cuidem Cabanyal-Canyamelar y otros colectivos, denuncian, entre otras cosas, que el plan no prioriza la rehabilitación, no hay estudio de impacto social, las zonas verdes planteadas son incoherentes y cuestionan la rotunda falta de participación ciudadana en su elaboración.

Los nuevos planes municipales chocan con los intereses de diversos colectivos cívicos que impulsan una resistencia creativa a lo que cada vez se contempla como una descarada gentrificación de la zona, con desplazamiento de poblaciones, especulación inmobiliaria y transformación de la fachada marítima sobre la base del turismo creciente. De hecho ya hay particulares que están comprando al Ayuntamiento viejas naves frente al mar en plan inversión inmobiliaria.

En la práctica el actual Ayuntamiento ha invertido una parte de los fondos de ayuda europeos a la renovación de infraestructuras viarias pero poco o nada en servicios sociales. Y eso en un barrio donde abundan las familias en peligro de exclusión que habitan infraviviendas.

La resistencia a la gentrificación y la defensa y protección del entorno genuino del barrio ha hecho crecer una constelación de colectivos vecinales sin siglas políticas.

Los ecologistas de Cabanyal Horta, el colectivo de la emisora Radio Malva y la asociación Cuidem Cabanyal-Canyamelar, de reciente creación, constituyen un frente alternativo y transversal. También Espai Veïnal, creado en 2015, un colectivo de jóvenes que se afana en frenar los desalojos de familias. Hacen un seguimiento y se presentan allí donde hace falta solidaridad. “Lo nuestro es autoorganización y lucha a pie de calle” dice Guillem Rivera, uno de sus miembros.

Son colectivos intercomunicados. Sus planteamientos coinciden y cada uno trabaja en su terreno y se ayudan entre sí. Los vecinos de Cabanyal Horta han levantado un vergel donde hace escasos años solo había un mísero solar, la emisora pirata Radio Malva, sin licencia, emite programas rebeldes y comprometidos contra la gentrificación del barrio, en defensa de la población marginal y Cuidem Cabanyal- Canyamelar, plantea de forma rotunda una reformulación del plan urbanístico municipal. Los vecinos y vecinas, que defienden catorce alegaciones al Plan Especial, lo califican de “turistificador, especulativo y depredador de recursos”.

Exigen derecho a la ciudad y la defensa del espacio público y el acceso a la vivienda. “No toleraremos que el barrio sea un parque temático turístico”. Es un aviso para el alcalde Joan Ribo, Sandra Gómez, Rubio y sus asesores y arquitectos de una asociación de vecinos que se declara “independiente, feminista, anti-racista, participativa y abierta a todas las personas que habitan el barrio”.

Cuidem evoca las combativas ZAD (Zone-a-Defèndre) termino popularizado por los colectivos cívicos se resistieron a la construcción del aeropuerto de Notre-Dame-des- Landes en el noroeste de Francia. En 2018 fueron desalojados de sus posiciones por fuerzas de la policía. En su asamblea del pasado octubre celebrada en el Ateneu Marítim, los miembros de Cuidem manifestaron su objetivo de “proteger el patrimonio social, ecológico, artístico y humano del barrio. Cultivando la pertenencia y el sentido de comunidad”.

Ellos y ellas hacen lo que llaman “vigilancia administrativa”. Llevan visitadas cuatro concejalías, sin mucho resultado. “¿Cómo se estructura un barrio en lo social?” se pregunta Àngels Blanco. “Tú haces un barrio para que lo habiten las personas y que tenga en cuenta la diversidad. Si no se piensa en el colectivo humano lo haces todo por el beneficio. No estamos de acuerdo con ese diseño”.

Los jardineros urbanos de La Casa del Oso

Cabanyal Horta lleva desde 2015 impulsando una agricultura ecológica en lo que antaño fue el barrio de El Clot, hoy convertido en una especie de gueto donde habitan familias con pocos recursos y cuyo futuro está en el aire ante la amenaza de derribo de los bloques donde viven, muchos de patada, según los planes del PEC municipal.

