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Alfonso Aijón: “Nuestros políticos se han olvidado de que la música clásica existe”

Alfonso Aijón: "Nuestros políticos se han olvidado de que la música clásica existe"
Madrid —

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Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 2 jul (EFE).- Alfonso Aijón, fundador de Ibermúsica, se ha arruinado varias veces para traer a España a las mejores orquestas y crear una afición que ahora ve en declive por factores como la falta de apoyo público: “Nuestros políticos se han olvidado de que la música clásica existe”, asegura a EFE.

Considerado el promotor más importante de España y uno de los más destacados de Europa en música clásica, en las cinco décadas en las que ha ejercido esta profesión ha visto cómo políticos tan dispares como Manuel Fraga, Javier Solana, Alberto Ruiz Gallardón o Joaquín Leguina coincidían en dar un impulso a las orquestas y auditorios que ahora simplemente se ignoran, lamenta.

Este martes recoge el primer premio 'Alberto Anaut. Impulso a la cultura' en el Círculo de Bellas Artes, que junto a La Fábrica ha decidido reconocer la labor de quienes dedican su vida al desarrollo de la cultura, no desde la creación, sino desde roles menos visibles (pero igual de importantes) como el emprendimiento, la promoción, la programación, la gestión, la comunicación, el comisariado o el mecenazgo.

Añadirá este premio a una colección que incluye la Orden del Imperio Británico, la Gran Cruz de Honor de las Ciencias y las Artes de Austria, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España y la Cruz de la Orden del Mérito de Alemania. También es miembro honorífico de la Filarmónica de San Petersburgo y la London Symphony Orchestra.

Aijón tiene 93 lucidísimos años en los que -como en la canción de Sabina- ha sido agricultor, minero, periodista de la DPA y hasta enterrador en Alemania, Birmania o Hong Kong, lugares donde se “autoexilió” antes de convertirse en promotor de música clásica.

Una biografía muy intensa y “peculiar” -como él mismo la define- siempre marcada por el gusto por la música culta que le inculcaron en el colegio Ramiro de Maeztu: “Lo debo todo a un Bachillerato muy bien hecho con profesores magníficos”, remarca.

Por eso tiene claro que uno de los males actuales, no solo en España, también en el resto de los países occidentales, es la falta de educación musical en los colegios, que han dejado de formar en un área del saber que a su juicio es fundamental para el propio funcionamiento del cerebro. “La música hay que necesitarla”, afirma, y para eso hay que aprender a amarla.

En su caso, como encargado de la música en las actividades de su centro educativo, con 14 años empezó a organizar conciertos, y a acudir a todos los que podía. A menudo acababa “de copas” con jóvenes intérpretes entonces desconocidos como Claudio Abbado, Daniel Barenboim y Zubin Mehta, cuenta.

Fueron ellos los que le animaron a montar una agencia de representación en el año 64, cuando volvió a España, de donde escapó cuando se enteró por un compañero de trabajo que también trabajaba en la policía de que se preparaban detenciones de jóvenes estudiantes desafectos al régimen franquista.

Aijón funda en 1970 Ibermúsica, la promotora más antigua e importante de música clásica en España, de donde sale en 2015, en la última bancarrota que ha sufrido, en este caso por la crisis económica. Ahora es el “jarrón chino”, bromea, de la agencia que ahora dirige Llorenç Caballero y que sigue organizando conciertos en el Auditorio Nacional.

Además de la falta de apoyo público, Aijón sabe que la principal enemiga de la música clásica, que exige atención y capacidad de abstracción, es la falta de concentración propia de las sociedades actuales. “Ya no saben qué inventar, el público siempre es el mismo y aunque se pongan las entradas a un euro muchas veces no se llena”, reconoce.

Pero cree que una solución puede venir de los países asiáticos. En China el gobierno alienta la formación en música clásica y las masivas ventas de pianos han devuelto a bolsa al legendario fabricante Steinway, que tiene a los grandes pianistas Lang Lang y Yuja Wang como embajadores comerciales.

“La Filarmónica de Berlín está cancelando en Alemania para irse a tocar a Shangai y las mejores orquestas del mundo tienen 10 ó 15 violinistas chinos o coreanos”, remarca este hombre que ha hecho un trabajo crucial en la formación del público español desde la dictadura hasta la actualidad.

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