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Los expertos coinciden en señalar al Puerto de València como uno de los factores que pone en riesgo la Albufera

Ocho buques fondeados recientemente frente a la playa de El Saler.

Carlos Navarro Castelló

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El cambio climático unido a las alteraciones artificiales del frente litoral por la acción del hombre representan las mayores amenazas para la supervivencia del Parque Natural de la Albufera de València tal y como la conocemos, principalmente por la erosión de la restinga, la franja de dunas y arena que separa el lago del mar, lo que implica un aumento de la salimidad del lago que ya a día de hoy se ha detectado.

Esta es una de las principales conclusiones que arrojó la jornada 'El desafiament del canvi climàtic a l'Albufera' que se celebró el pasado viernes 28 de enero en la Universidad Politécnica organizada por la comisión científica Junta Rectora del Parque Natural dependiente de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica.

La reunión contó con la participación de 50 expertos que forman parte de la citada comisión procedentes de universidades públicas y privadas y de otras instituciones. Durante el encuentro se identificaron los procesos de cambio que afectarán al ecosistema y a la actividad productiva y servirá para determinar necesidades técnicas de monitarización, así como para elaborar propuestas de gestión para adelantarse a los problemas del futuro.

De los diferentes ponentes, tres incidieron en la afección del Puerto de València en la erosión de las playas del Parque Natural lo que por tanto afecta a la estabilidad de lago. Tanto la catedrática de Geografía Física, Eulalia Sanjaume, como los catedráticos de Ingeniería Cartográfica, Josep Pardo, y de Ingeniería e Infraestructuras de Transportes, José Serra, estos últimos de la Politécnica, coincidieron en señalar la infraestructura portuaria como uno de los factores que favorece la erosión de esta franja de la costa, además de la falta de aportes de sedimentos del río Turia y de la construcción de urbanizaciones y del paseo marítimo de El Saler en los años 70. También por el aumento del nivel del mar causado por el calentamiento global. Sin embargo, hubo matices y diferencias en sus visiones.

Sanjaume afirmó que toda la infraestructura portuaria desde su origen supone una barrera física para el transporte de sedimentos, pero que el dique norte construido entre los años 2008 y 2012 ha acelerado el proceso de erosión de la restinga por la alteración de los parámetros de las olas y de la corriente de la deriva litoral, una conclusión que coincide con el informe publicado recientemente por elDiario.es del catedrático Pascual Pery. La profesora pidió la creación de una mesa conjunta entre administraciones, expertos y ecologistas en la que debatir y acordar medidas para paliar la situación.

Josep Pardo presentó las conclusiones de su estudio 'Monitorización de los cambios morfológicos en las playas entre València y Cullera entre 1984 y 2020'. Según el documento, la zona de la playa de El Saler de la Casa Negra ha perdido 41,10 metros de anchura, la del Arbre del Gos 28,4 metros y la de el camping de El Saler 22 metros. Además, el estudio constata que entre 2009 y 2020 se generalizan las pérdidas de arena. Desde 1984 se ha perdido una media anual de 6,9 metros de anchuro, atenuada en diferentes momentos por la aportación artificial de arena.

Según Pardo, “la principal causa de erosión es la falta de es la falta de aportes sedimentarios causados principalmente por la interrupción del transporte sedimentario longitudinal que el Puerto de València provoca. Este factor afecta a la zona desde mucho antes del periodo estudiado. También es importante la falta de aportes de los sistemas fluviales”, por lo que propone extraerlos artificialmente de los embalses.

Por su parte, José Serra, autor del estudio del frente litoral al sur del Puerto desde 1992 encargado por el propio Puerto de València para hacer un seguimiento de los efectos de la última ampliación en las playas del sur reconoció que esta franja está en recesión desde el Puerto de València hasta Cullera y que las barreras como el recinto portuario son un elemento de riesgo importante, pero que no es ni mucho menos el único. Según Serra, en el último periodo temporal analizado entre 2008 y 2015 se constata que las playas del sur siguen en recesión pero que la zona de la Devesa recupera una cierta estabilidad.

Esto permite a Serra afirmar que el dique norte construido entre 2008 y 2012 “no supone un efecto adicional, no hay un cambio de tendencia en las playas” y puntualizó que lo que ahora llaman ampliación “en realidad es un cambio de ubicación de los muelles”.

La consellera de Emergencia Climática, Mireia Mollà, también intervino y recordó que “la Albufera es uno de los lagos de agua dulce más importantes de Europa, concentra más de 300 especies de aves, es una ruta migratoria de primer orden y alberga más de 5.000 parejas nidificantes habituales”. La Albufera, además, “va mucho más allá, a pesar de que el lago supone más del 10% de la superficie total, el parque natural cuenta con 21.120 hectáreas que incluye zonas de marjal, sistemas dunares, malladas, bosque mediterráneo, franja de costa y mar”.

“Reconocida desde hace 33 años como ;Humedal de Importancia Internaciona (Ramsar), parte integrante de la Red Natura 2000, declarada Zona de Especial Protección de Aves (1990), Lugar de Importancia Comunitaria (2006). Todas estas figuras de protección dan buena cuenta de su biodiversidad vegetal y animal donde destaca la presencia única de algunos endemismos mediterráneos”, dijo Mollà.

La consellera recordó que el estudio ambiental del proyecto de regeneración del Ministerio para la Transición Ecológica señala las Posibles ampliaciones del Puerto de València como causa que impulsa la erosión de la costa: “El informe dice que estas causas aumentan la acción erosiva del mar sobre la costa. La no actuación en el frente costero comporta una progresiva erosión y representa una clara amenaza para la conservación del Parque Natural de la Albufera”.

La clave, en este caso, es que “de las tres causas mencionadas solo una de ellas, la ampliación, depende del factor humano; de la voluntad de sus promotores de sacar adelante un proyecto que representa una clara amenaza para el ecosistema”.

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