“Yo quiero hacer eso”: cómo la llegada de Mar Coll al cine español inspiró a Carla Simón y a una generación de directoras
Cuando se habla de pioneras del cine español, siempre se menciona dos grupos de directoras. El primero, formado por aquellas que comenzaron todo, Cecilia Bartolomé, Josefina Molina e incluso Pilar Miró; y el segundo, aquellas que lograron los primeros premios y reconocimientos, con Icíar Bollaín e Isabel Coixet como grandes referentes. Sin embargo, y aunque todas lo sean, entre esos nombres y la nueva generación de cineastas españolas que han revolucionado nuestra industria, hay uno que no siempre se subraya como debería. Que no siempre se coloca en el lugar que merece al revisar la historia reciente del cine español, y aquí viene una de las grandes novedades, en catalán.
Mar Coll ha sido para todas las que vinieron después el gran referente, pero ha sido un referente más silencioso o incluso más en la sombra. Sin embargo, cuando a todas las nuevas directoras españolas que ganan premios por todo el mundo se les pregunta por esas personas que las inspiraron, que les hicieron ver que esto era posible, sale el nombre de Mar Coll. Porque en ella vieron a una mujer joven, que debutaba con menos de 30 años y que hacía un cine que no se parecía a nada que hubiéramos visto.
La llegada de Tres días con la familia, que se estrenó cuando ella tenía 27 años en el Festival de Málaga (donde logró la Biznaga de Plata a la Mejor dirección) fue un terremoto para muchas mujeres. Era una historia íntima y política, la deconstrucción de una familia burguesa catalana que hablaba, oh sorpresa, en catalán, lo que provocó incluso críticas en aquel 2009. Posteriormente, ganaría el Goya a la Mejor dirección novel y se convirtió en una de las grandes promesas del cine español. Ahora tiene 43 años.
Lo que pocos eran conscientes entonces es que era mucho más que una promesa, era un cambio de paradigma que se confirmó con Todos queremos lo mejor para ella (2013) y una de las series más personales que se han creado con el bum de la ficción en España, Matar al padre (2018). Desde entonces ha pasado una pandemia y la maternidad, y todo ello se ha consolidado en su nuevo filme Salve María. Una mirada realista y sin filtros a la maternidad que es una de las grandes películas españolas del año.
“Yo quiero hacer esto”
Las películas que nos cambian son aquellas de las que uno se acuerda del momento exacto en el que las vio, y eso es lo que le ocurrió a Carla Simón con Tres días con la familia. Ella estaba estudiando un máster y en aquel momento estaba en Barcelona. Ya barruntaba la idea de hacer cine, pero no sabía ni por dónde dar el primer paso. Cuando salió de la sala algo había cambiado en ella. “Me acuerdo de salir y ponerme a llorar. Me iba a casa y llamé a mi madre y le dije, ‘yo quiero hacer eso’. Me abrió la posibilidad de creer que siendo joven y mujer se podía hacer una película sobre tus propias experiencias familiares y en catalán. Había tantos puntos en común con lo que yo deseaba que realmente fue muy revelador y muy iluminador”, cuenta la directora de Alcarràs mientras monta su nuevo filme, Romería.
Para ella evidentemente hay muchos referentes, pero sí siente que Mar Coll “inició algo que tiene que ver con nuestra generación de cineastas” y que “se habla poco de ella”. “Yo cuando pienso en quién empezó todo siempre me viene su nombre”, añade. La misma importancia tuvo Mar Coll en Belén Funes, en este caso de forma tan clara como que la directora de La hija de un ladrón trabajó por primera vez en una película gracias a Mar Coll. Acababa de salir de la universidad y entró al rodaje de Tres días con la familia. “Para mí salir de la universidad y ver a una mujer joven a los mandos de una peli lo fue todo”, dice contundente.
