Roald Dahl y la fábrica de palabras: Umpa Lumpa entra en el diccionario

Roald Dahl despreciaba a los adultos casi más que los héroes menudos de sus libros. La pureza sin aristas de los más pequeños, en cambio, le parecía fascinante. Esa risa contagiosa y una imaginación sin fin le inspiró para crear aventuras donde los mayores no eran más que obtusos antagonistas. Ahí tenemos a Matilda, con unos padres fascinados por los cupones y la televisión basura, o a los incapaces acompañantes de los niños en la fábrica de chocolate de Willy Wonka.

“Tengo la suerte de reírme de exactamente los mismos chistes de los que se ríen los chicos, y creo que esa es la razón por la que tengo éxito con ellos”, decía Dahl. Parte de ese encanto residía en las palabras que se inventaba para hacer más accesibles las inquietudes infantiles.

El autor acuñó 500 términos según recursos lingüísticos como los que Shakespeare utilizó en su día y popularizó más de 8.000 expresiones. La editorial de la Universidad de Oxford publicó en mayo un recopilatorio de estas palabras en el Roald Dahl Dictionary, pero ahora han ido un paso más allá. Como homenaje al centenario de su nacimiento, el diccionario más erudito del mundo ha incluido en su versión oficial seis Dahlismos y otras cuatro aclaraciones de sus frases hechas.

Dahlesco (Dahlesque)

DahlesqueLa cultura popular anglosajona ya tenía un término para definir el lenguaje de Roald Dahl: Gobblefunk. Esta palabra fue tomada de su cuento El gran gigante bonachón cuando los personajes se refieren a jugar con el idioma. Ahora, dahlesco define “los argumentos excéntricos, los personajes adultos malvados o repugnantes, y el humor negro” que distinguen su pluma infantil.

Boleto de oro (Golden Ticket)

Golden TicketSi en tu tableta de chocolate se esconde un papel dorado, estás de suerte. Según el OED, “garantiza al propietario una experiencia muy valiosa”. Casi tanto como la que le abrió a Charlie las puertas de las fábricas de Willy Wonka. Aunque gracias a Roald Dahl esa expresión es ahora oficial, también admiten que el primer ticket de oro perteneció hace tres siglos al pintor William Hogarth, con el que podía acceder a los jardines londinenses de Vauxhall.

Human bean

Human beanAunque traducido no tiene sentido, el concepto utilizado también por el gigante bonachón comparaba al ser humano con una planta comestible como la judía. Pero la primera vez que se usó fue con un significado bastante más negro en la revista satírica Punch, en 1842.

Umpa Lumpa (Oompa Loompa)

Oompa LoompaLos pequeños trabajadores de Willy Wonka han sido objeto de polémica desde la primera edición de Charlie y la fábrica de chocolate. Su condición de esclavos, sumado a una apariencia de pigmeos africanos , desató acusaciones de racismo contra Roald Dahl. Su incorporación, sin embargo, se limita a definir los personajes imaginarios del autor y se suma así a otros iconos culturales como Gremlin y Yoda.

Scrumdiddlymptious

ScrumdiddlymptiousComo años después se haría con el leitmotiv de Mary Poppins, la palabra que usaba El gigante bonachón para definir algo delicioso se tradujo en los libros como “supercaldisustancioso”. Tanto convenció, que en 1971 se usó como subtítulo de la adaptación Un mundo de fantasía (con Gene Wilder) a la gran pantalla. Pero, de nuevo, Roald Dahl no inventó esta palabra: la tomó de un antiguo diccionario de sinónimos del slang americano.

Hora de brujas (Witching hour)

(Witching hour)“Es un momento concreto en el medio de la noche, cuando los niños y los adultos duermen muy muy profundamente, y todas las cosas oscuras salen de su escondite para tener el mundo entero a su disposición”, describía Dahl en El GGB. Era la primera vez que se describía con palabras esa terrorífica hora en la que los pequeños se esconden debajo de la sábana. Tampoco fue pionero esta vez. Shakespeare utilizó esta expresión mucho antes en Hamlet.