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Angélica Liddell baila “con el fantasma de Belmonte” en “Liebestod”

Angélica Liddell baila "con el fantasma de Belmonte" en "Liebestod"
Barcelona —

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Barcelona, 21 jul (EFE).- Belleza, amor y muerte son los tres pilares de “Liebestod”, la última creación de la dramaturga y actriz Angélica Liddell, en la que aborda su relación con el teatro a través de la tauromaquia y baila “con el fantasma de Belmonte”, según ha dicho este miércoles en Barcelona.

Premio Nacional de Literatura Dramática, Liddell, una de las autoras españolas contemporáneas más internacionales, estrenará el próximo 23 de julio en el Grec Festival de la capital catalana este nuevo montaje, que viene avalado por su éxito en Aviñón.

El origen de la obra es “el teatro en sí mismo”, ha explicado la creadora, para quien “hablar de la historia del teatro es hablar de la historia de la emoción y de la sangre”.

Dos conceptos que, durante el proceso de creación, le llevaron “rápidamente a la tauromaquia”, esa “expresión de las bellas artes tan íntimamente relacionada con la tragedia”.

La figura de Belmonte “también surgió enseguida y mi identificación con él fue inmediata”, ha relatado la artista, que comparte con el torero sevillano que se suicidó en 1962 su visión trágica de la vida y el amor.

Juan Belmonte “fue un hombre trágico, un hombre atravesado por la tragedia, que murió con la frustración de no haber muerto sobre la arena de la plaza”, ha asegurado.

Él decía que se toreaba como se amaba, ha recordado Liddell, una relación entre amor y muerte que la autora lleva a escena en un espectáculo que ella misma describe como “una composición de cuadros” con los que intenta expresar “el sufrimiento a través de imágenes hermosas”.

En su visión trágica, la directora se siente muy cercana a Belmonte, al que hace referencia durante toda la obra, pero nunca desde la distancia. “Me trago a Belmonte -ha aclarado la artista-. Lo meto en mi sangre y su fantasma está dentro de mi cuerpo”.

La acompañan en su viaje hacia la catarsis colectiva de “Liebestod” otros artistas muertos, como Wagner y su “Tristán e Isolda” o Francis Bacon y su uso de la carne para crear “imágenes soberbias”.

También está muy presente en la obra una frase que decía Bacon y que Liddell ha repetido este miércoles: “el olor a sangre no se me quita de lo ojos”, una “definición perfecta de la estética”, según Liddell.

“La plástica es muy importante para mí. Busco la belleza por encima de todo”, ha agregado la artista, famosa por el poder visual de sus montajes.

Nacida en Figueres (Girona) y criada en las diferentes ciudades a las que era trasladado su padre militar, Liddell se ha mostrado hoy muy contenta de volver a Barcelona, donde estuvo el año pasado con su anterior montaje, en el que fue su reencuentro con la ciudad tras diez años de ausencia.

“Estuve diez años sin venir a Barcelona porque no me llamaban. Era algo que no podía entender y que me produjo un dolor muy grande”, ha confesado.

La ruptura fue tan grande que renunció al Premio Nacional de Cataluña que le ofrecieron, según ha desvelado este miércoles. “Les dije que no quería el premio, que lo que quería era venir a actuar, que hasta que no me dejaran reencontrarme con el público no iba a aceptar ningún premio”, ha afirmado.

Afortunadamente, Liddell siempre ha mantenido el contacto con el festival Temporada Alta de Girona y finalmente ha sido el Grec quien ha permitido su vuelta a Barcelona, el año pasado con “The Scartlett Letter” y este año con “Liebestod”, una palabra alemana que significa “muerte de amor”.

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