Me acuerdo de salir de ver su película y ponerme a llorar. Me abrió la posibilidad de creer que se podía ser mujer, joven y hacer una película sobre tus propias experiencias familiares y en catalán
Para ella hubo dos momentos fundacionales para darse cuenta de que quería ser cineasta. El primero, cuando vio “que Isabel Coixet estaba en uno de los cuadraditos de nominados a mejor dirección en los Goya”, el segundo, cuando empezó a rodar junto a Mar Coll. “Yo me esperaba que los directores eran otra cosa, y de repente llego al despacho de Escándalo Films, que era la productora de la peli, y me encuentro a una tía superbajita, superjoven, supercercana, que tiene mil dudas, pero que a la vez tiene clarísima la peli que está haciendo, lo que tiene que hacer, cómo tiene que ensayar, cómo tiene que dirigir a los actores, teniendo su voz y ostentándola en el buen sentido, rodeada de gente superjoven igual que ella haciendo la película… si no hubiera pasado por Tres días con la familia no sé si estaría dirigiendo ahora”, añade.
Cineasta, mujer… y en catalán
Para Elena Trapé el cine de Mar Coll descubrió algo “nuevo e interesante”, y es que cree que “redefine lo que significa el cine catalán o lo que puede ser el cine catalán y en catalán”. Trapé es algo mayor que Mar Coll, ya que estudió otra carrera antes de llegar al cine, pero estudió una promoción por debajo en la ESCAC. Ya entonces recuerda el poder de los cortometrajes de Coll. De Tres días con la familia subraya la importancia de que “era una película en catalán, íntegramente en catalán”. Cuando salió de verla pensó que aquella podía ser su familia. “Ese es mi abuelo”, dijo.
Se acuerda de una anécdota que evidencia muy bien la potencia política de aquel estreno en su lengua: “Fue la primera peli en catalán que estaba en Málaga, y en ese momento hubo gente que se fue de la sala porque se proyectaba en versión original”. “En ese momento fue de las primeras personas. Yo ruedo Blog el año después de Mar y no nos atrevemos a hacerla en catalán. Algunas de las niñas de la película, de hecho, se quedaron en segundo término porque no podían improvisar en castellano. Se les notaba. Entonces tuvimos que hacer algún sacrificio a ese nivel”, recuerda y remarca cómo convirtió que aquellas experiencias eminentemente catalanas se convirtieran “en algo muy universal a nivel de lenguaje cinematográfico”.
En aquella película también trabajó Nely Reguera como ayudante de dirección. Había estado en producciones más grandes como El perfume, pero de repente estaba en una película “que representaba el cine” que a ella le gustaba y que soñaba “con hacer algún día”. “Por supuesto que fue importante. De hecho, poco después yo me decidí finalmente a dirigir Pablo, mi corto. En mi caso ya había una voluntad de ser directora. No creo que dirija porque participé en Tres días con la familia, pero sí que fue importante por ver que el cine que a mí me gustaba y que yo pretendía hacer, se estaba haciendo, lo hacía una mujer y lo hacía bien”, dice y destaca también la importancia de que estuviera rodada en catalán cuando pocos lo hacían. De ella destaca “la sensibilidad y lucidez de su mirada, dónde pone el foco cuando retrata la sociedad, el ser humano y nuestra forma de comportarnos y relacionarnos”.
Entre todas ellas se forma una red de apoyos, que también tiene que ver mucho con la ESCAC, pero que no es excluyente. Estas mujeres, que vinieron después (poco o mucho), se ayudan en todo. Leen sus guiones, ven los primeros cortes de montaje y han roto con muchos de los tópicos (masculinos) sobre la competitividad en el cine. Todas, cuando se les pregunta por Mar Coll, hacen hincapié en que también se mencione otro nombre, uno que sí que suele ser menos nombrado. Es el de Valentina Viso. Ella es la coguionista de todos los trabajos de Mar Coll, la segunda parte de un tándem infalible que también es parte responsable de los guiones de algunas de ellas, como María (y los demás) o Verano, 1993. Sin Mar y Valentina el cine español que ha abierto nuevas temáticas y miradas sería muy diferente, y mucho peor.
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