Las ventajas cognitivas de ser bilingüe o políglota

Las ventajas cognitivas de hablar varios idiomas.

Marta Chavarrías

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En un mundo en el que, según la Unesco, se hablan aproximadamente unas 7.000 lenguas distintas, dominar un segundo o tercer idioma es una de las habilidades más valiosas y valoradas: nos abre puertas en el mercado laboral, nos ayuda a conectar con personas de distintos países y orígenes y nos abre todo un mundo de oportunidades. 

La pregunta es si dominar un segundo idioma perfecciona nuestras habilidades para realizar múltiples tareas o simplemente nos confunde. A principios del siglo XX, muchos expertos pensaban que los niños bilingües estaban destinados a sufrir deterioros cognitivos en el futuro. 

Pero la ciencia ha avanzado mucho en este campo y los estudios demuestran que el bilingüismo podría beneficiar a nuestro cerebro, especialmente a medida que envejecemos. De hecho, se piensa que los beneficios cognitivos del bilingüismo pueden comenzar a partir de experiencias muy tempranas en la niñez y llegar a persistir durante toda la vida.

El cerebro multilingüe, entrenado para la multitarea

El cerebro tiene áreas específicas que se ocupan del lenguaje y son vitales para realizar cualquier tarea lingüística, aunque no son las únicas. Algunas partes de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro están activas durante la producción del lenguaje. En personas multilingües existe una gran similitud en las áreas del cerebro usadas para cada una de las lenguas que habla.

“En cerebros de personas bilingües se ha observado una mayor densidad de materia gris –parte del cerebro que contiene la mayoría de neuronas y sinapsis- y una mayor actividad general en ciertas áreas del cerebro”, nos cuenta Sofía Gil Guerrero, psicóloga y directora del Centro MindUp Psicólogos.

A medida que aprendemos y hablamos de manera regular un segundo idioma, el cerebro se vuelve activo y combina las dos lenguas, convirtiendo a la persona bilingüe en una especie de malabarista mental. “El cerebro de una persona bilingüe opera de manera similar a un semáforo: cuando necesita seleccionar una palabra, da luz verde al idioma en uso y detiene la palabra del otro idioma con una luz roja. Este proceso de selección automática ocurre muchas veces al día y actúa como un ejercicio involuntario que fortalece la materia gris cerebral”, matiza la psicóloga.

Esto no significa, sin embargo, que la persona bilingüe sea de forma inherente más inteligente ni que aprenda mejor pero lo que sí han demostrado los estudios es que “tiene más desarrollada la capacidad para la multitarea”, explica Gil Guerrero.

Qué habilidades potencia el aprendizaje de nuevos idiomas

“Muchos autores han puesto en evidencia que las personas bilingües tienen más desarrolladas las capacidades cognitivas, lingüísticas y sociales que las personas que hablan un solo idioma”, afirma la psicóloga Gil Guerrero.

Mayor flexibilidad cognitiva

Las personas bilingües cambian entre dos sistemas lingüísticos distintos. El cerebro en estos casos se mantiene muy activo y flexible. Las investigaciones realizadas en este campo han demostrado que a las personas bilingües les resulta más fácil comprender conceptos matemáticos y resolver palabras, desarrollar fuertes habilidades de pensamiento, usar la lógica, centrarse, recordar, tomar decisiones y aprender otros idiomas.

“El aprendizaje de una segunda lengua tiene un impacto positivo en el cerebro y, por ende, en el funcionamiento cognitivo”, dice Gil Guerrero.

De hecho, la Sociedad Española de Neurología (SEN), en una de las recomendaciones de su Decálogo para mantener un cerebro saludable, incluye “realizar actividades que estimulen la actividad cerebral y que nos mantengan cognitivamente activos como leer, escribir, participar en juegos de mesa, realizar actividades manuales, aprender y practicar un nuevo idioma”, entre otros.

Mejor rendimiento académico

En un metanálisis realizado sobre 20 estudios que examinaron el aprendizaje de idiomas y su impacto en el rendimiento académico, la mayoría de ellos (un 90%) han mostrado que los estudiantes de idiomas se desempeñan mejor en una variedad de materias académicas que los que no hablan un segundo idioma. 

