Artrosis en perros y gatos: ¿cómo puedo detectarla y qué hago para mejorarla?
Tu mascota empieza a negarse a subir las escaleras, no quiere salir a la calle o ya no se levanta con tanta facilidad como antes. En muchas ocasiones, todos estos comportamientos pasan desapercibidos a nuestros ojos, principalmente porque creemos que la desgana de nuestro perro o gato se debe a que “está ya muy mayor, será normal”.
De hecho, es probable que estés en lo cierto, ya que la mayoría de casos de artrosis en perros está relacionada con la vejez, aunque también puede deberse a otros factores como los traumatismos, la obesidad o la genética.
Como explica un estudio realizado por Ourofino Salud Animal, “el 90% de los felinos mayores de 12 años padecen artrosis, mientras que el 38% de los perros sufren de problemas en sus articulaciones”.
Para conocer un poco más sobre esta enfermedad es imprescindible comprender la diferencia entre artrosis y artritis, ambas muy similares en mascotas y en humanos.
La artrosis, también conocida como osteoartrosis, es una enfermedad crónica de lenta evolución que afecta a las articulaciones móviles, principalmente al codo, la cadera y las rodillas y que degenera el cartílago articular provocando dificultad en la movilidad, rigidez y dolor crónico. Sin embargo, la artritis suele derivar de otra enfermedad principal que tiene como consecuencia una inflamación de la membrana sinovial.
En la mayoría de los casos, la artrosis acarrea un dolor crónico que, en palabras de la International Association for the Study of Pain (IASP), “es un dolor sin aparente valor biológico, persistente más allá del tiempo de curación.” Por eso, es indispensable estar al tanto de cualquier dolor agudo, para tratarlo correctamente y evitar que se vuelva crónico y sea, por tanto, más difícil de tratar.
No debemos entrar en pánico, ya que una detección temprana permite prevenir o retrasar el problema. Para ello es preceptivo observar/vigilar los síntomas que se mencionan en el artículo. Y, si ya es demasiado tarde, existen diferentes tratamientos para mejorar su calidad de vida.
Eso sí, nunca debemos olvidar que las revisiones y las pautas veterinarias son el mejor método para acompañar en esta nueva etapa a ese fiel amigo que lleva tantos años caminando a tu lado.
Una vida saludable puede prevenir o retrasar la artrosis
Debemos ser realistas: al igual que ocurre con los humanos, es probable que no podamos evitar que nuestra mascota sufra artrosis, pero sí podemos intentar prevenirla o incluso retrasarla otorgándole los mejores cuidados a lo largo de su vida.
Las pautas son imprescindibles a la par que sencillas, de hecho, seguramente estaremos cansados de oirlas: una alimentación correcta adaptada a sus necesidades y la revisión veterinaria periódica sobre todo en perros de razas con predisposición genética, principalmente las grandes como el rottweiler, el golden retriever o el labrador.
Aunque, lo cierto es que, hay un factor de prevención totalmente necesario: un ejercicio moderado que lo mantenga en el peso adecuado, ya que se estima que el 52% de los perros y el 41% de los gatos de US con osteoartosis, es decir, uno de cada tres, también tiene obesidad. Así lo explica un estudio realizado en 2019 por el Banfield Pet Hospital.
Los síntomas que deben despertar tus alarmas
Que nuestra mascota sea incapaz de verbalizar su dolor no puede ser excusa para no darle tratamiento, por eso es conditio sine qua non saber reconocer los síntomas que la anuncian.
Motivo por el que hemos recopilado una serie de ellos explicados en el Manual de Geriatría canina y felina por el veterinario Salvador Cervantes Sala, creador del centro de medicina y cirugía felina de referencia en Barcelona, Clínica Felina Barcelona. Tanto en perros como en gatos, los síntomas son muy similares, a pesar de que estos últimos suelen tener una mayor capacidad para ocultarlos.
Debemos estar atentos porque, como explica Cervantes, “en una sesión de veterinario es muy difícil observar todos los cambios en el comportamiento del animal, por eso es importante mantener al día la historia clínica de tu mascota y guardar todas las radiografías que el animal haya podido tener a lo largo de su vida para que ayuden a identificar los cambios óseos de las articulaciones y de los tejidos cercanos”.
Por poner algunos ejemplos, puede ser que a tu perro o gato ya no le apetezca tanto interactuar con la familia o con otras mascotas, esté inquieto o tenga la expresión facial alterada, respire más rápido, su temperatura corporal varíe o se dilaten más sus pupilas.
¿Antes amaba tus caricias y ahora se aparta cuando lo tocas en ciertas zonas de su cuerpo? Es posible que reaccione así al tacto porque la zona que estás acariciando le produzca dolor.
Puede ser que tu gato ya no salte o se suba a sitios altos como hacía antes, que esté más agresivo, incluso que se lama las partes dolorosas. Lo mismo ocurre en los perros, quienes también suelen estar más cansados e irritables.
¿Cómo puedo ayudar a tratar la artrosis?
Además de los distintos tipos de analgésicos que administre tu veterinario si lo considera necesario, no debemos olvidar medidas no medicamentosas que pueden ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Una alimentación correcta, la aplicación de calor, masajes, estiramientos, adaptar la casa para que pueda moverse con facilidad, comprar camas ortopédicas o alfombras aislantes del frío, el ejercicio aeróbico pautado por fisioterapuetas especializados, así como el control y la pérdida de peso, son algunos de los aspectos fundamentales cuando tu perro ha sido diagnosticado con artrosis.
Por no hablar de los nutracéuticos, alimentos o fracción de un alimento con beneficios para la salud y también para las articulaciones. Por ejemplo, Cervantes afirma que los glucosaminoglucanos como el ácido hialurónico pueden disminuir el dolor, mientras que los ácidos grasos insaturados omega 3 como los aceites de pescados ricos en ácidos EPA y DHA son conocidos por sus efectos antiinflamatorios.
Por otro lado, existen medidas analgésicas no convencionales complementarias: “La acupuntura puede ayudar en la liberación de endorfinas, en la relajación del espasmo muscular y en la disminución de la transmisión nociceptiva a la médula espinal”, explica el veterinario.
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