Las claves por las que el cine de Alfred Hitchcock se recordará más que los taquillazos actuales
¿Cómo acercarse a lo mil veces contado?, ¿cómo analizar lo analizado hasta la extenuación? Esa es la primera pregunta que debe responder quien decide hacer, por ejemplo, un documental sobre Alfred Hitchcock. Del director británico hay de todo. Libros, ensayos, teorías, documentales y tesis doctorales. Se han radiografiado sus escenas plano a plano -con la de la ducha de Psicosis a la cabeza-, y se ha hablado de sus obsesiones recurrentes, con las mujeres rubias en el centro de su imaginario fetichista.
A lo mejor lo que había que hacer era dejar que el propio Hitchcock hablara. Que él se explicara a sí mismo. Mirar a sus raíces para entender lo que late en cada una de sus obras. Ver el corazón detrás del suspense, de los giros y los misterios. Eso es lo que ha hecho el director Mark Cousins, uno de los documentalistas más atrevidos e hiperactivos del momento actual y que acostumbra a revisitar la historia del cine desde otras ópticas. Lo había hecho ya prestando atención al feminismo, a la forma de mirar (de forma literal) o centrándose en autores fundamentales como Orson Welles y, ahora, Hitchcock en Mi nombre es Alfred Hitchcock, que llega este viernes a las salas españolas.
Para alejarse del tópico recurre a un “pequeño juego”, que sea el propio Hitchcock (desde la voz del actor Alistair McGowan) el que repase su vida a través de sus películas. “Pensé que sería más divertido imaginar cómo mostraría él sus películas de una manera contemporánea”, dice Cousins que subraya que siempre intenta “evitar la forma más convencional de hacer algo”. Estructura su documental en seis temas que el director repite en sus obras. Algunos obvios como el deseo, pero otros no tanto como la soledad o la evasión.
Cousins muestra un cuaderno garabateado donde fue apuntando los temas que le iban surgiendo cuando revisó las películas durante la pandemia, momento donde nació la idea de este trabajo, algo que marcó la elección de los mismos. “Creo que temas como la soledad, que fue el segundo que apunté, vino provocado por la COVID-19. Todos nos sentíamos solos y quería hablar sobre ello y así mezclar algunos temas que nos suenan familiares en el cine de Hitchcock, como el escape y el deseo, y otras cosas que no consideramos tan hitchcockianos, como la plenitud”, añade.
El escape también fue un tema que para el director del documental se potenció por el confinamiento, donde “todos estábamos presos de alguna manera”. Para él, toda la carrera de Hitchcock responde a esa necesidad de escapar “de las convenciones burguesas”. “Él creía en el entretenimiento, le gustaban los buenos restaurantes y las casas bonitas, pero le encantaba burlarse de nosotros y hacernos dudar sobre todas las cosas que nos rodean y que parece que nos llenan. Creo que por eso los críticos franceses conectaron más con su cine, porque a EEUU les estaba diciendo que debajo de esa superficie había algo salvaje que quería escapar de ese bienestar”, apunta.
En cualquier periodo de la historia del cine hay gente que intenta reinventarse, y no me refiero a las vanguardias, sino también dentro de lo mainstream, como lo hizo Hitchcock
En el filme de Cousins también se señala otro escapismo, el de lo predecible. Los trabajos de Hitchcock nunca son obvios. Nunca se sabe lo que va a venir después, y cree que por eso ha pasado a ser historia de un cine donde “la mayor parte es muy convencional”. “En cualquier periodo de la historia del cine hay gente que intenta reinventarse, y no me refiero a las vanguardias, sino también dentro de lo mainstream, como lo hizo Hitchcock, que era una persona que modernizó el cine y que sigue siendo moderno en la actualidad. Ahora mismo casi todo lo que vemos es muy convencional, pero luego ves Spider-Man: Cruzando el multiverso. Por eso soy optimista y me emociona el deseo de innovar. Creo que en todas partes hay gente que quiere refrescar el lenguaje del cine. La industria no quiere eso realmente, sino más de lo mismo, pero los que amamos el cine sí lo queremos”, zanja.
Por eso tiene claro que el cine del director británico aguantará mejor y “será mejor recordado que cualquier película llena de efectos especiales de hoy en día”, porque “hay algo en su fisicalidad que hace sentir que son películas sólidas y que no se sientan anticuadas”. “Obviamente sus películas son también entretenidas en la superficie, pero abordan además algo bastante universal, y es que aunque tengamos nuestra vida burguesa y nuestras casas lujosas, el caos y el miedo nunca están muy lejos, y eso es algo universal y eso es lo que hace que todavía se sientan relevantes”. El primer filme que vio del cineasta fue Psicosis, y ya se quedó embelesado. No suele ver más de una vez cada título, pero en la revisión que le obligó a hacer este trabajo descubrió algo en su cine que nunca había visto, un “humanismo” que nota en todos sus filmes. Una “calidez” que está desde La mujer del granjero (1928) a Falso culpable.(1956), pasando por La soga (1948).
Uno de los asuntos que no se aborda en el documental es la complicada, para algunos misógina, relación de Hitchcock con sus actrices. El maltrato al que sometió a Tippi Hedren en el rodaje de Los pájaros fue denunciado por la actriz, y aunque el propio Cousins lo afirma, cree que más allá de aquel hecho nunca tuvo ninguna actitud negativa con sus actrices. “Sabes que soy un feminista apasionado y que siempre estoy muy alerta sobre estos temas, y es cierto que él se comportó de una forma terrible con Tippi Hedren, pero no hay ninguna evidencia de que hiciera algo así con otras de sus colaboradoras. Yo era amigo de Janet Leigh y ella le amaba. Conocí muy bien a Teresa Wright y también le amaba. Igual que Ingrid Bergman, o Carole Lombard, que eran mejores amigos. Colaboró de forma brillante con Joan Harrison. Alma, su esposa, era su más profunda colaboradora…”, enumera para mostrar que aquello fue la excepción y no la norma.
Para estos ataques cree que hay otros motivos, y apunta a la gordofobia. “Como estaba gordo parece que debía ser un viejo verde. Como no se le consideraba alguien físicamente atractivo y guapo, entonces debía comportarse de manera inapropiada con las mujeres, y excepto con Tippi, no hay ninguna evidencia y, por lo tanto, en mi película no respondo a esos rumores porque, en su gran mayoría son falsos”.
Como siempre, Mark Cousins ya trabaja en sus próximos documentales, y entre ellos se encuentra un nuevo repaso a la historia del cine, pero esta vez desde el género que él mismo practica, la no ficción. Una revisión que intentará descubrir a cinéfilos de todo el mundo títulos que muchos no conocen por estar fuera del cine dominante de Hollywood y donde tiene claro que debe haber dos directores españoles, Jaime Chávarri y Pere Portabella, que dirigieron “obras maestras como El desencanto y Cuadecuc, vampir”.
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