Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Lo llamen intifada o no, Europa deja a Palestina sin opciones
El último informe de los jefes de “Misión de la Unión Europea” en Jerusalén fue muy claro: filtrado a la prensa en marzo de este año, el informe señalaba de que estaban todos los ingredientes listos para una situación de violencia y presentaba una serie de recomendaciones para evitar que ello ocurriese. En Bruselas, como todos los años, las recomendaciones del informe fueron archivadas, prefiriendo dar luz verde a Netanyahu.
Hay quienes habrán dicho que cualquier acto podría “poner trabas al retorno a la mesa de negociación”, haciendo de las mismas un fin en sí mismo más que un vehículo para terminar la ocupación israelí de Palestina. La actitud de la Unión Europea frente al informe de sus jefes de misión en Palestina es una de las razones principales por las cuales se ha creado una situación que algunos llaman “la tercera Intifada.”
Generalmente cuando en los medios de comunicación se habla de “Intifada”, algo así como levantamiento popular en árabe, es cuando los israelíes se ven afectados por la violencia. Claro, las diarias invasiones israelíes a Palestina no son noticia, incluyendo todas sus consecuencias. La prensa ha tendido a normalizar el hecho de que 536 restricciones de movimiento hayan sido impuestas por Israel dividiendo a palestinos de palestinos y que prácticamente todos los aspectos de vida en Palestina sean controlados por y desde Israel.
Es importante tener en cuenta ciertas que las manifestaciones palestinas se realizan primordialmente en territorio palestino ocupado, no en Israel. Los manifestantes palestinos no se trasladan a otro país para manifestarse por su libertad sino que lo hacen frente a los puestos de control que Israel ha impuesto para controlar sus vidas. Y es a ellos que Israel ha respondido con la brutalidad de siempre, con más de mil heridos y 18 muertos en menos de 10 días (hasta el momento 4 israelíes han muerto y una veintena han sido heridos).
Es difícil, por ahora, saber si es que este movimiento se puede realmente transformar en una nueva Intifada, pero lo concreto es que sobre el terreno hay una serie de condiciones objetivas que impulsan la movilización popular palestina. Por un lado Netanyahu y su gobierno lograron hacer entender al pueblo palestino que terminar con la ocupación no es una opción. Aquello dicho de forma tan articulada por la principal diplomática israelí Tzipi Hotovely y ratificado por el ministerio de la ocupación israelí (o “defensa”), deja a la población palestina en una situación donde tienen poco o nada que perder.
A ello debe sumarse la actitud complaciente de la comunidad internacional, principalmente Europa. Francia ha intentado por todos lados movilizar a Europa para impulsar un cambio en la zona, solo para que una gran parte del resto de los países respondan con que están esperando lo que hagan los estadounidenses para poder movilizarse. Lo que no quieren entender aquellos países es que Estados Unidos necesita de la movilización europea para impulsar cualquier cambio. Con ninguna de las partes movilizándose, los llamados al “retorno de las negociaciones” son tomados simplemente como una indicación de que Israel podrá continuar actuando con impunidad.
La connotada novela “Crónica de una Muerte Anunciada” del Nobel colombiano Gabriel Garcia Márquez (que paradójicamente describía la muerte de un árabe, el malogrado Santiago Nassar) es de lo más parecido a la situación actual. Nadie puede decir que no sabía, sin embargo nadie quiso actuar. Los llamados desesperados realizados por el liderazgo palestino para una urgente intervención internacional han sido respondidos con oídos sordos, mientras a Israel se le continúa premiando por violar sus obligaciones básicas.
El pueblo palestino ha demostrado históricamente que puede aferrarse a cualquier destello de esperanza. El 23 de Septiembre del 2011 cientos de miles salieron a las calles a celebrar el discurso del Presidente Abbas en la ONU donde pidió el ingreso de Palestina como miembro pleno a la ONU y su reconocimiento internacional. 4 años después, Europa aún discute si es que los productos de las colonias israelíes deben ser “etiquetados” o no. No es que Europa tenga discusiones para prohibir el ingreso de esos productos hechos con recursos naturales robados a los palestinos, sino sobre su simple etiquetado. ¿Cómo es posible mantener la esperanza en un proceso político con esa clase de respuestas? Palestina pide que Europa respete sus propias leyes, y Europa responde condicionando sus pasos al “retorno de las negociaciones.”
Claro, algunos esperaban que el pueblo palestino siga observando como sus tierras continúan siendo robadas para el uso de colonos extranjeros y su régimen de Apartheid. Pero pedirle ello a cualquier pueblo simplemente seria pedir algo antinatural. Si es que la comunidad internacional insiste en un proceso político que garantice impunidad a los crímenes de la ocupación israelíes, entonces la esperanza perdida en el “proceso de paz” el pueblo palestino la buscara en la Intifada, tal como lo hizo en 1987. Intifada o no, la colonización israelí y la inacción internacional parecen mantenerse como factores permanentes en el tiempo.
El 2011 Dennis Ross, uno de los principales responsables del fracaso del proceso de paz, fue a Palestina a amenazar a Mahmoud Abbas con sanciones si es que Palestina insistía en pedir membrecía en Naciones Unidas. Saeb Erekat respondió al enviado norteamericano: No hay nada peor que dejar a un pueblo sin nada que perder. Estados Unidos no cambio su política, Europa siguió esperando a ver que hacen desde Washington e Israel siguió su política que rechaza tanto dos estados sobre la frontera de 1967 como un solo estado con igualdad de derechos para todos ¿Cuál es entonces el mensaje que esperaban que el pueblo palestino, asediado y sitiado por fuerzas de ocupaciones y hordas de colonos, recibiese?
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.