Sorbitol como edulcorante natural: ventajas y limitaciones

Bernardo, lector y socio de eldiario.es, nos pregunta por un edulcorante de origen natural -es decir no sintetizado en procesos de laboratorio- que se ha comercializado profusamente desde los años setenta como aditivo alimentario. En concreto, Bernardo quiere saber si el sorbitol es seguro desde el punto de vista de posibles efectos secundarios todavía no ponderados, y hace referencia en su correo electrónico a nuestro artículo Cinco aditivos alimentarios en revisión, donde citábamos al aspartamo y la estevia como edulcorantes que la Unión Europea sometía a estudios periódicos para asegurar que no son perjudiciales a largo plazo.

Sorbitol, presente en frutas y verduras

El sorbitol es un poliol o polialcohol que forma junto con la glucosa y la fructosa el trío de glúcidos presentes de los vegetales más frecuentes y que a menudo consumimos. En algunos de ellos está en cantidades más abundantes y en otros en menores. Por ejemplo, su presencia es sensible en frutas como peras, manzanas, papayas, melón, sandía, higos, uva, granada, cerezas o ciruelas. También en vegetales como espárragos, judías verdes, puerros y tomate, así como en menor medida en las legumbres, aunque varía de unas a otras. Incluso se encuentra en cantidades apreciables en algas rojas.

Esta omnipresencia del sorbitol y la facilidad de su obtención industrial lo hacen ideal como alternativa segura a la glucosa por varias razones. En realidad el sorbitol que se usa como aditivo a productos sin azúcar sí pasa por un proceso químico: se obtiene de la reducción mediante hidrogenación de la glucosa, en una serie de reacciones donde intervienen diversas enzimas. Pero al ser una forma no oxidada de la glucosa se comporta de un modo diferente. 

 

Un edulcorante bajo en calorías

Una de sus principales virtudes es que es bajo en calorías comparado con el azúcar de mesa o sacarosa, el disacárido que se compone glucosa y fructosa. Mientras un gramo de sacarosa tiene cuatro calorías, el sorbitol solo produce 2,4 kcal por cada gramo. Ahora bien, su poder edulcorante es más bajo, siendo aproximadamente un 60% del de la sacarosa. Pero acaso su mayor virtud es que no afecta al índice glucémico, a diferencia de sacarosa, especialmente de la glucosa.

Por lo tanto, es un aditivo (denominado en el etiquetado como E-420) ideal para diabéticos, así como para personas que les guste el dulce pero no quieran acumular tantas calorías vacías, que pasarán directamente del paladar a los pliegues grasos abdominales. La razón es que al no precisar del concurso de la insulina, no alteran el metabolismo de modo que el cuerpo envíe todos los glúcidos a formar reservas grasa.

Otra ventaja, y la razón por la que se lo suele incluir en los chicles sin azúcar, es que no es aprovechado por las bacterias de la placa bacteriana, por lo que disminuye el riesgo de caries. Finalmente también es interesante para aquellas personas que quieran abandonar su adicción a los sabores dulces, ya que como se ha comentado su potencia edulcorante es bastante limitada.

Poder laxante no exento de inconvenientes

El sorbitol se absorbe lentamente por el intestino humano, por lo que también puede ser aprovechado como prebiótico, al servir de alimento a la flora intestinal, que lo fermentará. Ahora bien, si se consume en grandes cantidades, que oscilan entre los 20 gramos y los 50 gramos, según edad y peso de la persona, puede tener efectos contraproducentes al causar flatulencias y dolor abdominal e incluso convertirse en un potente laxante que cause diarreas. Precisamente su presencia en manzanas, ciruelas o peras con piel explica los efectos laxantes de estas frutas.

El problema es que dado su bajo poder edulcorante, se utiliza en cantidades considerables para conseguir el mismo gusto dulce de la fructosa, con lo que si se consumen varios productos endulzados con sorbitol durante el día, no es descartable que se acaben padeciendo sus efectos laxantes.

Adicionalmente, también aumenta los efectos adversos en personas con malabsorción de la fructosa, es decir que absorben mal o poco la fructosa a nivel intestinal. Se ha comprobado que cuando la fructosa va acompañada de sorbitol, se absorbe todavía con mayor dificultad en este grupo humano, aumentando los efectos de dolor abdominal, flatulencias y diarrea. 

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