El cuerpo humano adulto está dotado de 32 dientes permanentes. Su función, además de la de masticar los alimentos que consumimos, es determinante para la digestión, el habla y la estética facial. Por ello, su cuidado debe de ser una de nuestras principales preocupaciones.
De recibir los cuidados adecuados, los dientes de un adulto pueden durar toda nuestra vida. Su resistencia es debida al esmalte –la capa exterior que protege la dentadura de gérmenes y bacterias–, que es el compuesto más duro de todo el cuerpo humano.
Durante años los dentistas han recomendado una gran cantidad de cuidados dentales para prevenir enfermedades que afecten no solo a nuestra dentadura sino a nuestra salud bucal.
La importancia del cuidado dental
La higiene dental es recomendable tanto desde un punto de vista estético como médico. Por este motivo, ya desde pequeños, todos deberíamos ser educados en la costumbre de cepillar nuestros dientes al menos dos veces al día, normalmente al mediodía y antes de irse a dormir, tras las dos comidas principales, aunque lo ideal es hacerlo después de cada ingesta.
De no cumplir con nuestros deberes bucales, es posible la aparición de las tan temidas caries dentales, un tipo de afección que reside en la placa bacteriana y que aprovecha el descuido de nuestros dientes para atacar el esmalte mediante la emisión de ácidos. Si no es tratada a tiempo, estas bacterias pueden tener efectos fatales en los dientes como dolor agudo, infecciones y, en última instancia, la pérdida del diente afectado.
Pese a ser la más común, la aparición de caries no es la única enfermedad dental que es posible desarrollar por el descuido de los dientes. Otras como la gingivitis o la periodontitis también dañan gravemente la salud bucal, en este caso de las encías, el tejido rosa que rodea los dientes y que los mantiene protegidos y en su sitio. Al igual que con las caries, de no ser tratadas estas afecciones pueden suponer la pérdida completa de dientes.
Todas estas enfermedades deben ser tratadas por un profesional de la salud dental. De hecho, los expertos recomiendan visitar a un dentista al menos dos veces al año para realizarse una revisión completa y descartar posibles enfermedades.
De igual manera, es recomendable no dejar pasar la ocasión de planificar una visita al odontólogo al sentir dolor o malestar en alguna parte de la boca o dientes. Si se actúa rápidamente, podrían limitarse los daños, consiguiendo salvar en algunos casos, dientes que de otra manera podría perderse de manera definitiva.
La relevancia del color en la dentadura
A la hora de examinar la salud bucal, uno de los principales factores es el color de nuestros dientes. Este está marcado principalmente por el esmalte. En caso de tener una higiene dental saludable, el color de la dentadura variará entre un amarillo claro o un gris algo azulado.
Esta tonalidad no solo es un indicador de una boca sana y saludable, sino que también es una mejora de autoestima por la importancia que tiene en el apartado estético. Tanto es así, que en ocasiones es común recurrir a blanqueamientos dentales, procedimiento mediante el cual se eliminan manchas incrustadas o decoloraciones de la dentadura, dando una apariencia mucho más llamativa.
Estos procedimientos deben llevarse a cabo bajo la supervisión de especialistas para no dañar el esmalte ni otros componentes presentes en las dentaduras. Más allá de estos métodos profesionales, es posible reducir el deterioro de nuestros dientes para que se vean con el color deseado sin necesidad de blanquearlos.
Recursos para que los dientes mantengan un color adecuado
Antes de recurrir a blanquear nuestros dientes, es recomendable no ensuciarlos en primera instancia. Por ello, existen algunos recursos que permitirán que los dientes mantengan su color original durante el mayor tiempo posible, evitando que se ennegrezcan. Uno de los métodos principales es evitar el consumo de alimentos y otros productos nocivos, como el tabaco, que puedan oscurecer la dentadura, como son:
- Té y café.
- Vino tinto.
- Salsa de soja.
- Tabaco.
En el caso de los dos primeros, el oscurecimiento se debe a un compuesto presente en las bebidas llamado tanino, el cual contribuye a que los pigmentos tanto del té y café como del vino se adhieran a los dientes con mayor facilidad. Por otro lado, el tabaco ennegrece los dientes, puesto que está compuesto de alquitrán y nicotina, entre otros. Por ello, y por todo lo que conlleva para la salud del organismo -al menos en el caso del tabaco y el alcohol-, hay que tratar de evitar estas sustancias en la medida de lo posible. Si no, siempre es recomendable enjuagarse la boca tras su consumo.
Además, la falta de cepillado puede oscurecer los dientes, ya que supondrá la aparición de cálculos dentales, también denominado comúnmente como sarro, que es la acumulación de ciertos componentes en entre las encías y el diente, provocando un color anaranjado. Por ello, es vital seguir tanto las recomendaciones de limpieza como la frecuencia de cepillado dental.
En consecuencia, el uso de hilo dental es igual de importante que el cepillado previo, ya que este permite retirar tanto el sarro como la placa bacteriana que se encuentra entre las cavidades dentales y que resulta imposible acceder mediante el uso de un cepillo de dientes convencional.
De esta manera, se recomienda utilizar la seda dental al menos una vez al día y siguiendo las indicaciones de un dentista, puesto que debe emplearse de manera suave para que no rasgue los tejidos por los que pasa. También es posible utilizar los denominados cepillos interdentales, que permiten cepillar los restos de comida entre los dientes y son una gran alternativa al hilo dental.