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El legado de Something Else Press: la pasión por el panfleto, el manifiesto y la poética del azar

Postal de Robert Filliou para la serie 'Ample Food for Stupid Thought', publicada por Something Else Press en 1965

Elena Cabrera

Madrid —
26 de septiembre de 2023 22:35 h

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La exhumación arqueológica de todos los restos que Alice Centamore y Christian Xatrec han podido reunir de una editorial marginal como Something Else Press funciona con una potencia atómica de inspiración para ser un Dick Higgins y una Alison Knowles del siglo XXI.

Centamore y Xatrec son los comisarios de la exposición Llámalo de otra manera, que se inaugura este 27 de septiembre en el Museo Reina Sofía. “Llámalo de otra manera” fue lo que Alison Knowles le dijo a Dick Higgins cuando este le comentó que pensaba montar una editorial a la que llamaría Shirtsleeves Press (mangas de camisa). “No me gusta”, sostuvo ella, con la sinceridad de la artista, pero también de la intimidad de ser la pareja de Higgins: “Llámalo de otra manera” (Call it something else). Y él, con una literalidad humorística, llamó a su proyecto, en 1963, Something Else Press. Como tantas otra veces en la historia del underground, Higgins quiso montar su propia editorial para autopublicarse un libro (Jefferson’s Birthday/Postface) que fue rechazado por un miembro del grupo de vanguardia Fluxus, George Maciunas, a pesar de que era amigo suyo.

Lo que empezó como una editorial, al final fue de todo: cualquier otra cosa, incluida una galería de arte montada en el salón de casa de Alison y Dick. Crearon panfletos, merchandising, newsletters, producción discográfica y videográfica, manifiestos, happenings, performance, obras de arte… al final, los libros eran lo de menos. O lo de más, porque a Alison Knowles se le ocurrió hacer uno gigantesco en el que se pudiera vivir dentro –y también lo instaló en casa– de ocho páginas sobre raíles. Era tan grande que no consiguió llevarlo a la Biblioteca del Congreso para que le dieran un ISBN, era tan grande que no se conserva en sí mismo, pero en la exposición queda rastro documental de él.

La editorial estuvo activa 11 años (1963-1972) y, como en tantos proyectos geniales y kamikazes, la lista de lo que no se hizo es más larga que lo que se hizo. De hecho, el listado de todo aquello que “se mencionó” o “se susurró” que algún día se haría realidad, forma parte también de la exposición como una obra en sí misma. Incluso un sirope de arce Something Else se encontraba entre esos futuribles.

Eran tantas cosas y tan inclasificables las que hacían, que el propio Dick Higgins promovió el concepto “intermedia” para definir esa experimentación entre formatos tan propia de la contracultura de la década de los 60. Y tan divertida, por otro lado.

Porque si la exposición de Centamore y Xatrec produce ese gusto, esa alegría que no llega a ser humor –a veces sí– pero está cargada de picardía, comicidad y extrañeza, es porque Something Else Press era así. La muestra ocupa varias salas y reúne más de 600 obras y objetos en vitrinas y paredes. En algunos casos, los comisarios se convirtieron “en detectives”, señaló Alice Centamore en la presentación a los medios este martes.

Además de los libros, la exposición recoge panfletos: publicaciones pequeñas en formato cuadernillo, baratas, con evidentes ansias de agitación; entre ellos, The Art of Noise, el manifiesto futurista de Luigi Russolo, uno sin título (o con un espacio en blanco donde debería estar el título) de la propia Alison Knowles, uno de John Cage y otros tipos de manifiestos.

La editorial, por supuesto, tenía su propio manifiesto, escrito en 1964, que puede leerse en la exposición y que juega sobre ese “algo más” del nombre de este fascinante empeño. Este texto acaba incitando a algo: “Persigamos un arte que cacaree y nos llene las entrañas”. Es decir, que llame la atención, que no deje indiferente, no solo al espectador sino al propio artista.

Una vitrina expositora recoge boletines y tarjetas en los que incidían sobre ideas, muy cercanas al entorno Fluxus y que los perpetradores de estos proyectos querían colocar en el mundo del arte. Por ejemplo: la importancia del aburrimiento y la del azar. Aquí, y en muchas obras, aparece de manera explícita o implícita la importancia del juego en el arte. Jugar con las palabras, con el orden de las cosas, con sus proporciones, sus significados y el arte mismo Todo está trastocado en Something Else. La caja de preguntas sarcásticas Ample Food for Stupid Thought de Robert Filliou es una muestra de ello. O la incorporación como ‘obra’ de una no-tienda creada en un pueblo del sur de Francia, Villefranche-sur-Mer, que casi nunca estaba abierta pero era que era gestionada por los artistas George Brecht y Robert Filliou –a los que se encontraba con mayor seguridad en los cafés cercanos– es otro ejemplo de “aventura fugaz o proyecto efímero” cuyo rastro está reunido aquí.

También hay obra que impresiona, como las Notations, una colección de manuscritos recopilados por el mismísimo John Cage; la producción del fallecido poeta John Giorno, incluida su voz, alrededor de su obra Cancer in my left ball (1973); el desarrollo de la obsesión de Higgins por Gertrude Stein, que consideraba una referencia ineludible; o un cuadro de Jackson Pollock (Free form, 1946) que a la comisaria le llamó su atención por su (pequeño) tamaño.

En el día de la inauguración al público, este miércoles 27 de septiembre por la tarde, tendrán lugar dos performances: Tania Arias replicará Zyklus, una obra de Tomas Schmit en la que 12 botellas colocadas en una circunferencia de dos metros de diámetro se llenan de agua; la performance termina cuando al cabo del tiempo, se evapore el agua de las botellas. Y la poeta María Salgado realizará una titulada Let her try.

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