Estas son las cuatro señales de que debes renovar tu viejo táper de plástico
Seis de cada diez españoles comen fuera de casa cada día, según datos de una encuesta publicada en 2013 por la Federación de Usuarios-Consumidores Independientes (FUCI). De estos seis, el 58% optaban por comer de menú, un 4% come a la carta y un 37% se llevaban la comida de casa, esta última una tendencia cada vez más creciente.
Por edades, los españoles más jóvenes, de entre 18 y 35 años, eran los más optaban por el táper, frente a los de 30 y 50 años, que elegían sobre todo el menú del día, según la encuesta. En 2022 un nuevo estudio de FUCI mantenía esta tendencia, al haberse encarecido el comer fuera de casa hasta 217 euros de media mensual.
Hay diversos motivos de ahorro y salud para tirar de táper a mediodía en el trabajo, no solo porque nuestra economía o nuestro tiempo de descanso no nos permitan bajar cada día al restaurante de la esquina.
Un motivo es sin duda que el coste de comer cada día de restaurante está actualmente al alcance de pocas personas, con la inflación que sigue disparada, por lo que llevarse la comida hecha de casa y calentarla en el microondas de la oficina es una opción bastante sensata.
Pero más allá del ahorro conviene resaltar que comer en el restaurante no suele ser una opción sana porque no controlamos los ingredientes, que suelen estar cargados de salsas.
Además, si los precios del local de comidas son elevados, solemos terminar por recurrir a la comida rápida, la peor alternativa. O a las ensaladas envasadas que suelen ser también poco saludables.
En cambio, la comida del táper la controlamos de principio a fin nosotros, de modo que compramos los ingredientes, los combinamos y los cocinamos, siendo conscientes en todo momento de lo que comemos, lo que nos puede llevar a evitar pasarnos con la sal, las salsas, los azúcares...
Sin embargo, los tápers precisan de una observancia higiénica especial, dado que contienen en su interior material que puede degradarse fácilmente y contaminarse con los restos que haya en el recipiente, de modo que nos puedan provocar una intoxicación alimentaria.
Y la higiene depende tanto de nuestro cuidado al lavarlos como de que la superficie plástica esté en buen estado, sin surcos o arañazos donde la suciedad pueda resistir al jabón.
También es importante que el material del que esté hecho el táper no esté degradado, liberando sustancias orgánicas a la comida que puedan actuar como disruptores endocrinos.
¿Cómo sé si mi táper es el adecuado?
Si el táper es adecuado, en la parte inferior deberá mostrarnos, según normativa europea, una serie de símbolos que explicitan para qué usos está pensado:
- Una copa y un tenedor simboliza que el túper es adecuado para contener alimentos.
- Unas rayas en zigzag indican que el túper soporta bien el calor y puede ir en el microondas.
- Un plato con lluvia encima nos dice que es apto para lavavajillas.
- Una figura de nieve, que puede ir en el congelador.
- Un microondas, significa que se puede calentar.
El peligro, si usamos un táper que no sea adecuado en alguna de estas condiciones, es que migren al alimentos partículas contaminantes de plástico, en especial un monómero llamado Bisfenol A.
El bisfenol A es un disruptor endocrino capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal a concentraciones muy bajas y con posibles repercusiones sobre la salud, por lo que conviene vigilar.
En principio es casi imposible que se produzca una intoxicación directa por estas migraciones, pero no se descarta que a largo plazo se puedan ir acumulando en nuestro organismo.
Por su parte la Unión Europea lleva bastantes años desarrollando una normativa, el Reglamento 10/2011, que asegure que los materiales usados en la fabricación de táperes no liberan tales sustancias, pero dicha normativa es una garantía siempre que utilicemos los táperes indicados, cosa que a veces no sucede.
Por lo tanto la primera norma es mirar que nuestro táper contenga los símbolos indicados arriba. Si no es así, deberemos tirarlo inmediatamente y sustituirlo por uno nuevo.
El motivo es el peligro de que con el calor y/o los agentes agentes agresivos del lavavajillas, así como posibles sustancias ácidas u oxidantes que pudiera contener el alimento, la superficie del plástico se altere y provoque la migración de elementos tóxicos o como mínimo de efectos desconocidos.
Las cuatro señales para decir adiós a un táper
No obstante, incluso en los táperes canónicos pueden existir señales que recomienden su jubilación. El motivo puede ser la creación de desperfectos por acción mecánica o por corrosiones debidas a la acción conjunta del calor y los compuestos corrosivos de un alimento o un producto de limpieza.
