Cuatro plantas resistentes al frío para vestir tu balcón este invierno
Algunas plantas como la Poinsettia visten nuestras casas durante los meses fríos; otras como el Ciclamen, Pensamiento, Brezo y Durillo dan vida a nuestro jardín invernal con sus tonos rosas, morados, blancos o amarillos.
El carácter perenne de estas plantas las mantendrá a salvo de las temperaturas de todo el año, pero principalmente ante el frío del invierno. Para mantenerlas saludables solo son necesarios algunos cuidados poco exigentes.
Simplemente siguiendo los siguientes consejos puedes conseguir un jardín colorido, resistente y que alegre los aparentemente tristes días de invierno para los amantes de las flores.
Ciclamen
Algunas variedades de esta planta primulácea aguantan hasta -25ºC, mientras que el Cyclamen persicum, la más común en España, no soporta temperaturas menores a 3ºC.
Como explica el botánico Eduardo Barba, “al ciclamen no le gusta ni el exceso de agua ni el calor. Cuando llegue abril o mayo perderá todas sus hojas y meterá toda la energía de nuevo en su tubérculo”. Un tubérculo, por cierto, tóxico y venenoso, por lo que se recomienda no tener dicha planta al alcance de perros o niños.
Cuando suben las temperaturas y sueltan las hojas, “por desgracia acaban en la basura, pero pueden volver a florecer al año que viene, aunque es verdad que muchas veces, depende de la variedad, el segundo año no es tan bueno en flor”, apunta el botánico.
Aunque se puede plantar en interiores teniendo cuidado con la calefacción, ya que no tolera bien el calor, lo ideal es plantarla en la terraza o el jardín en un lugar sin luz directa pero con buena iluminación.
Es imprescindible regarlo moderadamente con agua templada a través del sistema de inmersión, es decir, poniendo la maceta durante unos diez minutos sobre un plato para que sea la propia planta quien absorba el líquido necesario.
Además de podar cuidadosamente las flores que se marchitan, “no hay que olvidar abonarlas, es una planta que está floreciendo continuamente por lo que debemos abonarla cada 15 o 20 días”, explica Barba.
Pensamientos
Esta planta de flores aterciopeladas crecerá en tu jardín hasta los 15 cm de altura siempre y cuando la tierra sea rica, esté aireada y situada en un sitio soleado o semisombra y se le aporten riegos frecuentes.
No tolera bien el calor, de hecho, ama el frío. Gracias a él mantiene su floración desde otoño hasta inicios de primavera, por lo que su colorido, normalmente violeta, animará tu jardín durante todo el invierno.
Eso sí, que sea resistente al frío no quiere decir que soporte las temperaturas extremas. En concreto, si el clima es demasiado frío le vendrá bien un acolchado de paja seca sobre la tierra o incluso mallas antiheladas si la temperatura baja por debajo de los cero grados.
Según Mª Belén Acosta, técnica en jardinería y recursos naturales y paisajísticos, “lo más importante con esta planta es mantener la tierra siempre relativamente húmeda, pero nunca encharcada”, a no ser que queramos que enferme y se debilite por el exceso de riego, además de otorgarle una tierra rica en nutrientes.
En palabras de Acosta, “en la época de floración será necesario un riego más frecuente, cada dos o tres días aproximadamente” mientras que, como explican desde MundoJardin, “en invierno podemos incluso espaciar más el riego si comprobamos que la tierra está húmeda”.
¿Su mayor peculiaridad? Son comestibles. Suelen ser utilizadas en la nouvelle cuisine tanto para decorar como para dar sabor, no sin previamente limpiarlas para eliminar cualquier insecto o impureza de los pétalos.
Brezo
Sus tallos tortuosos y su gran floración visten las laderas de las montañas españolas y sus numerosas especies caracterizan a un arbusto cuyas hojas se mantienen todo el año sobre la planta.
Por su parte, las flores, agrupadas en gran número en inflorescencias, inician su floración a comienzos de primavera prolongándose hasta finales de verano según la especie.
En el caso de las especies de brezo de exterior, se deben regar, aproximadamente, cada dos o tres días en los meses de calor y cada cinco en invierno, siempre con agua blanda, es decir, con mínimas cantidades de sales minerales, pues es una especie muy acidófila, que soporta mal la cal.
Lo más importante es no ahogarlas ni matarlas de sed, porque como explican desde Bricomanía “una de las causas por las que más se suelen morir estas plantas es por falta de agua: en cuanto se deshidratan, pierden toda la hoja y mueren sin poder recuperarlas”.
Ubicada en aquel lugar en que reciba buena iluminación, debemos proveerlas de un “sustrato específico para plantas de tierra ácida, caracterizado por ser ligero y hecho a base de turba”, un material orgánico creado a partir de componentes vegetales, apuntan en Bricomanía.
Durillo
Si decides plantarlo en macizo, te encontrarás ante un arbusto que puede alcanzar más de cuatro metros de altura; si lo plantas de manera individual, puedes conseguir una planta todoterreno para tu jardín invernal.
Haciendo honor a su nombre, la resistencia lo caracteriza: “en encinares y alcornocales, en el fondo de barrancos e incluso en pedregales de toda la región mediterránea, crece de modo natural el durillo; cultivado resiste también los climas fríos del interior peninsular”, explica El gran libro de la Jardinería de Signo Editores.
Con la llegada del invierno comenzará su floración. Al principio unas flores rosadas asaltarán tu jardín hasta convertirse en flores blancas organizadas en ramilletes. En verano, las flores tornarán en unos frutos de color azul oscuro metalizado atrayentes para los pájaros, pero tóxicos para el ser humano.
Será cuando aparezcan estas bolitas azules cuando se inicie el fin de la floración, momento en el que debemos hacer la poda más fuerte, ya que si la hacemos antes podemos destrozar sus cientos de flores y capullos en desarrollo.
Sus cuidados no son muy exigentes: “Se cultiva con tierra fértil y bien drenada y en un lugar de semisombra. Si se coloca al sol, hay que darle riegos abundantes para que el sustrato se mantenga húmedo. Se le puede dar forma recortándolo y se multiplica fácilmente mediante acodo o esqueje”, enmarcan en El gran libro de la Jardinería.
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