Este huerto y jardín urbano que ha ido creciendo en los últimos años ocupaba un espacio de nadie. Entre la avenida del Mediterráneo y una calle sin nombre que no llega a ninguna parte, junto a unas instalaciones deportivas municipales de pistas de tenis,, que no están vinculadas al entorno vecinal y son utilizadas por la gente que viene de fuera. El novedoso jardín se sitúa en la parte trasera de un edificio que data de 1909, conocido como La Casa del Oso por un oso de plástico que se encarama a su fachada. Los niños y niñas del colegio público Las Arenas le pusieron ese nombre.

Los voluntarios limpiaron el solar, negociaron con el Ayuntamiento y en pocos años han creado un jardín cuajado de especies botánicas y verduras varias.

Para Jesús Payán, 42 años, ecologista y jardinero, impulsor del proyecto verde junto a su compañera Sylvia Sánchez, esto es como una guerra pacífica.

“Una guerra transversal que es la del ciudadano de a pie frente a los grandes emporios. Una de esas luchas, la más importante, se establece entre el espacio público y el privado. El espacio público es aséptico, diseñado por un arquitecto en su despacho, no al servicio del ciudadano. Es para satisfacer las necesidades de un promotor”.

Jesús tenía un huerto en Alboraia que tuvo que dejar. Regresó al Cabanyal y junto a Sylvia impulsaron un huerto urbano en un lugar con gran fuerza histórica, sobre los cimientos del viejo poblado desaparecido de El Clot. Casas de pescadores con teja romana con sus calles de piedras de rodeno y sus vías de tren. Fantasmas del pasado.

Nos rodea un jardín de una media hectárea en el que algunos vecinos cultivan sus hortalizas, entre árboles autóctonos. A unos doscientos metros, en la calle del Doctor Lluch, los obreros acaban de ampliar las aceras; lo han dejado todo muy apañado pero han quitado los bancos públicos que había y no los han vuelto a poner. Espacio público sin pensar en la gente.

“La intención de Cabanyal Horta es el empoderamiento del espacio por parte de los ciudadanos, darle un sentido al espacio, que el propio lugar diga para que sirve y así los huertos, como una relación con el espacio verde”, dice Payán. Los miembros de Cabanyal Horta comenzaron hace un lustro a limpiar el solar y lo primero que hicieron fue desenterrar el rodeno de las viejas calles que cruzaban El Clot. Luego sembraron sin parar hasta conseguir lo que hoy existe.

“Nos juntamos un grupo de gente interesada en la permacultura, una forma de agricultura sin químicos. Tú cultivas sabiendo lo que comes. Sin pesticidas ni agroquímicos”, dice Sylvia Sánchez, 36 años, bajo la umbría floresta de Cabanyal Horta. Así, gente de Ecologistas en Acción, expertos ambientales y otros se pusieron manos a la obra.

“El proyecto nació a la vez que el cambio de gobierno. Nuestra petición fue que el Ayuntamiento recogiera los escombros. Así hemos funcionado unos años, nosotros limpiamos y ellos lo recogen. Hace dos años nos premiaron con la EDUSI, (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible). El barrio había pedido huertos urbanos. Dijeron que había un plan de apoyo. Empezamos a recibir visitas de técnicos ambientales y de parques y jardines que nos confirmaron la ayuda. Iba a ser de unos 50.000 euros. Teníamos que vallar el espacio, poner contador para el agua. Pero aparece el PEC y todo se paralizó. Ya no hay interacción con los políticos. Al final parece que se comienza a admitir la creación de un corredor verde hasta la Malva-rosa que incluya el parque de Doctor Lluch y en el que estaríamos integrados”.

Un colectivo impulsa un proyecto colaborativo y ha presentado sus propuestas. Sin embargo, los miembros de Cabanyal Horta tienen sus dudas, temen que ese corredor se convierta en un green walking, un paseo peatonal y ciclista, “que no es lo mismo que un espacio verde público”. Sergi Campillo, el concejal de Emergencia Climática, de Compromís, es quien más se ha interesado en Cabanyal Horta y ha prometido una visita.

“Replantearse la zona como algo no solo del Cabanyal sino de todos los valencianos”, dice Jesús Payán. “Cabanyal Horta quiere ser un espacio cívico al aire libre, no todo centro cívico tiene que ser un edificio”.

