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“El periodismo debe cambiar del poder hacia el servicio, de la arrogancia a la humildad”

Jaime Abello, director general de la Fundación Gabriel García Márquez.

José Antonio Luna

Diciembre de 1993. Jaime Abello, por entonces director de TeleCaribe, recibía una llamada que marcaría su futuro profesional. Al otro lado del teléfono, como él mismo recuerda, estaba “el más famoso de los colombianos”: Gabriel García Márquez. “Voy a Barranquilla. ¿Me invitas a comer?”, le propuso el Nobel de Literatura. En realidad, aquel fue el inicio de algo mucho más grande.

Al máximo representante del realismo mágico, autor de libros como Cien años de Soledad o El amor en los tiempos del cólera, le preocupaba algo más que dejar un legado marcado por obras ejemplares. También quiso promover la calidad del que consideraba “el mejor oficio del mundo”: el periodismo.

Precisamente por ello, tras una larga temporada de preparación, en 1995 abría sus puertas la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). La intención del maestro de la literatura no era otra que desarrollar una institución imparcial e independiente, dedicada a formar a jóvenes periodistas a través de los debates y la experimentación. “Averiguar la verdad en este caos de mentiras y fantasías en el que vivimos”, recoge la organización en alusión a Gabo.

Tras la muerte del escritor en 2014, aquel proyecto cambió de nombre para honrar la figura de quien le había dado forma. La ahora llamada Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano continúa formando e inspirando para conseguir historias capaces de transformar la realidad, ya sea a través de talleres o de premios a los que cualquier profesional puede presentarse. En la actual convocatoria, el plazo de inscripción está abierto hasta el próximo 24 de mayo.

En plena época de las fake news, de las redes sociales y de la (todavía) transición total al modelo digital, Abello ofrece algunas claves de lo que ha cambiado y de lo que todavía está por cambiar. También de aquello que, a pesar del tiempo, permanece.

La Fundación ofreció su primer taller en 1995. ¿Cómo se ha transformado desde entonces?

El proyecto había nacido de una serie de ideas de Gabriel García Márquez. Lo habíamos planificado, pero ante todo lo que queríamos era hacer talleres de periodismo. Era una organización mínima y, 23 años después, lo que tenemos es una institución con más de 30 empleados a tiempo completo. Trabajamos a lo largo de todo el año y tenemos presencia en todo el continente.

Aunque los talleres siguen siendo muy importantes, ahora también poseemos un premio de periodismo, un festival, varias publicaciones, y un proyecto de ética periodística muy activo. Además, nos hemos metido en un proyecto nuevo que se llama Centro Gabo, que tiene que ver con el legado en movimiento de Gabriel García Márquez.

Nos hemos diversificado, nos hemos ampliado y, lo más importante de todo, el periodismo ha cambiado. Los planteamientos, las búsquedas, se han modificado en alguna medida, aunque hay otras muchas cosas que se mantienen. Por ejemplo, la claridad que Gabriel García Márquez nos planteó acerca de la importancia esencial de la ética periodística.

Desde la Institución animan a “abandonar la teoría y pasar a la práctica” para aprender periodismo. Pero en las universidades normalmente ocurre lo contrario. ¿Se está haciendo mal entonces?

No, pero a la universidad le iría mucho mejor si incorporara más formatos prácticos. De hecho, nosotros el tipo de formación que ofrecemos es: primero, para personas que son profesionales que están en activo; y segundo, basado en oportunidades de compartir experiencias.

Si tenemos un veterano como Jon Lee Anderson, él mismo puede instruir a los periodistas más jóvenes a raíz de su propia experiencia. No seguimos un plan curricular, ni damos certificaciones. No tengo interés en descalificar a la universidad, pero tampoco cabe duda de que les convendría un tipo de formación más práctica.

De todas las líneas de investigación propuestas por la organización, ¿cuál cree que es más importante para el periodismo actual?

Pienso que la búsqueda y verificación de los hechos es un tema esencial. También es muy importante cómo se cuentan, ya que hoy día existen más dispositivos y posibilidades narrativas. El otro aspecto que diría es la ética, porque es la que al final da claridad y enfatizar en ella es hacerlo en la independencia del periodista.

Pero hay una cosa bastante nueva, y es que hoy en día al periodista le toca trabajar en captar, mantener y desarrollar la audiencia, ahora más fluida, fugaz y huidiza. Antes se permitía el lujo de hacer algo y no pensar en cuál iba a ser la recepción, y yo creo que hoy es fundamental. No solo se trata de hacer un reportaje, sino a estar dispuesto a dialogar con ese reportaje.

Y ese periodismo que usted menciona, ¿ha empeorado o ha mejorado su calidad?

Creo que, si me baso en los hallazgos del Premio Gabriel García Márquez, que es una buena manera de monitorear el estado del periodismo en lengua española y portuguesa, te diría que lo que estamos viendo son ejemplos formidables de buen periodismo. Puede que no sea masivo, que no sea mayoritario, pero hay unos reportajes extraordinarios.

Además de eso, el periodismo hoy en día es mucho más plural y diverso. Son cosas totalmente nuevas. Por ejemplo, premiamos a un hondureño que publicó una crónica de su propia experiencia vital en medio de las maras [unas pandillas criminales] en forma de historieta, como cómic. Eso no existía antes, el periodismo en cómic es algo de nuestra época.

¿Cómo no reconocer que el periodismo hoy ofrece muchas más posibilidades y muchas más oportunidades? Ya sabemos que los problemas de los proyectos periodísticos son de financiación y sostenibilidad, porque la publicidad se ha retirado del negocio de los medios o parte de esos ingresos se están yendo a plataformas digitales.

