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Jarras con filtro: ¿sirven para algo?

Foto: Sopbabyfun

Jordi Sabaté

En un correo electrónico, Ernesto, lector y socio de eldiario.es, nos pregunta: “¿Sirven para algo las jarras con filtro? Yo vivo en la sierra de Madrid y aquí el agua no tiene cal y sabe bien, no como pasa con el agua en las zonas del Mediterráneo, que sabe que mata, pero aún así veo que venden modelos de jarras en las ferreterías. ¿Me estoy perdiendo algo?”

En primer lugar decirle a Ernesto que el agua del grifo del litoral Mediterráneo, en principio, tiene que saber igual que la de la sierra, porque el toque de sabor más o menos desagradable no se lo da la cal, sino el cloro que se le añade al agua para que actúe como biocida. En ocasiones, además, este cloro podría sumarse a determinados compuestos orgánicos procedentes de vertidos industriales y/o agrícolas para formar trihalometanos, sustancias con mal sabor y que no deben estar presentes en las aguas de consumo porque son potencialmente cancerígenas.

Precisamente en estos dos campos es donde las jarras con filtro tienen más utilidad y eficacia: en la eliminación total o casi total del cloro -y por tanto del hipotético mal sabor, ya que es cuestión de paladares- y en el filtrado de los trihalometanos y otros compuestos organoclorados que pudieran presentarse como consecuencia de infiltraciones en la red de distribución de agua de boca, es decir para el consumo humano.

Tal vez por esto Ernesto las ve con frecuencia en las ferreterías: porque todas las aguas del grifo tienen cloro añadido, dada su función desinfectante. Respecto a los organoclorados, su presencia es improbable, pero sin duda usar este tipo de jarras es un filtro más a su ingesta. Ahora bien, las ventajas de este tipo de utensilios son pocas más y en cambio, tanto algunas autoridades sanitarias como la OCU en España advierten de que no es oro todo lo que brilla.

Malas para eliminar la cal

Un estudio de la OCU de 2012 sobre los trece modelos más vendidos de jarras con filtro reveló que salvo para los fines arriba apuntados, este tipo de dispositivos eran muy poco eficaces. En especial, destacaban el tema de la eliminación de la cal en las aguas duras -es decir con mucha cal-, donde se verificaba que apenas eran eficaces cuando no contraproducentes. El motivo es que en ocasiones eliminaban demasiada cal, por lo que invertían el pH del agua, volviéndola ácida.

Otro estudio empírico de la página web elalmacendelagua.com, explicaba que estos filtros suelen estructurarse en varias capas, las más usuales de las cuales son la de retención de residuos sólidos (arenas, brozas, etc.) y la de carbón activo, que es la que elimina el cloro. Eventualmente puede haber una capa de resinas catiónicas, para retener iones positivos, y otra de resinas aniónicas para los negativos.

La cal, en forma de ión calcio Ca2+ y los metales, serán retenidos por la capa de resinas catiónicas cuando esté presente, y los iones de nitrógeno, por ejemplo, quedarían en la de resinas aniónicas. Sin embargo, cuando se incluyen, estas dos capas tienen un grosor muy magro para ajustarse al tamaño del filtro, por lo que se saturan inmediatamente y al cabo de pocos usos dejan de funcionar, tal como comprobó el estudio de la citada página, y que corrobora los resultados de la OCU. Esta entidad destacó también en su estudio los malos resultados de las resinas aniónicas en cuanto a la retención de compuestos nitrogenados.

Pueden estropear el agua

Por otro lado, la OCU destacaba que, como subproducto del tratamiento y ajuste industrial de este tipo de filtros, quedaban en él iones de amonio, NH3-, que pueden pasar al agua estropeando su sabor, ya que huelen igual que el amoníaco, y que además en cantidades considerables son tóxicos, en especial para los niños.

La OCU detectó estos iones en el agua de varias de las jarras estudiadas, pero la Dirección General de Competencia, Consumo y Represión de Fraudes francesa (DGCCRF), muy crítica con estos dispositivos, añade los iones de plata como otro subproducto de la puesta a punto de los filtros, que pueden pasar al agua.

DGCCRF ha señalado reiteradamente que las jarras con filtro, cuya variedad de oferta en el mercado es enorme, se someten a pocos controles y se desconoce cómo se confeccionan muchos de los filtros empleados y los iones que pueden liberar. Por otro lado, al igual que la OCU, ha advertido de que son poco eficaces e irregulares a la hora de fijar iones metálicos -plomo, cobre, hierro, nitratos, etc.- cuando incluyen resinas.

Finalmente, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y Trabajo de Francia (ANSES) ha destacado los peligros que tiene el mal uso de estas jarras, entre los que se encuentra favorecer la proliferación microbiana, ya que al eliminar el cloro, desactivan la función biocida y pueden permitir el crecimiento bacteriano en el agua y el filtro, sobre todo, si este no se cambia con frecuencia y la jarra se deja a temperatura ambiente.

No obstante, el estudio de la OCU arriba citado testeó el nivel de patógenos en aguas y filtros sometidos durante varios días a estas condiciones y no halló niveles de patógenos significativos. Ahora bien, ANSES indica que el peligro persiste, pero, sobretodo, que debe tenerse en cuenta que estas jarras son de uso para agua potable, pero que en ningún caso sirven para potabilizar agua no tratada en plantas.

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