'La forma del agua' corona a México en unos Oscar con todo tipo de reivindicaciones

Decía Jimmy Kimmel que no sabría cuánto tiempo podría dedicarle al acoso sexual en su monólogo. Pero esta 90 edición de los Oscar no era la idónea para escurrir el bulto, y el presentador era del todo consciente. “Oscar es un hombre muy respetado en Hollywood. Mírale, tiene las manos donde deben verse, nunca dice una palabra desagradable y, lo más importante, no tiene pene”, empezaba sin rodeos el showman.

La mención a Harvey Weinstein era de obligado cumplimiento, pero Kimmel además se acordó de las mujeres que hicieron historia este año en categorías dominadas por hombres. “Solo el 11% de las películas están dirigidas por mujeres. Una locura”. Greta Gerwig podría haberse convertido en la segunda ganadora en la historia de los Oscar (tras Kathryn Bigelow) por Lady Bird, pero no.

Guillermo del Toro recogió este premio, el cuarto para un director mexicano, gracias a un romance atípico entre una limpiadora muda y un ser anfibio. La forma de agua es el cuento de princesas sin síndrome de Estocolmo que Hollywood necesitaba. Tanto es así, que terminó alzándose como la ganadora absoluta de la noche en la categoría reina. Y no, esta vez Faye Dunaway y Warren Beatty no se confundieron de sobre.

De sus trece nominaciones, La forma del agua se hizo con cuatro, incluyendo la BSO del francés Alexandre Desplat y Diseño de Producción.

“Soy inmigrante. Nuestra industria borra las líneas sobre la arena que nos separa”, recordó el mexicano en su breve y aplaudido discurso. Aunque este año aspiraba a ser el de los Oscar de las mujeres, hubo espacio para todo tipo de reivindicación. En especial para los latinos que residen -o no- en Estados Unidos con un presidente que les tilda de “violadores”.

Coco puso la guinda a un pastel con el que los Oscar mejoraban el insípido mensaje del año pasado. La película de Pixar se alzó en su categoría y en Mejor Canción, con la que los mexicanos Gael García Bernal, Natalia Lafourcade y Miguel regalaron la actuación más emotiva y espectacular de la noche. “En Coco, los niños ven personas marginales como ellos que les hacen sentir lo que les pertenece”, razonó el director, pidiendo más -y mejor- representatividad para su país.

Una muestra de que las reivindicaciones no caducan en cada edición de los Oscar. El cambio, como han recordado las tres víctimas de Weinstein y el fantástico vídeo que han presentado, es transversal. Da igual que hace dos años fuesen los OscarSoWhite si los Oscar continúan siendo demasiado blancos. Por eso, la sorprendente ganadora en Guion Original ha sido el giro argumental que estos premios necesitaban.

Déjame Salir ha demostrado que el problema racial no se soluciona con Moonlight y Trece años de esclavitud. Jordan Peele presentó su mordaz sátira bajo el disfraz de una película de terror y los académicos se la han comprado, algo nada fácil para un género tan vilipendiado en los grandes premios. En la categoría hermana, Call me by your name hacía lo propio recogiendo su único galardón.

La cinta de Luca Guadagnino no existe solo “para molestar a Mike Pence”, como dijo en broma Jimmy Kimmel, sino para reconciliarnos con el arte, el hastío veraniego y sus affaires maravillosos. “Seamos hetero, gay o algo intermedio, todos hemos tenido un primer amor y hemos salido casi intactos”, concedió el nonagenario James Ivory al ser reconocido por adaptar un guion tan íntimo como complejo.

La historia de amor del año no se merecía nada menos, en todo caso bastante más, como el galardón a Timothée Chalamet (y poniéndonos exquisitos el de Película). Sin embargo, el justo vencedor entre todos los intérpretes ha sido Gary Oldman por La hora más oscura. Tampoco ha habido sorpresa en la categoría de secundarios, con los multipremiados Allyson Jenney, por Yo, Tonya, y Sam Rockwell, por Tres anuncios a las afueras, alzándose con su hombrecillo dorado.

La compañera de reparto de este último, Frances McDormand, fue la última actriz en subirse al escenario del Dolby. Su papel como madre justiciera de una chica violada y asesinada en un pueblo de paletos racistas, desde luego, es meritorio. Lo que seguro no se esperaban los asistentes a la gala fue lo que vino después.

Una “perspectiva” de género al patio de butacas

McDormand compensó su descafeinado discurso en los Globos de Oro con el que fue, quizá, el momento más memorable de la noche. Las perlas feministas se sucedieron una tras otra. No hubo ninguna Oprah Winfrey, pero la sensación de que “el tiempo se ha acabado (Time's Up)” flotaba en el ambiente. Hasta que llegó la protagonista de Tres anuncios a las afueras, apoyó su eunuco dorado en el suelo e invitó a levantarse a todas las mujeres del patio de butacas.

“Si me hacen el favor, que todas las mujeres nominadas se pongan en pie. Miren a su alrededor, damas y caballeros, porque todas tenemos proyectos que necesitan ser financiados. No nos hables de ello en la fiesta de esta noche. Invítanos a tu oficina en un par de días, o puedes venir a la nuestra si te viene mejor, y te contaremos todo sobre ellos”, pidió Frances McDormand.

Un gesto tan simple como mirar “con perspectiva” a las profesionales del sector -cuya presencia era bastante más reducida que la de los hombres-, ha sido la imagen más poderosa de los Oscar.

Había muchas exigencias pendientes a Hollywood en su velada más importante. No importa repetir que el colectivo LGTBI necesita historias de amor tan humanas como cualquier otra para que aparezcan Call me by your name o Una mujer fantástica, triunfadora chilena en película extranjera. O que aún necesitan poner un foco sobre las personas sordas para que existan cortometrajes ganadores como The silent child.

Todos estos proyectos han utilizado los minutos de gloria que les correspondían para recordarle a la Meca del cine que cuatro horas no son suficientes. Como dijo Frances McDorman, las copas y las fiestas no arreglan el mundo. El mundo se arregla en los despachos. Y, si no les abren sus puertas después de esto, volverán el año que viene a levantarse, coger un micrófono y escupirles su hipocresía en la cara.