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Molina Foix evoca su educación sentimental de los años 60 en su nueva novela

Molina Foix evoca su educación sentimental de los años 60 en su nueva novela

EFE

Barcelona —

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El escritor Vicente Molina Foix evoca su educación sentimental en la España de los años 50 y 60, así como de algunos de sus compañeros de viaje en la Barcelona de los Novísimos en su última novela, “El joven sin alma. Novela romántica”, en la que se mueve entre la ficción y la autoficción.

Con “El joven sin alma. Novela romántica” (Anagrama), Molina Foix cierra, tras “El abrecartas” y “El invitado amargo” (coescrita con Luis Cremades), lo que el autor denomina sus “novelas documentales”, caracterizadas, cada una a su modo, por un elaborado reparto de las voces narrativas y la recreación de escrituras y figuras reales en un marco de pura fabulación.

En esta tercera novela converge, a decir de la editora, Silvia Sesé, “la autoficción, la reflexión acerca de elementos vitales pero novelados, y finalmente un texto de una peculiar o triste vitalidad, aunque transpire una celebración de la vida”.

En la novela, Molina Foix describe su llegada a la Barcelona de los 60 cuando conoce a Pedro, Ramón, Ana María, Guillermo y Leopoldo, nombres de los personajes que se corresponden con los reales de Pere Gimferrer, Ramón 'Terenci' Moix, Ana María Moix, Guillermo Carnero y Leopoldo María Panero, que, como el propio Molina ha dicho hoy en la presentación, “comparten alma y algunas afinidades como el cine y la poesía”.

La novela se inicia con la excusa de una mudanza, que es “la peor de las metamorfosis”, puesto que da una buena idea del paso del tiempo y de la que se desprende un ejercicio de “melancolía”.

Esa mudanza es el desencadenante de la novela como en “El abrecartas” lo fue una fotografía de grupo de la escuela de Fuente Vaqueros, en la que aparece Federico García Lorca con 4 años.

Todas las historias de esa no declarada trilogía pasan en la España del siglo XX, “con sus guerras, sus paces, sus discusiones, y se mezcla la gran historia con la pequeña historia, es decir la historia de España contada en zapatillas” y tienen además un factor que los une: las cartas.

“El joven sin alma. Novela romántica” habla, ha dicho Molina Foix, de la experiencia de cinco años, entre julio de 1965 y 1969, de “unos jóvenes que quieren amar mucho, romper las normas y, sobre todo, ir mucho al cine para ver hasta 5 películas diarias, un grupo que se conoce a través de una revista de cine, Film Ideal, que hacía una crítica de cine muy culta y literaria, como no se ha hecho nunca en España”.

También está la historia de las protestas contra la dictadura y el diálogo entre Madrid y Barcelona, si bien, el autor remarca que “no se trata de una biografía o autobiografía de los Nueve Novísimos, acaso de la historia de un espíritu asociado a los Novísimos, que para mucha gente joven actual sigue siendo un momento interesante”.

Molina Foix subraya que “ante todo, quería hacer una novela cómica. Alta comedia como la que se incluye en escenas como la persecución de Camilo José Cela en las palmeras de Alicante, o cuando el joven Vicente llega a Barcelona y despierta el atractivo del joven salvaje que proviene de un lugar exótico; o el protagonismo de Ana María, la única chica del grupo, que tenía lista de espera de suicidas, porque a ella no le atraía ninguno”.

Aparte del juego de espejos entre realidad y ficción, el escritor de “El hombre que vendió su propia cama” o “La misa de Baroja” quería explicar, “a la manera proustiana”, una serie de motivos poéticos, como el tema del cigarrillo o los abrigos de piel, que “no son meras imágenes, sino núcleos que desarrollan acción”.

Sin vocación de ser historiador, Molina Foix prefiere la fábula y transmitir al lector “cosas inventadas que parecen reales y cosas reales que parecen inventadas”.

El Mayo del 68, la Primavera de Praga, los “felices” 70 se suceden en las páginas de la novela, a las que también se asoman el cine de Godard, Hitchcock, Fritz Lang o Kurosawa.

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