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“La huella de una carta” hace justicia literaria con los talidomídicos

"La huella de una carta" hace justicia literaria con los talidomídicos

EFE

Madrid —

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“El consuelo que nos queda es que en la literatura es más fácil hacer justicia”, asegura Rosario Raro, la autora de “La huella de una carta”, una novela protagonizada por los afectados por la talidomida, un fármaco contra las náuseas de las embarazadas que causó malformaciones en los fetos en los años 60.

Con el consultorio radiofónico de Elena Francis -que se emitió entre 1947 y 1984- como “telón de fondo”, Raro (Segorbe, Castellón, 1971) traslada el argumento de su segunda novela a esas décadas en las que nacieron las víctimas de la talidomida.

“Con la lectura de la novela, lo que se descubre es que el origen de todo es muy anterior a los 60 y nos remite a la II Guerra Mundial, cuando parece que se patentó el medicamento”, comenta la escritora, profesora de la Universitat Jaume I.

El libro se adentra en este “caso de codicia criminal” en el que los afectados españoles por el medicamento distribuido por la farmacéutica alemana Grünenthal aún no han conseguido “ninguna reparación moral o económica” porque, dice Raro, “un gobierno se lo ha ido pasando a otro como si fuese una patata caliente”.

“Lo que he intentado es que la ficción y la realidad se entremezclen hasta el punto en el que sea difícil discernir dónde acaba una y dónde empieza la otra”, asegura la autora, que “al principio” de escribir sobre este tema, y para su sorpresa, muchas veces “tenía que explicar” qué es la talidomida.

A esa pregunta responde en “La huella de una carta”, protagonizada por Nuria, un ama de casa que no ve mucho a su marido por cuestiones laborales y cuya vida se altera en 1962, cuando lee en la prensa un enigmático anuncio que le despierta su sueño de dedicarse a la escritura.

Lo conseguirá al convertirse en la escritora anónima que responde las cartas que recibe el consultorio de Elena Francis pero, aunque su labor parece sencilla, todo cambia cuando una oyente desesperada le habla de unos niños nacidos con terribles malformaciones.

Raro reconoce que “llevaba bastante tiempo leyendo sobre los afectados de la talidomida”, aunque no fue hasta que llevó a imprenta su primera novela, “Volver a Canfranc”, cuando pudo “meterse en profundidad” con la piedra angular de su nueva novela en la que lleva trabajando alrededor de tres años y medios.

Entonces supo que España era uno de los países en los que más afectados había habido, explica, y añade que donará parte de los derechos de autor de “La huella de una carta” a Avite (Asociación de Víctimas de Talidomida de España), la organización de afectados creada en 2004 a la que ha recurrido porque, dice, “es su historia”.

“Las partes más conmovedoras del libro son aquellas que se basan en lo que los protagonistas me han contado, porque lo que tiene una novela frente a un ensayo es que cala más hondo”, apunta.

Las consecuencias de esa “droga” se entremezclan en la novela con otros grandes temas, como la “culpa”, o la conciliación, ya que la protagonista “tiene dos niños muy pequeños y no tiene con quién dejarlos”.

Aunque el mensaje final de “La huella de una carta”, revela su autora, es que “siempre se puede hacer algo”. “Mirar hacia otro lado no es para nada una postura cómoda, porque creo que acaba demoliendo a quien actúa así”, concluye.

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