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TeamLab, el impresionante arte interactivo que te sumerge entre olas y mariposas

Flutter of Butterflies Beyond Borders', (2019)

José Antonio Luna

Ensō es la práctica zen de dibujar un círculo con un solo trazo. Basta con mojar el pincel en tinta, posar la punta sobre el papel y girar la muñeca con habilidad para conseguir un bello cerco. Para los budistas representa la fuerza y la elegancia, un gesto con el que cuerpo y mente alcanzan la perfección. Pero no es tan sencillo. Solo alguien realmente puro conseguirá un auténtico ensō, ya que, según cuenta la tradición, la circunferencia también refleja el alma de quien la pinta.

La tradición no tiene por qué quedar exenta de innovación. La obra Cold Light lleva su significado a otro nivel: es una pantalla que proyecta un rastro de tinta 3D que gira sobre sí mismo a cámara lenta, mostrando con todo lujo de detalles las partículas de pintura que se pierden por el camino. Como si de un efecto fantasmal se tratase, acaba formando un majestuoso ensō resplandeciente. Es, como lo denominan sus creadores, la “caligrafía espacial”.

Es una de las piezas que trae a nuestro país el equipo de teamLab, un colectivo japonés que llega por primera vez a España después de arrasar en el país del sol naciente con el primer museo de arte digital del mundo. Y, aunque en Madrid no parece fácil habilitar los 10.000 metros cuadrados del Mori Building Digital Art Museum, al menos sí que podrá disfrutarse de las tres creaciones que ocupan una planta entera del Espacio Fundación Telefónica, donde se podrán ver gratuitamente hasta el 9 de junio. “Solo” tres, pero no por ello menos impresionantes.

Nada más atravesar la primera cortina negra aparece Flutter of Butterflies, Born from Hands (2019), un mural interactivo en el que las mariposas aparecen y revolotean a través del contacto con el visitante. Reacciona en tiempo real a los gestos y al número de manos que se posan sobre la superficie, como si tuviera vida. Por momentos, no parece que se trate de una proyección.

“Con la exposición queremos trasladar un mensaje de interacción con los demás, con personas que tienes a tu lado y que a lo mejor no saludarías por la calle”, explica a eldiario.es Kazumasa Nonaka, del equipo teamLab, sobre la capacidad colaborativa de sus piezas. En ellas no aparecen un cartel de “no tocar”. Todo lo contrario: animan a hacerlo para conectar con quienes también están en la sala. Son los espectadores quien, en cierto modo, también complementan la obra.

Pero la pieza inicial es solo el caramelo de bienvenida. La más impresionante de todas es Black Waves: Lost, Immersed and Reborn (2016), compuesta por treinta proyectores que llenan toda la instalación con una gran masa de agua similar a La gran ola de Kanagawa, pintada por Hokusai en 1830. “Los artistas japoneses de hace 300 años fueron los primeros en plasmar la lluvia en forma de líneas. Todo fue gracias a la observación: alguien percibió que una gota prolongada en el tiempo podría asemejarse a este efecto, y desde entonces es cómo lo hacemos el resto”, aclara Nonaka sobre las referencias de este trabajo, para el cual calcularon la interacción de miles de partículas en 3D generadas por ordenador.

El resultado, junto al sonido y al de los suelos reflectantes, es un poderoso efecto inmersivo que invita a sumergirse con la mirada en la grandeza de los océanos. El recorrido por la sala es como transitar un pequeño y confuso laberinto que termina con la ya mencionada Cold Light, un punto final más que adecuado para meditar sobre todo lo que propone este viaje.

De espectador pasivo a activo

El arte de teamLab se escapa del cuadro. El colectivo fue fundado por Toshiyuki Inoko en 2001, era del asentamiento de las nuevas tecnologías, con la idea de crear un equipo multidisciplinar integrado por profesionales de diferentes materias, desde matemáticos hasta arquitectos. En lugar de la noción clásica de obra de autor, optaron por el trabajo colaborativo para explorar el terreno desde múltiples perspectivas.

Como consecuencia, según explica Nonaka, “el proceso creativo es un infierno”. “Es algo muy caótico porque no lo lidera un solo artista, sino varios con funciones e ideas diferentes. Solemos marcar una dirección tras un intenso debate, pero el proceso es muy lento y puede durar de seis meses a un año”, señala. De hecho, en ocasiones el trabajo no termina ni siquiera con la finalización de la obra.

Pero a pesar de que arrancaron a comienzos de este milenio, el trabajo de teamLab no se dio a conocer al público hasta 2011, cuando ya empezaron a hacerle hueco en exposiciones. “No sabíamos que había un mundo interesado en esto a parte de nosotros mismos. Además, el arte digital no se estilaba y estaba totalmente fuera de la corriente principal”, considera el especialista.

Al contrario de lo que ocurre en museos convencionales, lo que se propone no es mirar lienzos para comprender el contexto o la corriente pictórica de un autor. “La tecnología digital sirve para liberar el arte. Por ejemplo, si tienes un trozo de arcilla o un lienzo delante, al final todo tiene que ajustarse al formato. Pero en el mundo digital, no: si tienes una pantalla o un proyector puedes hacer muchas cosas distintas”, afirma el creador nipón.

El experto añade que “no es que La Mona Lisa no sea relevante para el arte”, sino que el enfoque de su colectivo es “diferente”. No importa que las personas se apelotonen o se hagan selfies frente a las obras, porque precisamente ese es el mensaje que persiguen sus creadores: la unión. “Que incite a la participación de la gente es justo lo que hace que sea más bonito, que se relacionen unos con otros, que lo perciban juntos… Quizá es una visión muy optimista, pero al final nuestras exposiciones están funcionando muy bien”, valora Nonaka.

Precisamente por ello descartan otras tecnologías como puede ser la realidad aumentada o la realidad virtual, ya que “pueden aislar a la gente en la pantalla”. La opción prioritaria, al menos por ahora, es jugar con los espacios físicos.

Aun así, todavía queda mucho camino por recorrer. Según el experto nipón, “el arte digital sigue estando en proceso de evolución” y aún queda para que lo empiecen a considerar como algo creativo más allá de Japón: “En nuestro caso quizá es un poco más fácil desarrollar todo este campo museístico por toda la herencia cultural que tenemos”. No obstante, señala que están buscando nuevas áreas de desarrollo en Europa. “Os sorprenderemos con algo pronto”, asegura mientras sonríe.

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