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David Byrne se erige en Madrid como paladín descalzo frente a la intolerancia

David Byrne se erige en Madrid como paladín descalzo frente a la intolerancia

EFE

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Descalzo pero optimistamente estoico frente a los embates del racismo se ha presentado David Byrne hoy en la primera parada de su gira española con la música y la parodia como armas de denuncia en tiempos del brexit, de Donald Trump, del barco “Aquarius” y de la Italia del ultraconservador Matteo Salvini.

En el marco de Noches del Botánico, el exlíder de Talking Heads ha despertado conciencias ante el aforo completo, 3.600 personas, al raso y acompañado de una banda de nada menos que once miembros de diversas procedencias, crisol con el que ha puesto una vez más de relevancia la importancia del intercambio cultural cuando la intolerancia llama a nuestras puertas.

El polifacético Byrne (Dumbarton, 1952) ha vuelto a mostrarse como una de las personalidades más inquietas de la historia de la música gracias a una cuidada puesta en escena inspirada en el teatro de vanguardia, con músicos que emergen y desaparecen de un escenario plano y austero a través de paredes de flecos plateados, uniformados todos en trajes grises y descalzos, como su protagonista.

El color del que carecen esos elementos lo han puesto las meditadas transiciones coreográficas, no exentas de humor, así como una riqueza instrumental que es uno de los orgullos de Byrne en la gira: “Todo lo que suena procede de este escenario”, ha destacado ante las dudas.

Para darle contenido, se ha nutrido de su primer álbum en solitario en 14 años, “American Utopia” (2018), en el que volvió a trabajar con Brian Eno y del que ha desgranado más de la mitad de los cortes, como “Here”, el que cierra el disco pero que en el tour ha sido el encargado de abrir la velada pasadas las 22,15 horas con una percusión sugestiva e hipnótica.

“Y aquí hay una zona que necesita atención, aquí hay una conexión con el otro lado, aquí hay muchos sonidos que tu cerebro ha de comprender, aquí el sonido se organiza en cosas con un sentido”, ha cantado con voz sólida en su aparición sobre el escenario, a solas y sentado ante un cerebro humano.

Por si no había quedado claro que venía a reclamar un espacio sin distracciones ni cabida para el sopor, ha sorprendido seguidamente con “Lazy”, el conocido tema de electrónica que facturó junto al dúo X-Press 2 y que fue galardonado con un Ivor Novello.

Nuevo cambio de tercio después con “I Zimbra”, funk psicodélico con poso africano extraído directamente de la mejor discografía de Talking Heads, que se ha convertido en el otro gran vértice de este concierto de 90 minutos fulgurantes de música.

En ese tiempo han sonado hasta 8 cortes de su exbanda, sobre todo de “Remain in light” (1980) y “Speaking in Tongues” (1983), ecuadores de una carrera referencial que se empezó a gestar en el punk neoyorquino y que se convirtió en una de las embajadoras fundamentales de la investigación y el “new wave” antes de su disolución a principios de la década siguiente.

Los arreglos electrónicos y la percusión redoblada, apoyados por un juego de luces casi monocromático pero muy bien aprovechado, han resultado contundentes en temas como “Slippery people” y “I should watch TV”, esta sin la colaboración de St. Vincent, como en la grabación original del disco que hicieron juntos.

“Quiero animar a todo el mundo a que vote siempre que haya unas elecciones, porque vuestra voz marca la diferencia”, ha pedido al público antes de acometer el sencillo de su nuevo disco, “Everybody's Coming to My House” (todo el mundo viene a mi casa).

La ingenua jovialidad de “This Must Be the Place (Naive Melody)” ha enganchado bien con la apremiante vitalidad de “Once in a Lifetime” y su coro africano, con los que ha roto algo de la formalidad del formato y ha puesto al público primero a bailar y luego a batir palmas.

De la segunda parte del concierto, tras un receso intimista con “Doing the right thing” y la también animada versión del tema de Brighton Port Authority “Toe Jam”, que realizó junto a Fatboy Slim, ha destacado una intensa interpretación de “Born Under Punches (The Heat Goes On)” y, sobre todo, “I dance like this”, con un arranque dramático en el que todos los intérpretes yacen sobre el suelo.

Como conclusión temática a este corte sobre la falta de oportunidades y la supervivencia diaria, Byrne ha respondido con “Every Day Is a Miracle” (cada día es un milagro), una ruta de esperanza hacia el final con los clásicos “Like humans do”, el roquero “Blind” y especialmente con “Burning Down the House”, el cual ha puesto a los asistentes en pie.

No le han ido a la zaga unos bises con “Dancing Together”, del musical que escribió sobre Imelda Marcos, “Here lies love”, y un broche apoteósico con el canto de protesta “Hell You Talmbout”, original de Janelle Monae.

Tras su actuación de mañana en Cascais (Portugal), Byrne ofrecerá dos conciertos más en suelo español: el viernes dentro del Bilbao BBK Live! y el sábado en el Festival Cruïlla de Barcelona.

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