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Para qué sirve el 'Día de no comprar nada'

Foto: Wikimedia Commons

Cristian Vázquez

Este sábado, 30 de noviembre, se celebra en España y otros sesenta países una nueva edición del Día de no comprar nada, conocido también como 'Día mundial sin compras'. Como su nombre lo indica, la iniciativa propone no realizar compras durante toda esa jornada, a manera de huelga simbólica contra el consumismo exacerbado que proponen los grandes comercios, la publicidad y los medios de comunicación.

¿Cuál es el objetivo? “Llamar la atención sobre los impactos sociales y medioambientales que está produciendo nuestro de modelo de consumo”, tal como explica Isidro Jiménez Gómez, miembro fundador de ConsumeHastaMorir, una de las organizaciones que promueven esta acción en nuestro país. No comprar nada durante un día es una forma de “cuestionar el modelo actual de producción y consumo, que apunta hacia un sistema que no nos hace felices ni está destinado a satisfacer necesidades”, en términos de Ecologistas en Acción, otra de las agrupaciones que se suman a la propuesta.

Desde esta ONG sostienen la idea de que “el bienestar no cabe en una bolsa de centro comercial”, sobre la base de distintos estudios que afirman que -a partir de ciertos niveles de consumo, tras satisfacer los deseos incluso mucho más allá las necesidades básicas- la percepción de la propia felicidad no solo no aumenta sino que en muchos casos hasta decrece.

El psicólogo estadounidense Thomas Gilovich dedicó su carrera académica a estudiar la felicidad, y concluyó que el placer que proporciona la suma de experiencias -por ejemplo, en un viaje- brinda un placer y un bienestar mucho más duradero que comprar cosas materiales. Del mismo modo, los activistas del 'Día de no comprar nada' proponen llevar una vida “más sencilla en lo material pero con relaciones humanas más complejas y ricas”, como apunta un documento de Ecologistas en Acción.

Una forma de oponerse al Black Friday y el consumo desmedido

La elección de la fecha no es casual. El cuarto viernes de noviembre es el conocido como Black Friday o Viernes Negro, una jornada en la que los comercios lanzan numerosas ofertas y descuentos, los cuales provocan, en muchas ocasiones, un verdadero desenfreno consumista. Se trata de una tradición originaria de Estados Unidos, creada para promover el consumo en el día siguiente al de Acción de Gracias (cuarto jueves de noviembre) y que las tiendas españolas han importados unos seis años atrás.

También el 'Día de no comprar nada' tiene su origen en Norteamérica. Más precisamente en Vancouver, Canadá. En 1992, el artista Ted Dave llamó a dedicar un día para que “la sociedad examine la cuestión del consumo excesivo”. Muy pronto recibió el apoyo de la organización Adbusters, también de Vancouver, y poco a poco esta jornada reivindicativa fue ganando adeptos en muchas partes del mundo, sobre todo, como es natural, en los países desarrollados. Este año se prevé que se organicen actividades vinculadas con este día en más de 65 países.

Adbusters edita una revista, que fue, primero en su edición impresa y luego en la web, una de las principales herramientas para la promoción de esta jornada. “Ahora que se acerca la temporada navideña -explica en una de sus páginas- recuerda que comprar algo nunca te hará feliz. Puede que te ilusione durante unas horas, quizás hasta un día o dos, pero al final (sobre todo en el verdadero final) lo que realmente tienes son tus conexiones, tus amigos, tu familia, tus experiencias humanas”.

Si bien en los primeros años la jornada se celebraba en septiembre, en 1997 los activistas tomaron una decisión radical y lo trasladaron al cuarto viernes de noviembre, para hacer que coincidiera con el Black Friday. Aún hoy en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Finlandia y Suecia el Día de no comprar nada es el viernes. En el resto de países, como en España, la jornada se realiza el sábado, el día siguiente:.

Actividades para crear conciencia

En ocasión del 'Día de no comprar nada', en diversos lugares se organizan actividades como charlas, exposiciones, ciclos de cine y ferias de pequeños productores. En los cines Golem de Madrid (C/ Martín de los Heros, 14), el jueves 23 se proyectó la película “Decrecimiento: del mito de la abundancia a la simplicidad voluntaria”, de Luis y Manuel Picazo Casariego. Lo organizó Economistas sin Fronteras. Hoy, viernes 24 tendrá lugar la mesa redonda “¿Consumimos felicidad?”, organizada por Ecologistas en Acción, en el Centro Cultural Puerta de Toledo, también en Madrid (avenida Gran Vía de San Francisco, 2).

El objetivo es crear conciencia en torno a estas cuestiones, en un contexto en que el poder de la publicidad parece cada días más avasallante y el Black Friday se impone cada vez más en España. En algunas categorías, estas fechas concentran un tercio de las ventas de toda la temporada navideña, según ha informado la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged).

De todos modos, las organizaciones ecologistas y ambientalistas explican que, más que los efectos concretos de esta huelga simbólica (más que dejar de comprar durante una jornada), lo importante es llamar la atención sobre lo que sucede todo el año, es decir, los restantes 364 días. Según un informe presentado el año pasado por Greenpeace, desde el año 2000 la venta de ropa experimentó una “expansión explosiva”: en quince años, en los países desarrollados la venta de prendas creció un 60 %, mientras que el tiempo durante el cual esa ropa se conserva y utiliza se redujo a la mitad. Y esta es, desde luego, solo una porción del mercado.

“La llamada a no comprar por un día es una manera de plantear un cambio de sistema, que no explote el planeta sino que esté en paz con él”, afirman desde Ecologistas en Acción. “La sostenibilidad socioambiental, el reparto equitativo de la riqueza, la solidaridad y las relaciones comunitarias de cercanía son principios que deberían marcar la salida de la crisis. La jornada busca que las personas consumidoras se planteen hasta qué punto necesitan y desean lo que compran”.

Por ello, la propuesta es comprar en comercios pequeños, mercados sociales, a productores locales y a iniciativas encuadradas dentro de los llamados Ingenios de Producción Colectiva. Ese consumo consciente es al que se aspira, en contra de la publicidad que llama a un consumismo desenfrenado, tampoco limitado a estas fechas, por supuesto, sino extendido a lo largo de todo el año.

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