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ENTREVISTA | Ewen Bremner

Ewen ‘Spud’ Bremner y la falsa maldición del secundario memorable

Ewen Bremner como Spud en la Trainspotting original

Francesc Miró

Veintiún años después de Trainspotting, Danny Boyle estrenó una secuela que se enfrentaba a lo que todas las secuelas: el peso del antecedente. La diferencia, en este caso, es que la generación que vio la primera entrega la había convertido en un icono de la contracultura, decadente imagen de una generación que se iba al garete.

Dos décadas después, sus protagonistas habían sustituido correr por Princess Street escapando de 'seguratas' de unos grandes almacenes por correr sobre una cinta en un gimnasio para escapar del colesterol. Un mensaje, en cierto sentido, igual de decadente que venía a decir a la generación que creció con aquella película que nada había cambiado en sus vidas. No en vano, el film de 1996 fue el último gran alegato nihilista del cine del siglo XX, junto con El club de la lucha.

La secuela pasó algo desapercibida por la taquilla recaudando en su semana de estreno unos discretos 330.000 euros, pese haberse estrenado en casi trescientas salas. A día de hoy cuenta un total de dos millones de euros, cifra alejada de los 16 de la original.

Su nihilismo, visto hoy, traza una crítica social que sitúa a todos sus personajes en busca de una redención que nunca llega. El que más la necesita es un cuarentón drogadicto llamado Daniel ‘Spud’ Murphy, interpretado por el actor británico Ewen Bremner. Seguro que se acuerdan: el de la entrevista de trabajo puesto de speed, las sábanas manchadas y único testigo de la traición con la que terminaba la película original. T2: Trainspotting vuelve a intentarlo en el mercado doméstico con las ediciones de Sony Pictures Home Entertainment y nosotros rescatamos el personaje más entrañable del universo creado por Irvine Welsh. Un secundario memorable y orgulloso de serlo.

Iconos sin pretenderlo

A Ewen Bremner lo has visto muchas veces pero es fácil que no supieses su nombre. Lo viste en Snatch: cerdos y diamantes, en Pearl Harbor, en Black Hawk derribado, en Un funeral de muerte y ahora en Wonder Woman. Su carrera se ha mantenido siempre a un paso de la fama y sin embargo todos sus personajes tienen algo encomiable. Forma parte por derecho propio de toda una tradición de secundarios británicos memorables y su Spud sigue bien vivo en nuestra memoria. Los veinte años que lo separan del personaje de T2: Trainspotting no han pasado en balde.

“No es algo común volver a ser un personaje que fuiste hace tantos años y menos uno que ha envejecido igual que tú. Volver a ponerme en su piel era una oportunidad única”, cuenta Bremner a eldiario.es. Eso significaba el reto de dotar de pasado al mismo: “Para ponerme en su piel había que considerar lo que le había ocurrido durante todos esos años. Es un ejercicio de hacerse un mapa de su vida para saber qué cargaba a sus espaldas cuando volvía a verme”, explica.

“Lo fantástico es que no fue difícil, llegué ahí de forma natural y creo que los demás también vieron que no era una tarea imposible. Todos volvimos a ser Spud, Sick Boy, Renton... Creo que porque una parte de ellos seguía en nuestro interior. No podíamos hacerlo mal”, reflexiona el actor escocés.

El peso de los años y las expectativas que había en torno a una secuela tan esperada no les afectó lo más mínimo. “Para nosotros fue una sorpresa ver que los personajes que creamos se convertían en algo icónico, pero nuestras actuaciones no se regían por eso. Es decir, no actuamos pensando que esos personajes se convertirían en iconos populares y representativos de una generación invisible cuando los interpretamos en 1996. Ni pensábamos en eso ni lo pretendíamos”.

Sobre él no pesa ningún tipo de remordimiento tras tantos años de quedar en segundo plano; es un excelente actor y no le importa no ejercer de héroe, de protagonista, de salvador. Eso no va con él. “Para mí, interpretar es intentar decir algo en cada frase, en cada escena. Por eso mi objetivo no era alcanzar mayor protagonismo recuperando un personaje así”, cuenta el actor actor escocés. “Como actor pensaba en hacer honor al guión que tenía y al personaje que había interpretado años atrás. En ser el mejor Spud que pudiera ser, saliese un minuto o una hora en pantalla. Esa era mi misión”.

Lo que importa es existir

“La gente se obsesiona con los detalles como a qué colegio fui, cuantos aprobados tengo, podrían ser seis, podrían ser cero pero eso no importa, lo que importa es que yo existo... ¿No?”, decía en una de memorable escenas de la primera Trainspotting. Fiel a una frase que podría parecer baladí, su personaje en T2 funda su desarrollo en que sigue existiendo... a su pesar. Sigue malviviendo como parte de una generación, una clase y un mundo olvidados.

“Lo que contamos es, en parte, verdad porque existe toda una generación que no se ha adaptado al mundo que conocemos. Pero no solo en Escocia, ni siquiera en el Reino Unido: es un fenómeno global”, cuenta Bremner cuando se le pregunta por los cuarentones desarrapados que protagonizan T2 Trainspotting.

“En cada ciudad hay guetos en los que la gente vive su vida bajo las normas de una economía degradada, de una cultura y una educación que poco tiene que ver con la que conocemos”, explica. “Es decir, tenemos generaciones que son casi invisibles ante nuestros ojos, ante el relato generacional, y lo remarcable es mirar a esas personas e intentar captar sus problemas”.

“No es un fenómeno que haya pasado únicamente en los últimos años, pero es cierto que con la llegada del nuevo milenio muchos crecimos viendo cómo la economía fracasaba, cómo el medio ambiente se moría, cómo muchos sueños eran falsos”, reflexiona Bremner. “Spud es un reflejo de eso: tiene un espíritu puro y es una buena persona pero sus posibilidades de progresar siempre han sido limitadas. Él no ha contado con la ayuda que necesitaba para alejarse de las drogas, el apoyo para no rendirse”.

Según él, la mediación gubernamental no llega a todo el mundo, “aunque exista una red de asistencia muchas veces no es suficiente, así que es fácil comprender que no haya gente que no encuentre alicientes ahí fuera para seguir adelante. En todo el mundo encuentras personas como él, que se ha rendido”.

Por suerte, cuando está a punto de dejarse llevar por la depresión, Mark Renton, el personaje de Ewan McGregor, aparece en escena para ofrecerle una salida. “Todo el mundo necesita respuestas a su dolor y sus problemas. La gente agradece cualquier tipo de ayuda y se engancha a lo que sea buscando un efecto medicinal: la música puede salvarte la vida, el deporte puede ser una medicina... Ya sabes, son esas pequeñas cosas que te ayudan a conectar con lo que eres, a sentirte parte de una comunidad para no estar tan solos”.

Ese es justamente el mensaje de T2: Trainspotting, una nueva lectura sobre uno de los inicios más famosos de la historia del cine. “Elige Facebook, Twitter, Instagram y espera que alguien, en algún sitio, se preocupe por ti. Elige buscar antiguos amores, deseando haber hecho las cosas de forma distinta. Y elige ver cómo la historia se repite. Si eres un adicto, eres un adicto. Pero engánchate a otra cosa. Elige la vida”, nos dice la voz en off esta vez.

Para Ewen Bremner, alias Spud, “hay atajos para sentirte bien de forma inmediata e intentar combatir ciertos males. Pero es pasajero: es un rasgo humano querer buscar algo que te satisface. Intentar encontrar satisfacción. Ya lo cantaba Mick Jagger, ¿no?”.

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