Entonces, ¿cuál es el futuro del papel?

Creo que va a seguir siendo una opción minoritaria, para publicaciones de fin de semana o revistas y para quienes se nieguen a seguir los contenidos periodísticos por vía digital. Pero será una minoría, cosa distinta al libro. La lectura a través de medios digitales de libros está instalada, sin embargo, claramente es más cómodo hacerla en papel. Pero el periódico diario, con ese problema de la tinta y los costos, creo que sí está destinado a reducirse a esos nichos que he mencionado.

¿En qué situación estaría España? Porque hay periódicos de papel y medios digitales

La impresión que tengo es que España posee empresas de medios digitales más maduras y más grandes que las que he podido encontrar en otros países de habla hispana. Por ejemplo, obviamente pienso en eldiario.es y en El Confidencial. Son empresas de una magnitud y con unos niveles de indicadores empresariales que son comparables a los de periodismo en papel.

En América Latina se pueden mencionar ejemplos excelentes como el diario digital El Faro en El Salvador, La Silla Vacía en Colombia o Animal Político en México. Todos son importantes y tienen incidencia, pero el grado de madurez empresarial que han conseguido medios como El Confidencial o eldiario.es todavía no lo veo.

Gabo mencionaba que la función del periodista era averiguar la verdad en el estado de mentira y fantasía en el que vivimos. ¿Es eso compatible con el periodismo actual, basado en la última hora y en la actividad frenética de las redes sociales?

Aunque en el momento en que García Márquez plantea eso no se refería a las redes sociales, perfectamente se podría aplicar al problema de estas: un verdadero caos de mentiras y falsedades. En ese contexto, se pone en relieve el papel del periodismo como un validador de hechos en los cuales el público debería confiar como información que sea confiable.

Creo que el periodismo es más necesario que nunca, pero al mismo tiempo el periodismo debe cambiar el chip del poder hacia el servicio, de la arrogancia a la humildad. Asimismo, los medios se juegan su credibilidad todos los días y no pueden dar por sentada la lealtad de sus lectores, hay que ganársela en cada momento. Otro problema es que no sólo se compite contra el caos de mentira, fantasía, sino por la atención de los lectores, de la audiencia.

Pero, a veces, por entrar en ese juego de atraer a la audiencia puede caerse en criterios alejados del periodismo

Pues el que lo haga se equivoca. Eso ha ocurrido siempre: la frivolidad y el sensacionalismo han existido continuamente. Los medios que quieran ser reconocidos como fiables, si están buscando un público serio e importante, lo mejor es que no se metan a hacer ese juego porque les puede costar muy caro.

“No basta con ser el mejor, sino que se sepa”, bajo esa premisa de Gabo nacen los premios de la Fundación. ¿En qué ayudan al periodismo?

Los premios tienen que ser útiles para que la sociedad distinga el buen periodismo de todo lo demás. Como estamos en un escenario de cambio, esta es una época en la que el periodismo forzosamente debe ser innovador. Sirven para proponer modelos, para proponer referentes, para visibilizar logros… Y, además, para estimular cuando las condiciones del trabajo periodístico son adversas.

Sabemos que estamos en una época donde hay menos recursos en las redacciones, en que existe precarización laboral, y en muchos países también hay peligro físico, de riesgo para los periodistas. Es importante reconocer y estimular el periodismo que desafía, que es crítico y que va al grano.

Además, y lo digo con orgullo, es el único premio que culmina en un festival de periodismo. Hacemos un gran esfuerzo no solo para convocar gente en la ciudad de Medellín, sino para transmitir todo esto

¿Qué echa en falta del periodismo en España?

El periodismo de Madrid debe ser menos partidista, y pienso que le va a ir mejor cuando eso ocurra. Por otro lado, creo que tiene que hablar más de América Latina. Compartimos tantas cosas, hay tantos relatos, que ojalá intercambiáramos más.

Por último, echo en falta una cosa que se practica mucho en América Latina: la crónica, y valdría la pena que esa narrativa periodística enriquecida tuviera más espacio en el periodismo español.

Y en la parte contraria, ¿qué se hace bien?

España logró forjar importantes empresas periodísticas que hemos respetado y querido mucho en América Latina. Igualmente, me encanta ver cómo han encontrado modelos muy interesantes para estructurar empresas en la era digital.

Ya mencionamos ejemplos como eldiario.es y El Confidencial, que son los que más conozco, aunque sé que existen otros. Cómo lo han hecho, cómo han logrado desarrollar, en el caso de ustedes, una gran base de socios… Yo creo que todo son oportunidades de aprendizaje.

¿Qué buscaba Gabo en un buen periodista y cuáles serían sus criterios a la hora de conceder este premio?

García Márquez amaba profundamente el periodismo. Creo que un premio que se de en su honor tiene que partir de la pasión por el periodismo, que significa la pasión por la investigación de los hechos, asumir la ética, respetar al público y tener la claridad de que ante todo es un servicio a la gente. Esos periodistas apasionados, éticos y creativos son los que estamos buscando.

Invito a todos los que se identifiquen con estas ideas a que envíen sus trabajos, que participen, que se inscriban antes del 24 mayo en los premios Gabo. Los esperamos, porque cualquiera puede tener la oportunidad de ganar y ya está demostrado: desde chicos independientes de Honduras pasando por proyectos innovadores de Argentina y, por qué no, de España.

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