Las búsquedas del tesoro: el juego clásico de los años 70 que vuelve a conquistar a una generación
Al despertar por la mañana, lo primero que veían Mónica Baena y su pareja Rafa Borras eran papeles con pistas pegados en el armario de su habitación, mezclados con garabatos que ellos mismos habían anotado mientras descifraban coordenadas. Ambos son aficionados a las búsquedas del tesoro y esas pistas debían llevarles al ansiado premio.
Todo comenzó cuando, un buen día, la pareja vio un anuncio de un juego inspirado en las clásicas búsquedas del tesoro de los años 70, aventuras en las que los participantes debían resolver enigmas y encontrar la recompensa oculta. Se llamaba El Joc del Tresor y tenía como escenario Catalunya. “No nos lo pensamos dos veces”, admiten. “A partir de ese día, también empezó la obsesión por este tipo de juegos”, añaden.
Este pasatiempo está causando furor en algunos lugares del mundo, gracias a premios y propuestas tentadoras. Uno de los más sonados es la aventura ideada por John Collins-Black, que a finales de este 2024 publicó un libro llamado There's a Treasure Inside, en el que da pistas para encontrar cinco cofres escondidos por todos los Estados Unidos, valorados en más de dos millones de dólares.
En ellos, hay desde cartas raras de Pokémon o piezas de oro hasta objetos históricos que fueron propiedad de personajes como Pablo Picasso o George Washington. El libro ha sido un éxito de ventas y ha traído de cabeza a miles de buscadores que todavía no han encontrado los tesoros.
El de Collins-Black es uno de los ejemplos de cómo esta afición mueve a las masas, pero el mundo está lleno de otros ejemplos. Más cerca, en Catalunya, hace justo un año, Guillem Sanyes decidió llevar a cabo una idea similar y enterrar cofres por su tierra natal.
Pero, al contrario que Collins-Black, para monetizar la idea él no vendió libros, sino que creó una empresa que pudiera esconder un tesoro, enterrarlo y cobrar a los participantes por las pistas, permitiendo que los jugadores se organizaran en equipos para ir a buscarlo.
Lo consideraba también una manera de preservar la lengua catalana y de dar a conocer el territorio en el que vive. Al día siguiente, a las 9 de la mañana, ya estaba en la gestoría preguntando si era posible hacerlo o no.
Y así nació El Joc del Tresor. En la primera edición, quien se apuntara y formara un equipo con amigos o familia, recibía por correo electrónico un mapa y tres pistas iniciales. Cada domingo, los participantes obtenían una nueva clave.
El juego terminaba cuando, a partir de los enigmas, el primer equipo conseguía encontrar las coordenadas donde estaba escondido el tesoro. “Cada día, al regresar del trabajo, pasábamos horas intentando descifrar cada pista”, explican Baena y Borras. La primera edición comenzó el 18 de junio y finalizó el 16 de septiembre a las 16:15 h, cuando uno de los 581 equipos apuntados encontró el tesoro, valorado en 5.000 euros.
La segunda edición, que aún no ha empezado, está inspirada en la llegada de los Reyes Magos. Durante 25 días, desde el 6 de enero hasta el 31, los participantes deben encontrar tres ubicaciones cada día, guiados solo por fotos.
En cada ubicación, las distancias se van reduciendo, y a partir de esas tres ubicaciones, que representan los tres caminos por los que pasaron los Reyes, deben llegar a tres casas. Si han seguido correctamente el camino, el 31 de enero podrán encontrar una o todas las ubicaciones, donde está el incienso, el oro y la mirra.
“Mi objetivo es ofrecer a la gente una ilusión, una experiencia que normalmente no se puede conseguir”, admite Sanyes. “La emoción de sentir que están a punto de encontrar un tesoro que tienen en su territorio y que podría ser suyo”, añade.
Enigma 1: Descubriendo los inicios
Esta afición nace a finales de los años 70 y se convirtió en todo un fenómeno de masas. En parte, fue responsabilidad del libro Masquerade, de Kit Williams, que vendió más de un millón de copias. Contenía pinturas en las que se escondían pistas que conducían a un verdadero tesoro: una liebre dorada de 18 quilates que Williams había creado y escondido en algún lugar de Gran Bretaña.
Masquerade fue el inicio de la moda de resolver pistas y enigmas para localizar un tesoro escondido o reclamar un premio. El fenómeno fue tan fuerte que hasta se llegaron a reportar muertes y peleas entre quienes competían por las recompensas.
Un claro ejemplo de este auge fue también el Tesoro de Forrest Fenn: el codiciado cofre escondido en las Montañas Rocosas, en el oeste de Estados Unidos, por Forrest Fenn, un millonario coleccionista de antigüedades.
Fenn ofreció pistas sobre su ubicación en su libro The Thrill of the Chase: A Memoir, publicado en 2010, lo que desató una búsqueda que movilizó a miles de personas durante toda una década y hasta causó cuatro muertes. El premio no se encontró hasta 2020.
Motivado por la famosa búsqueda del Tesoro de Forrest Fenn, Jon Collins-Black, músico y empresario estadounidense, soñaba con crear una experiencia más personal y accesible.
Su nuevo libro, There's Treasure Inside, publicado en octubre de 2024, ofrece pistas a los ávidos 'buscadores de tesoros', guiándolos en una expedición para hallar cinco cofres ocultos en todo Estados Unidos, cada uno con objetos valorados en más de 2 millones de dólares.