En ambos casos, la superficie del táper se puede ver alterada de modo que se creen zonas inaccesibles a la limpieza normal. En tales zonas se considera que no es imposible que queden restos de alimentos sobre los que proliferen las bacterias o los hongos, dando lugar a focos de contaminación microbiana.
Puede parecernos esta una medida exagerada, pero si tenemos en cuenta que sobre el foco se depositará un nuevo alimento, y este tal vez se caliente y se deje sin consumir unas horas, comprenderemos que corremos el riesgo de que la colonia de microbios crezca exponencialmente en poco tiempo, el suficiente para provocarnos una intoxicación alimentaria.
Por lo tanto deberemos atender a las cuatro señales que nos indican que nuestro táper lo ha dado todo y merece un reconocimiento a la par que una digna jubilación en el contenedor amarillo, que es el que toca para reciclar envases.
- Si tiene cortes o cualquier otra imperfección que pueda suponer un riesgo para los alimentos.
- Si contiene manchas o restos de alimentos que no se pueden eliminar, ni siquiera dejándolo en remojo en agua caliente y un poco de jabón.
- Si se han usado productos abrasivos o calor directo para limpiarlo que hayan podido dañarlo dejando en su superficie un tacto rugoso.
- Si le cuesta cerrarse correctamente sin aplicar esfuerzo.
Los ocho errores que podemos cometer al comer de táper en la oficina
Estas son algunas de las deficiencias que suelen acompañar esta práctica:
- Improvisar. La planificación y organización del menú de la semana es fundamental porque permite hacer una buena combinación de alimentos para no repetir un menú. No solo es más fácil para hacer la compra, sino que también nos ayudará a llevar una dieta más equilibrada.
- No calcular bien la ración. La tendencia general es usar un táper de un tamaño mayor al que en realidad necesitamos. El recipiente debe tener el tamaño adecuado a la ración para evitar demasiada comida o, también, raciones demasiado justas.
- Aliñar las ensaladas en casa. Si nos llevamos una ensalada, la aliñaremos justo antes de comer para evitar que las hojas de la lechuga o escarola se marchiten. Tampoco deben cortarse en casa alimentos que se oxiden como la manzana.
- Romper la cadena de frío. No debe ponerse un alimento que aún está caliente en la nevera para evitar cambios bruscos de temperatura. Durante el transporte de casa al trabajo, debe tenerse especial cuidado de no exponer el táper a altas temperaturas. Por tanto, es recomendable usar bolsas isotérmicas o placas de hielo para mantener la temperatura. Lo más adecuado es cocinar bien los alimentos perecederps (son los que más riesgo comportan) y no dejar el táper en el sol. Tampoco deben mezclarse alimentos calientes con fríos.
- Comer rápido. Respetar el tiempo para comer favorece la asimilación correcta de los alimentos. Por tanto, nos tomaremos al menos 30 minutos para comer.
- Comer frente al ordenador. Una de las peores cosas que pueden hacerse cuando se come en la oficina es hacerlo delante del ordenador, un hábito que, según un estudio realizado por expertos alemanes de la Universidad de Humboldt, Berlín, y publicado en la revista PLOS ONE, tiene consecuencias negativas para los trabajadores porque “aumenta el estrés y disminuye la creatividad”.
- Guardar el táper sin lavar. Llegar a casa con el táper sucio es un error. Es recomendable pasarlo por agua antes de guardarlo para evitar que acumule olores. Además, si no se quitan los restos de comida, estos se endurecen y es mucho más difícil eliminarlos y limpiarlos después.
- No fijarse en el material del táper. No todos los envases son iguales. El material es importante: debe tener una composición resistente al calor y que garantice la no liberación de partículas tóxicas. Los más adecuados tienen en la base un símbolo (un tenedor), que indica que son aptos para alimentos. También es importante que sean aptos para microondas, lavavajillas o congelador.
Seis alimentos que no debes llevar en el táper al trabajo
La contaminación microbiana, especialmente bacteriana, del alimento, de la cual el táper puede ser un potente acelerador en determinados alimentos siempre que no se observen las normas de higiene elementales o no se sea cauto y coherente a la hora de guardar y transportar la fiambrera.
El motivo es que en el ambiente cerrado y cargado de humedad del táper, se puede exponer el mismo y su contenido a un excesivo calor que favorezca el crecimiento de patógenos.
