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El (no) pregón a puerta cerrada del ministro José Manuel Soria

Manifestación en el pregón de Soria

Héctor del Toro

Si la Real Academia Española define el pregón como el discurso para anunciar una festividad al público e incitarle a participar en ella, lo de José Manuel Soria en Telde dista mucho del concepto literario.

El barrio de San Juan estaba preparado para recibir al ministro, pero no con la alegría que seguramente a él le hubiera gustado: pintadas en varias paredes de la ciudad con el mensaje Soria traidor y centenares de personas que se aspotaban contra las vallas que los agentes antidisturbios de la Policía Nacional custodiaban en todos los accesos posibles a la antigua ermita de San Pedro Mártir, a unos 50 metros de la entrada.

En el interior de lo que actualmente sirve de sala de exposiciones, el pequeño edificio aparecía abarrotado por medios de comunicación, autoridades y ciudadanos. Afuera, podían escucharse desde lejos los gritos, las bocinas y el ruido de calderos, provocados por el descontento popular hacia el presidente del PP en las islas. En las pancartas, se leía Soria, hijo pre...inepto de Telde o Canarias no se vende.

Los manifestantes llevaban horas esperando que llegara el titular de Industria, Energía y Turismo, quien, puntual, aparecía a lo lejos en coche oficial. En su discurso, hablaría de su infancia y de su juventud, de la industria y las fábricas de Telde, y de sus personajes populares. Como era de esperar, no pronunció palabra alguna sobre el petróleo ni sobre el clamor que chocaba contra la puerta cerrada de la ermita.

Un claro no al petróleo

noEn la calle, Carmen Hernández aseguraba estar “radicalmente en contra de las prospecciones” y mostraba su apoyo en favor de las energías renovables, a la vez que criticaba al ministro por trabajar “contra los intereses de Canarias”, perjudicando a un sector turístico que simboliza “casi un tercio de la economía canaria”. La presidenta de los nacionalistas en Telde se acompañaba del colectivo de mujeres Isadora Duncan.

Carmelo Suárez, del Partido Comunista del Pueblo Canario, afirmaba que “la operación del petróleo es una agresión al medio natural y la entrega de las grandes capacidades productivas de nuestra tierra a los grandes monopolios”. Entretando, un representante de CCOO era retenido por la policía y puesto en liberad más tarde.

Cerca de ellos estaba A.R., que quiso asistir a la protesta con sus mellizos recién nacidos y comparó con “un crimen no defender la riqueza natural” de las islas. Por su parte, un teldense de 70 años advertía de que “las consecuencias de esto lo vamos a pagar todos”, incluidos “nuestros hijos y nuestros nietos”.

A su lado, Carmelo Ramírez, portavoz de Nueva Canarias en el Cabildo de Gran Canaria, hacía sonar su caldero con la intención de que “el ministro Soria, que es el auténtico responsable de todo este despropósito, oiga la voz del pueblo canario”.

Vicente Quintana, de Unidad del Pueblo, decía sentirse “harto de tanta represión del Gobierno de España hacia Canarias”. Mientras, José Macías, el que fuera presidente del Cabildo de Gran Canaria, realizaba llamadas para tratar de sortear la barrera policial y lograr compartir techo con Soria.

Una ciudadana bromeaba sobre el hermetismo pregonero, manifestando que había ido a la peluquería pensando que el evento sería público y, tras preguntar a un policía, este le había dicho que necesitaba invitación. No obstante, Álvaro Álvarez, que sí pudo acceder, comentaba a la salida que él había llegado una hora antes y había accedido sin acreditación.

Altercados

Después de 30 minutos, José Manuel Soria se marchaba por San Francisco entre gritos de sí, se puede. En la calle Conde de la Vega Grande, un grupo de manifestantes aguardaba a los asistentes al acto para abuchearlos. Tras ellos, habiendo circulado en sentido contrario, se alejaba un vehículo oficial por la calle Don Esteban, lo que provocó que el público corriera en su dirección varios metros con la esperanza de alcanzar a la alcaldesa María del Carmen Castellano.

En general, la manifestación se disolvió de forma pacífica, salvo algunos incidentes de un grupo de 15 jóvenes que volcaron un contenedor de reciclado de papel en la calle Licenciado Calderín, cortando la vía y enfrentándose a una decena de agentes, quienes portaban escopetas de pelotas de goma que no dudaron en utilizar ante el ataque de piedras de los radicales, uno de ellos con casco y la cara cubierta.

Finalmente, seis personas fueron detenidas, aunque tan solo cuatro fueron trasladadas a dependencias policiales.

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