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La cuna del feminismo madrileño cumple cien años

Una clase de Matemáticas en la Residencia de Señoritas. Revista Crónica, 2 de marzo de 1930

Belén Remacha

“La Residencia de Señoritas no ha sido la consecuencia, sino la causa, de que haya tantas muchachas en la Universidad”. Lo afirmaba orgullosa la filósofa María de Maeztu, quien fue directora de la institución durante sus 21 años de vida, en una entrevista de 1933 en la revista Estampa con la periodista y residente Josefina Carabias. Se podría añadir que la conocida como Residencia de Señoritas fue, además, el lugar donde se gestaron muchos de los avances en materia de igualdad que se desarrollaron durante la Segunda República.

Prácticamente todas las mujeres que destacaron en la cultura y política de España de las primeras cuatro décadas del siglo XX estuvieron vinculadas de un modo u otro a esta institución. Durante sus 21 años de vida la Residencia alcanzó grandes logros formativos y materiales (en veinte años pasó de tener espacio para treinta alumnas, a doce edificios para unas trescientas). Mientras la Residencia de Estudiantes masculina ha obtenido gran notoriedad histórica por albergar a Federico García Lorca, Salvador Dalí, Severo Ochoa o Luis Buñuel, su rama femenina, menos conocida, hizo lo propio con mujeres como Victoria Kent o Matilde Huici. Entre la plantilla del profesorado figuraban Maruja Mallo o María Zambrano.

Coincidiendo con su primer centenario, la Residencia de Estudiantes y Acción Cultural Española ha sacado a la luz más de 400 documentos, libros, fotografías y obras de arte buscando rendir un homenaje a la institución, además de dar a conocer al gran público este lugar clave para el feminismo e intelectualismo español. En la propia Residencia y hasta el 27 de marzo, 'Mujeres en Vanguardia' recorre toda su historia, desde los años previos a su creación hasta el destino de sus alumnas y profesoras, tras su cierre en plena Guerra Civil. A todos los documentos les acompañan diferentes obras plásticas de artistas muy vinculados a la institución como Mallo, Helena y Joaquín Sorolla, o Delhy Tejero, o que retratan a alumnas y profesoras de la época.

Mujeres de vanguardia

El objetivo de la exposición, como declara la organización en su catálogo, es también recrear y transmitir el ambiente que se vivió en la Residencia durante aquellos años. Tanto el grupo femenino como el masculino (fundado en 1910) fueron creados por la Junta de Ampliación de Estudios. “La Residencia de Señoritas no se basó en un hecho, sino en una suposición. No era, pues, un negocio que se montase para aprovechar las circunstancias favorables. Era un sacrificio que hacía la Junta de Ampliación de Estudios para animar a las mujeres españolas a seguir el camino que habían iniciado en otros países”, declaraba María de Maeztu en la mencionada entrevista con Carabias. Fue el primer centro oficial de formación superior de la mujer creado en España.

La fundación de la Residencia estuvo precedida por la creación de organismos que defendían la igualdad de oportunidades en la educación de las mujeres en una sociedad en la que ésta todavía era una utopía, como la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, la Institución Libre de Enseñanza o el International Institute for Girls in Spain. Pero junto con el impulso de la JAE y de Maeztu, hubo sobre todo dos circunstancias que propiciaron el desarrollo del modelo residencial femenino: la creación en 1909 de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, y el acceso libre de las mujeres a las enseñanzas universitarias tras la derogación en 1910 de la Real Orden que les exigía permiso y acompañamiento especial de un tutor.

Una historia truncada por la guerra

Así pues, la Residencia de Señoritas abrió sus puertas en los números 28 y 30 de la calle de Fortuny, antes ocupados por el grupo masculino, en octubre de 1915. Estaba dirigida tanto a jóvenes que realizasen estudios superiores o se dedicasen privadamente al análisis de archivos o bibliotecas, como a las que quisieran aspirar a un enriquecimiento cultural sin reconocimiento oficial. Entre sus actividades incluía clases, en la que la disciplina era mucho mayor que en su homóloga masculina, y actividades sociales y lúdicas relacionadas con el deporte, el ocio e incluso los viajes. En sus instalaciones destacaban la biblioteca y el Laboratorio Foster fundado en 1920, por el que pasaron alumnas residentes y científicas como Dorotea Barnés o Rosa Herrera Montenegro.

Las conferencias, privadas y públicas, como en la Residencia masculina, también tuvieron un lugar esencial: además de acoger intervenciones de Ramiro de Maeztu, Pedro Salinas, Miguel de Unamuno o Federico García Lorca (presentando el entonces inédito Poeta en Nueva York), también impartieron charlas mujeres como Clara Campoamor, Isabel Oyarzábal o Victoria Ocampo.

La trayectoria de la Residencia de Señoritas fue paralela a la de la Residencia de Estudiantes, también al ver truncado su recorrido por el inicio de la Guerra. En julio de 1936 casi todas las estudiantes se encontraban fuera de la Residencia por las vacaciones escolares. Las pocas que quedaban fueron desalojadas, y los edificios empleados durante el conflicto como hospital, enfermería, hogar de acogida o instituto de enseñanza media. En septiembre, María de Maeztu presentó su dimisión.

Acabada la Guerra, se hizo efectivo el decreto de 1938 que disolvía todos los centros de la JAE. En 1940, el patrimonio de la Residencia de Estudiantes femenina y masculina pasó a depender de un Patronato de que formaba parte el Ministerio de Educación Nacional, que convirtió la Residencia de Señoritas en el Colegio Mayor Teresa de Cepeda. Los destinos de las residentes y profesoras que no se adherieron a la rebelión, e incluso de la directora, se diseminaron entre el exilio en América (en lo que ayudó mucho a algunas los programas de intercambio de la Residencia, gracias a los cuales hicieron contactos en otros países a donde pudieron huir) y el exilio interior, condenadas a cambiar la formación que encontraron en las habitaciones propias de las residencia por el silencio intelectual que conllevó tener que encerrarse en sus casas. La Guerra se llevó por delante, también, la cuna del feminismo español de principios del siglo XX.

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