El jardín se gestiona con un abono mensual de tres euros para cada huerto y hay jornadas participativas. Los fines de semana el espacio es una fiesta. Familias jóvenes, paellas colectivas y cursos de jardinería, encuentro de mujeres africanas que cocinan potajes étnicos…

Un sinfín de plantas y aves

En esta huerta del Clot crece el lentisco, la hierbabuena, el jazmín, las buganvilias, hibiscos, romero, albahaca, orégano y un sinfín de plantas que son un milagro entre el asfalto, el cemento y los semáforos..

Miguel Angel Poveda es técnico ambiental y forma parte de C.H. Le llaman pajarero porque es un observador de aves sin ser ornitólogo. Esta haciendo un censo de pájaros de la zona y promociona talleres de educación como “Aves del Clot”, con dibujos que muestran a los jóvenes la riqueza volátil del entorno. “Ya llevo controladas 40 especies. Ahora nos acaban de dejar las aves de invierno, golondrinas, vencejos, el papamoscas, todos se van a África en busca de calor. Los que llegan son los petirrojos, colirrojos, tórtolas, currucas…Yo soy un urbanita, las ciudades son un gran invento. Pueden ser sostenibles. Amables, donde se pueda vivir, donde haya una biodiversidad de especies vegetales. Un ecosistema integrado por pequeños huertos que se comunican…”.

Su compañero Jesús abunda en el asunto:“La constancia es la clave para demostrarle al mundo exterior que la responsabilidad del ciudadano es mayor que la del poder. No hay lucha pequeña, todas son globales. Se trata de que no nos roben la identidad”.

La radio del extrarradio

El colectivo de Radio Malva, la 104.9 de la FM que solo se pilla en el barrio a falta de antena con suficiente potencia, emite sus programas en la calle Progreso, en la planta baja que es sede del Ateneo Libertario, en la calle Progreso. Estos días celebran sus 20 años de existencia en los jardines de Cabanyal Horta. Entidades amigas y solidarias. Los de la radio del extrarradio son luchadores contra el infortunio porque su filosofía libertaria y asambleísta les impide aceptar publicidad.

Carlos Pérez, uno de sus miembros: “Este es un medio de comunicación con una filosofía basada en la autogestión, independencia y funcionamiento asambleario. Y además un espacio en que lo que cuenta no es el dinero, se sostiene a base de aportaciones, trabajo, dedicación, pasión”.

Esta radio se creó en 1999 en la Malva-rosa con disidentes de la pionera Radio Klara. Más radical y sin concesiones. Entre sus fundadores esta el legendario Grupo Cabanyal Z, un equipo de actores y cineastas aficionados del barrio que con sus videos colgados en las redes azotaron mucho tiempo la política de Rita Barberá. En la actualidad ese equipo de antiguos artistas underground se han convertido en profesionales muy emprendedores e integran una productora, El sistema del solar, que trabaja contenidos sociales y que tiene su centro operativo en la centenaria Casa del Oso de la Avenida Mediterráneo, sobre el jardín de El Clot.

La emisora emite programas de gran contenido social, feminismo, igualdad de género, defensa de los ciudadanos sin recursos; sus micrófonos están abiertos a todo el que quiera realizar un programa. Filosofía, literatura, cine, música, etc. A su alrededor funciona medio centenar de activistas de todo tipo. Y sin embargo tienen dificultades.

“El ser una radio que ejerce el derecho a la comunicación sin permiso administrativo nos limita. No podemos emitir en emplazamientos estables, no podemos poner una antena potente. Es una labor como de guerrilla. Somos una radio guerrilla”, explica Carlos.

El periodista libertario denuncia sin tapujos la indiferencia institucional. “Estamos emitiendo en plan guerrilla porque a las administraciones no les preocupan en absoluto las radios comunitarias, libres o no comerciales. En veinte años no han sacado un solo concurso de licencias donde se permitan frecuencias para radios comunitarias”.

Es un activismo político diferente el de los habitantes del Cabanyal; alternativo, sin siglas ni actos electorales, sin promesas incumplidas. Es una tarea solidaria, voluntaria. Colectivos y espacios como Cabanyal Horta, Radio Malva, Espai Veinal , Cuidem, combaten la demagogia política y la lentitud administrativa con la acción. Iniciativas sociales, urbanas, mediáticas que tratan de transformar la sociedad y luchar por el derecho de las personas a decidir sobre su futuro. Sin grandes aspavientos, sencillamente poniéndose manos a la obra en su barrio. No son comunas, pero llevan su mismo espíritu de autogestión y su resistencia antisistema.

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