Aumento de la concentración 

Se ha demostrado que, en tan solo una semana de aprender un nuevo idioma, se mejoran los niveles de alerta y concentración, que aumentan con el estudio continuo del idioma al menos cinco horas a la semana. Una investigación realizada en estudiantes de entre 18 y 78 años que aprenden una segunda lengua demuestra que mejora la capacidad de atención, sea cual sea el grupo de edad. 

Facilidad para cambiar de tarea

Los niños que crecen aprendiendo dos idiomas tienen más facilidad para cambiar de una tarea a otra. Con el cambio de tarea, los expertos evalúan una serie de procesos mentales (funcionamiento ejecutivo), que se fundamenta en la capacidad de prestar atención, planificar, organizar y elaborar estrategias.

Esta acción implica tres procesos mentales: mantener una regla, la capacidad de abstenerse de seguir una pauta y la de hacer el cambio y actuar según otra norma. Según la investigación, un niño bilingüe tiene dos conjuntos de reglas lingüísticas en mente y su cerebro está programado para alternar entre ellas en función de las circunstancias.

Protección ante la enfermedad de Alzheimer

Hablar dos o más lenguas podría ser un probable factor de protección ante la enfermedad de Alzheimer, para prevenir o frenar su aparición. En palabras de Gil Guerrero: “Hay estudios que ponen de manifiesto que hablar un segundo idioma puede retrasar hasta cinco años el envejecimiento cognitivo”. Por tanto, “hablar un segundo idioma podría ser una factor protector contra ciertas enfermedades degenerativas como el alzheimer o cualquier otro tipo de demencia”, afirma la experta. 

Lo demuestra un estudio publicado en la Revista de Neurología, coordinado por Josep Deví, especialista en trastornos cognitivos en el Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones (INAD) del Hospital del Mar, en Barcelona, según el cual, tras revisar de forma sistemática numerosas investigaciones publicadas sobre el tema, se puede concluir que podría existir una “relación directa entre el bilingüismo o el multilingüismo y el retraso en la aparición de los síntomas clínicos del Alzheimer o el freno de su posterior progresión”. 

En concreto, los expertos encontraron un retraso en el diagnóstico o la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad de entre cuatro años y medio y siete años. Lo asocian al hecho de que la capacidad de hablar dos o más lenguas aumenta la reserva cognitiva de la persona, es decir, su capacidad de resistir el deterioro cerebral sin que aparezcan síntomas o, si lo hacen, de forma inferior.

Similares conclusiones ha encontrado otro estudio publicado en Neuropsychologia, realizado por expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF), que asegura que hablar dos idiomas de forma habitual contribuye a la “reserva cognitiva y retrasa la aparición de síntomas asociados a un empeoramiento de la cognición y la demencia”.

Incluso algunos estudios han demostrado que “ante el mismo daño cerebral en una demencia, las personas bilingües presentan menos síntomas que las monolingües”, reconoce Gil Guerrero, que afirma que esto se debe a la “reserva cognitiva”, es decir, la capacidad del cerebro para mantener un funcionamiento adecuado a pesar de experimentar daños o cambios relacionados con la edad.

¿Cuál es el mejor momento para aprender un segundo idioma?

En 1960, Eric Lenneberg lanzaba la hipótesis de que existe un periodo de tiempo durante la infancia temprana que se alarga hasta la pubertad en el que las personas tienen más facilidad para aprender un idioma de forma fluida y sin acento extranjero. Para Gil Guerreo, esta hipótesis se basa en la idea de que “el cerebro humano está especialmente adaptado para adquirir habilidades lingüísticas durante esta ventana de tiempo”. Esto es así porque “la plasticidad de los cerebros en desarrollo permite usar ambos hemisferios en la adquisición de un idioma. En cambio, en los adultos, el idioma está limitado en un solo hemisferio, normalmente el izquierdo”, afirma Gil.

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