Josefina Molina: “Las cineastas jóvenes tienen la autoestima más alta que las de mi generación”
La cita con Josefina Molina (Córdoba, 1936) tiene como marco un camerino del teatro Calderón, de Valladolid, donde la veterana y premiada directora preside el jurado de la Seminci, a la vez que participa en un encuentro de mujeres cineastas.
Este escenario recuerda inevitablemente a Función de noche (1981), uno de los filmes más importantes de Molina, que retrató de forma descarnada la crisis de pareja de la actriz Lola Herrera con su marido, el también actor Daniel Dicenta. Pionera como realizadora tanto en televisión como en cine, primera diplomada en dirección por la antigua Escuela Oficial de Cine (EOC), mujer innovadora y responsable de series memorables como Teresa de Jesús, con Concha Velasco como protagonista, Josefina Molina supone un referente para las nuevas generaciones de cineastas.
No en vano su trayectoria cuenta con un Goya de Honor en 2011 y con el reciente Premio Nacional de Cine. “Bueno”, comenta la directora con hablar pausado y gesto sonriente, “la palabra pionera podría aplicarse mejor a algunas cineastas de la etapa republicana como Rosario Pi o Elena Cortesina. Pero, en fin, es cierto que fui una de las primeras diplomadas de la EOC junto con compañeras como Cecilia Bartolomé o Pilar Miró. En la EOC de los años 60 se trataba de dar un carácter académico a una profesión que hasta entonces tenía más de espectáculo que de cultura en sentido estricto”.
Ha dirigido teatro -Cinco horas con Mario, durante varias temporadas, entre otras-, cine y televisión hasta llegar a sus incursiones en la literatura en los últimos años con títulos como Sentada en un rincón, una autobiografía profesional o la novela Cuestión de azar.
“Siempre me gustó”, señala, “experimentar, innovar o explorar nuevos caminos. Por eso creo que resulta fundamental que las profesionales veteranas asumamos la obligación de seguir luchando y de abrir camino a las nuevas generaciones. Cuando la Academia me concedió el Goya de Honor mencioné que, de algún modo, me sentía representante de muchas frustraciones porque muchas cineastas de mi generación tuvieron que desistir, que arrojar la toalla, ante un entorno hostil, las dificultades de todo tipo y la falta de oportunidades para las mujeres”.
Josefina Molina ha compaginado en Valladolid su papel como presidenta del jurado internacional de la Seminci con su participación en un encuentro de directoras que ha puesto de relieve, una vez más, la discriminación de las mujeres en el sector del cine. Una veintena de realizadoras como Carla Simón, Leticia Dolera o Nely Reguera, entre otras, han denunciado, con datos en la mano, que de los 3.358 largometrajes que se han rodado en España en esta década apenas 393 (un 12%) estuvieron dirigidos por mujeres.
En esa línea de doble rasero según el género, las cineastas han subrayado las trabas para rodar una primera o una segunda película, pero todavía más para abordar un tercer filme. En palabras de Carla Simón, que tuvo una gran acogida hace un par de años con su película Estiu 1993, “resulta alarmante que las mujeres no consoliden sus carreras”. Además este trato desigual se registra asimismo en los presupuestos de los filmes, ya que la financiación media de una producción dirigida por mujeres se sitúa en 1,4 millones mientras la de un hombre casi dobla esa cifra, 2,7 millones.
Entre las conclusiones de este encuentro, celebrado el pasado fin de semana y organizado por la Seminci y la revista Caimán, destaca la reivindicación de contemplar los trabajos de las mujeres con una perspectiva de diversidad y no tanto de género. “No se trata de cine de mujeres”, afirma el manifiesto final, “sino de mujeres haciendo cine”.
Otros puntos de las conclusiones se refieren a medidas de discriminación positiva en los baremos de puntuación para la obtención de ayudas públicas, en reivindicar la paridad en los jurados de los festivales o en actuaciones que fomenten la conciliación. Al hilo de estos debates, Josefina Molina opina que se torna muy complicado para las directoras rodar una primera película, porque en la industria del cine “todavía hay reticencias sobre lo que una mujer es capaz de hacer”. Ahora bien, la premiada realizadora confía mucho en las jóvenes.
“Las cineastas de ahora”, manifiesta, “demuestran una gran claridad mental sobre sus objetivos y, desde luego, tienen la autoestima más alta que las de mi generación. Eso sí, nosotras éramos muy cabezonas para lograr nuestros propósitos, como dice mi amiga Cecilia Bartolomé”.
Gracias a esa cabezonería Josefina Molina ha sido directora y guionista de una treintena de películas y series de televisión. Pues bien, aquella adolescente que en su Córdoba natal quedó fascinada por El río, de Jean Renoir, y decidió dedicarse al cine “por la capacidad de la imagen para contar historias y transmitir emociones” recibió el mes pasado el Premio Nacional de Cine. Y, por supuesto, sigue en la brecha.