Enigma 2: Búsqueda y tecnología
Las búsquedas del tesoro han resurgido en el siglo XXI, combinando el espíritu de la década de 1970 con la tecnología actual. Empresas especializadas han adaptado esta actividad al ocio moderno, como El Joc del Tresor o los populares escape rooms al aire libre, también conocidos como street escapes.
Este formato traslada la esencia de los escape rooms tradicionales, en los que los participantes resuelven enigmas en una habitación para escapar o cumplir una misión, a un entorno exterior. Así, los jugadores exploran barrios, parques o ciudades mientras descifran pistas y completan desafíos. “Siempre hemos hecho numerosos escape rooms, una actividad que está muy ligada a las búsquedas del tesoro”, afirman Mónica Baena y su pareja, Rafa Borras.
Un ejemplo destacado es Geocats, un proyecto diseñado para quienes buscan formas innovadoras de explorar ciudades a través de gincanas interactivas y búsquedas del tesoro.
Su fundadora, Antonina Orlova, comenzó como guía turística en Moscú y, tras mudarse a Barcelona, decidió centrarse en el turismo interactivo. “Durante la actividad, las personas descubren la ciudad de forma activa; la ciudad misma se convierte en el escenario del juego”, explica.
Orlova destaca que este formato fomenta una experiencia más significativa: “No es lo mismo buscar respuestas por uno mismo que escuchar a un guía turístico. Participar activamente te ayuda a aprender y recordar mucho más”.
Según la fundadora, las búsquedas del tesoro son una forma original de descubrir ciudades, potenciando el trabajo en equipo y la diversión mientras se explora. Pero este tipo de actividad se aleja del clásico juego de los años 70 en varios aspectos. En los street escapes no se compite contra nadie: el objetivo es colaborar en equipo para superar la misión.
Por el contrario, la gracia de las búsquedas del tesoro tradicionales radica en que son accesibles para todos y están físicamente vinculadas a un lugar donde se encuentra el premio. El primero en encontrarlo se lo lleva, algo que no sucede en los escape rooms.
El 'geocaching', otra variante moderna, combina la tecnología GPS con la búsqueda de tesoros, aunque estos no tienen valor económico. A diferencia de los clásicos juegos de los años 70, donde el reto consistía en resolver enigmas sin conocer la ubicación exacta, en el 'geocaching' los participantes, llamados ‘geocachers’, cuentan con las coordenadas del ‘cache’, un contenedor oculto que contiene un registro (generalmente un cuaderno o libro de visitas) donde los jugadores dejan su nombre o mensaje como prueba de que lo han encontrado.
De manera paralela, los negocios e influencers en muchos casos también usan las búsquedas del tesoro como estrategia comercial. En la actualidad muchos centros comerciales organizan búsquedas del tesoro como parte de sus estrategias de marketing o eventos especiales. Incluyen pistas y esconden premios que pueden estar relacionados con los productos o servicios del centro, u ofrecen descuentos y vales para los participantes.
Este verano, el influencer Nil Ojeda, con 1.900.000 seguidores en Instagram y 4.100.000 en TikTok, organizó una búsqueda del tesoro en 10 ciudades españolas donde contaba con más seguidores. Él mismo escondió latas llenas de la nueva ropa de su marca Milfshakes en cada ciudad, y lo anunció a través de un vídeo en TikTok, generando gran expectación entre los jóvenes y un gran revuelo en redes sociales.
Enigma 3: Rastro Descifrado
Las pistas se iban agotando, Mónica Baena y Rafa Borras cada vez se acercaban más a la coordenada final que les conduciría al tesoro de la primera edición de El Joc del Tresor. Ambos trabajaban hasta las siete de la tarde y temían que otro equipo llegara antes a la ubicación que creían correcta.
Guillem Sanyes, el creador de la prueba, explica que participar en el juego define mucho a las personas, ya que fomenta habilidades como la investigación, la deducción y el pensamiento crítico. “No es una actividad trivial; implica aprender sobre geografía, territorio y ser resolutivo, saber buscar información rápidamente y contrastarla, especialmente en un momento en el que se habla tanto de las fake news”.
El último enigma del juego llegó a las 21:30 del domingo, momento en el que decidieron coger el coche y dirigirse a Castellet i la Gornal, un pequeño pueblo de la comarca del Alt Penedès, en Catalunya. “Aprendes mucho, ahora podría recorrer Cataluña sin GPS y dibujarla”, comenta Borras.
Confrontados a la incertidumbre, se equiparon con frontales y una pala para desenterrar el tesoro. Al aparcar, pasaron cerca de una viña y empezaron a escuchar ruidos provenientes de animales que se acercaban, lo que les obligó a regresar a su hogar. Para Baena, no cabía duda: “Yo estaba segura de que el tesoro estaba allí”.
El lunes por la mañana, tras cumplir con su jornada laboral, regresaron durante el descanso del mediodía y, efectivamente, allí estaba. “La noche anterior estábamos a dos metros de encontrarlo”, señala Borras.
La pareja fue la ganadora de la primera edición de El Joc el Tresor. Subieron hasta la cima de la montaña, donde encontraron unas piedras apiladas y una cruz de madera. “No nos lo creíamos, fue impresionante”, reconocen.
“Para mí, estos juegos representan volver a ser niño, recuperar la ilusión de hacer cosas y descubrir lugares e historias”, afirma Baena. Con pala en mano, empezaron a excavar, igual que en las películas, para desenterrar el tan ansiado tesoro.
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