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El espíritu libertario de Ajoblanco recupera vigencia y cruza el Atlántico

EFE

Buenos Aires —

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No hubo tema polémico que escapara a las páginas de Ajoblanco, revista alimentada por un espíritu libertario que sacudió conciencias y que hoy recupera vigencia, como refleja una muestra inaugurada en Buenos Aires sobre la historia de esta mítica publicación española.

Nacida en 1974, cuando España salía de cuatro décadas de dictadura franquista, Ajoblanco contribuyó “a un cambio en las mentalidades”, afirma su director, Pepe Ribas, que ha viajado a Argentina para presentar la exposición “Ruptura, contestación y vitalismo (1974-1999)”, en el Centro Cultural de España en Buenos Aires.

“Salíamos de una moral ultraconservadora, de un cultura del miedo, de no atrevernos a manifestarnos”, explica Ribas en una entrevista con Efe, y la revista, añade, “liberó conciencias” y saltó barreras, con portadas rompedoras y un periodismo que marcaba claras diferencias con el resto.

El primer periodo de Ajoblanco, entre 1974 y 1980, pronto se convirtió en un punto de encuentro de la contracultura del momento, marcado por el protagonismo colectivo y la participación masiva de los lectores en secciones como “La Cloaca”.

Fue la etapa de los informes sobre autogestión, pedagogía libre, sexo, corrupción o antipsiquiatría, temas hasta entonces tabú en una España que se sacudía la resaca del franquismo.

Pero fue otro muy distinto, una portada sobre las Fallas de Valencia, el que provocó los mayores problemas a la revista: un veto del Gobierno, amenazas de bomba y duros ataques de grupos de derecha.

“Éramos jóvenes y buscábamos la libertad y Ajoblanco contribuyó mucho a la liberación de la gente”, recuerda Ribas, que fundó y comenzó a dirigir la publicación cuando estudiaba Derecho en su Barcelona natal, con solo 20 años.

Por sus páginas desfilaron firmas como las de Allen Ginsberg, José Luis Sampedro, Roberto Bolaños, Eugenio Trías, Tereci Moix, Rosa Regás, Rosa Montero, Günter Wallraff, Guillermo Cabrera Infante, Juan Goytisolo y Hans Magnus Enzensberger, entre otros.

Tras años de éxito y ventas de 100.000 ejemplares, el primer Ajoblanco se tomó un descanso cuando “el movimiento libertario no supo crear una alternativa” en un contexto de cambio social y con un trasfondo de “guerra sucia” contra los grupos libertarios, apunta su director.

El segundo Ajoblanco, entre 1987 y 1999, se centró en las portadas individuales, abrió sus páginas a los grandes acontecimientos internacionales y volvió su mirada hacia América Latina, sin perder su perspectiva crítica.

La revista habló entonces de conceptos como el “arte global”, de “la multiculturalidad” y “fuimos muy latinoamericanizantes”, explica su director.

A punto de estrenar el siglo XXI, Ajoblanco se extinguió por las premuras económicas, tras 180 números, 30 especiales y publicaciones paralelas como Alfalfa, La Bañera y Xiana.

“Ajoblanco terminó porque se acabaron las redes de distribución independientes. La globalización concentró el poder en pocas manos”, lamenta Ribas.

Pese a los años transcurridos desde la aparición de la revista, el periodista asegura que sus temas y sus enfoques están ahora igual de vigentes que entonces.

“En el movimiento del 15-M se escucharon consignas del primer Ajoblanco”, sostiene, convencido de que si algunos de los primeros números se publicaran de nuevo estaría de actualidad porque “parece que están escritos ahora”.

“La sociedad ha cambiado, pero menos de lo que pensamos. Quizá han cambiado los modos de vida, pero en el fondo, los temas son los mismos”, afirma.

El de Ajoblanco es “un periodismo vigente”, tanto, que Ribas se plantea la idea de recuperar la revista, en papel, como entonces, con una perspectiva internacional, una mirada también muy latinoamericana y en una coyuntura muy particular en España.

“España vive un momento muy importante porque es el primer país de Europa que se plantea una renovación desde la base”, subraya.

“Creo que tiene que mucho que ver con la cultura que ha desarrollado Ajoblanco”, continúa Ribas, que saluda la transformación de la sociedad española, “mucho más civil, más plural” que en los inicios de la publicación.

Hay también un importante movimiento libertario que suma apoyos porque “es una necesidad biológica, de supervivencia”, concluye.