En este sentido, Escherichia coli, Listeria Monocitogenes, Campylobacter jenuni, Salmonella tiphymurium, Shigella sp oYersinia sp son algunos de los principales candidatos a prosperar en tarteras tapadas, sometidas al calor del sol o a una fuente de calefacción alta, y con el adecuado alimento en el que resistir y crecer.
A este respecto, no todos los alimentos son sensibles por igual y lógicamente, aquellos muy sensibles a la ruptura de la cadena de frío corren un mayor peligro de degenerar en la fiambrera y convertirse en foco de las citadas contaminaciones bacterianas.
En cambio otros, por ejemplo los fermentados o los debidamente tratados con calor, serán más resistentes. A continuación se especifican seis alimentos que es mejor no llevar en táper al trabajo o bien, que sin se llevan, su transporte se ejecutará con las máximas precauciones.
1. Productos con mayonesas caseras
Vale para esta denominación cualquier otra salsa elaborada a base de huevo crudo. El motivo es obvio: el huevo crudo es un excelente sustrato alimenticio para las enterobacterias.
Y como no tenemos garantía de que la mayonesa, nuestras manos o la tartera carezcan de ellas, trasegar mayonesas caseras en el táper es un deporte de alto riesgo, especialmente cuando llega el buen tiempo.
Mejor el rape, la merluza o las patatas fritas las acompañamos mayonesa de bote o la elaboramos con huevina. Por supuesto, en este grupo podemos incluir la ensaladilla rusa, el pastel de atún, de salmón, las salsas tártaras y tantos otros.
2. Tortillas de patata crudas
Lo mismo que la mayonesa y alimentos que la incorporan, las tortillas poco cuajadas, una especialidad de la tortilla de patata donde por dentro el huevo queda poco hecho -manjar para unos, repulsivo para otros- no se debe transportar en táper.
El interior poco hecho, si ha entrado en contacto con las manos y después se somete al calor prolongadamente, puede acabar siendo un nido de bacterias fecales.
3. Hamburguesas poco hechas
No debemos olvidar que las hamburguesas poco hechas son carne picada que ha sido mezclada por unas manos ajenas, de las que no siempre tendremos prueba de su higiene, aunque la tendencia actual es a hacerlas frente a la clientela.
Esto quiere decir que si el centro queda crudo o incluso rosado, podrá albergar algunas de las bacterias fecales más termorresistentes como Listeria sp, que además optimiza su crecimiento a temperaturas elevadas. Si vamos a hacer algún producto a base de carne picada para llevar al trabajo, mejor que esté bien cocido.
4. Arroces y pastas
En Tres posibles peligros para tu salud si abusas del sushi ya explicamos el riesgo que tenían los arroces que tras cocerlos no se consumen en un tiempo razonable ni se guardan en la nevera.
En ellos puede prosperar Bacillus cereus, una bacteria que fabrica una toxina gastrointestinal muy desagradable para nuestra salud. Y lo mismo sucede con la pasta: si se pasa demasiado tiempo en el táper rompiendo la cadena de frío, aumenta el riesgo de crecimiento del bacilo.
Consumido en el mismo día, ni el arroz ni la pasta entraña peligros; si se ha guardado en la nevera y la cadena de frío se rompe por apenas unas horas, tampoco. Ahora bien, si el táper queda todo el día -o varios- en la mesa de nuestro escritorio, o en el anaquel del taller, y encima hace calor, podemos lamentarlo.
5. Ensaladas
Por supuesto las ensaladas aliñadas se estropean rápido, pero las frescas que elaboramos nosotros mismos con nuestras manos y guardamos en táper, especialmente si contienen lechuga, son un caldo de bacterias que, si no se respeta la cadena de frío, proliferarán con alborozo.
Es difícil un protocolo higiénico estricto cuando se manipulan hortalizas, puesto que la superficie de cada una puede estar muy sucia. En general, para consumo inmediato no suele haber problema, pero para destinos laborales mejor lavar con abundante agua del grifo o con productos con lejía para lavar hortalizas.
6. Productos son salsas de base de leche
Las salsas de leche o yogur, como la carbonara o algunas para pescados o ensaladas, que elaboremos en casa corren el peligro de cortarse y acabar provocando problemas gastrointestinales. Si no podemos respetar escrupulosamente la cadena de frío, mejor usarlas industriales.
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