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Esta iglesia ya no pertenece a Dios, sino al arte urbano

Un montaje realizado por Okuda

David Sarabia

  • El artista urbano Okuda, en colaboración con ellos, ha creado una iniciativa de crowdfunding en Verkami para decorar por dentro hasta el último rincón de la iglesia

Okuda llevaba ya más de 2.000 muros intervenidos cuando, en diciembre de 2014, encontró en Facebook a los chicos de la Church Brigade y el skatepark que habían montado dentro de la iglesia de Santa Bárbara, en Llanera (Asturias). “¿Esto dónde es?”, les preguntó. Apenas tres meses después, Okuda tenía un plan: una iniciativa de crowdfunding en Verkami para decorar muros interiores, columnas, bóvedas y hasta vidrieras. Cinco días han transcurrido desde que se puso en marcha la campaña, que pretende recaudar un total de 24.111 euros.

“De hecho va a ser como mi catarsis final. Esa es la idea”, cuenta Okuda a eldiario.es. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense, el santanderino ha dejado su sello en más de medio mundo. Ciudades como Zurich, Londres, Varsovia, Tennesse, México DF, Miami o Queensland han sido testigos de su arte, que tiene un punto de cubista, después de que Picasso sellara la carta en origen. Okuda usa polígonos, triángulos de colores que rellenan caras u objetos bien definidos. Una alegoría de la rosa de los vientos pero alegre, a excepción de los espacios en negro, que el artista rellena de estrellas haciéndolos pasar por algún punto del universo.

La iglesia será así. Ahora mismo es solo un skatepark alejado del ruido y los coches. Ernesto Fernández y los suyos la compraron en el 2007 “con el fin de restaurarla y convertirla en una sala polivalente”, que diese “múltiples servicios a las empresas del polígono y la zona centro de Asturias”. El templo, construido en 1912, prestó servicio a una fábrica de explosivos cercana, pero que cerró tras la Guerra Civil. Sin embargo, “la iglesia continuó dando servicio al pueblo de Coruño hasta los años 60”, cuenta. 

Fue justamente en esa década, la de los 60, cuando una sociedad privada que ahora lleva el nombre del polígono industrial donde se encuentra la iglesia -Asipo-, compró los terrenos y demolió todo: las casas de los trabajadores, la escuela, el economato. Todo menos el templo, que quedó abandonado hasta 2007, fecha en la que la familia de Ernesto lo compró a la sociedad: “Al poco de comprar la iglesia, y por suerte antes de invertir nosotros dinero en su rehabilitación, comienza esta 'crisis económica', lo que frenó nuestro proyecto y condenó al edificio a estar nuevamente en desuso”, dice con cierta pena el asturiano.

La unión de dos mundos

El norte de España es verde, la lluvia tiene la culpa. De eso y de que Santa Bárbara sea un skatepark. “Se nos ocurrió a un grupo de amigos montar una pequeña rampa en el interior ya que en Asturias llueve tanto y no disponemos de sitios cubiertos donde patinar”, afirma Ernesto. Un espacio con más de un siglo de historia se convirtió en moderno gracias al ingenio de la Church Brigade, pero eso no basta. Cuando Okuda finalice su intervención, además de un atípico lugar para patinar, será un museo.

Él fue el mismo que hizo de una estación del Metro de Madrid una obra de arte. La cara de Paco de Lucía fue imbuida del icónico estilo de Okuda -junto a Rosh333- en la Línea Zero en marzo. Un mes después pisó por primera vez la iglesia de Llanera: “Vi una foto a finales del año pasado, pero no fue hasta Semana Santa que estuve en ella”, y quedó maravillado. Para entonces, ya le había comunicado sus planes a Ernesto y sus amigos: “Me motiva mucho, principalmente porque muros tengo más de 2.000 e iglesias, ninguna”, cuenta el artista. 

“Digamos que una de las superficies mas usadas del arte clásico han sido las iglesias, la religión, los reyes, la realeza. Por eso todo me atrae bastante. Es llevar el arte contemporáneo a eso. La unión de dos mundos”, cuenta Okuda. Piensa hacerla nueva por dentro. Actualmente solo hay rampas para lanzarse con el skate, instaladas por Ernesto y su banda, que asegura: “Somos un club privado y nos autofinanciamos, pero cuando vienen amigos a patinar muchas veces nos dejan una limosna para seguir medrando”.

A la iglesia de Santa Bárbara solo se puede entrar con cita previa. Está abierta a todo el mundo, pero para que no se formen aglomeraciones y, a fin de cuentas, al ser un espacio privado, desde la página web de la Church Band hay habilitado un formulario de contacto para pedir la vez. Lo que está claro es que de casa del Señor si alguna vez tuvo algo, ya no tiene nada: “La iglesia nunca había pertenecido a la Santa Sede: ha sido siempre privada y está desacralizada”.

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