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LOS DISCOS DE LA SEMANA

Esta es la primera obra maestra musical de 2018

Luis J. Menéndez

Nils Frahm

Nils Frahm

All MelodyErased Tapes / Gran SolCONTEMPORÁNEA★All Melody

9/10

Ya tenemos la primera obra maestra de 2018. La firma el alemán Nils Frahm, un invitado inesperado a esta fiesta por mucho que desde su debut en 2005 haya publicado entre colaboraciones, bandas sonoras y material propio casi una veintena de referencias, casi todas sin mácula. Pero All Melody es, definitivamente, otra cosa.

Su séptimo álbum de estudio nace casi como una práctica de ciencias en el laboratorio. Frahm se propuso hace tiempo construir un nuevo estudio en Berlín y estas doce piezas -alrededor de setenta y cinco minutos que no tocan suelo- son el resultado de su trabajo en un espacio mágico al que ha bautizado Saal 3 y que está ubicado dentro del histórico Funkhaus, antiguo centro de telecomunicaciones de la República Democrática Alemana.

Como si parte de la historia del edificio quedara también impreso en las cintas de grabación, hay algo profundamente atemporal y casi sagrado en unas piezas con las que Frahm definitivamente escapa de su zona de comfort. En esencia, al músico berlinés le idetificábamos hasta ahora como uno de los más reconocidos representantes de ese Neoclasicismo que, a golpe de piano y postproducción digital mediante, levantaba puentes entre la música seria y la escena electrónica.

All Melody va mucho más allá, en parte a base de traicionar sus propios principios. Por ejemplo, el hasta hoy inédito uso de voces, aquí protagonistas y que llevan piezas como Human Range a la orilla del folklore de corte espiritual, como una versión sofisticada del Misterio de las Voces Búlgaras.

Tampoco es descabellado trazar similitudes entre las piezas de corte pianístico, con esa new age que arrasó durante los ochenta, y aquellas a las que los connaisseurs (expertos) musicales dieron la espalda en su momento, en muchos casos injustamente. De hecho, Forever Changeless bien pudo haber formado parte de las melancólicas piezas de piano de Wim Mertens con las que Peter Greenaway ilustró El vientre del arquitecto.

Mientras que otros temas -la celestial All Melody que da título al álbum y que a lo largo de un delicadísimo crescendo nos transporta al espacio exterior- unen la música de Frahm con la tradición electrónica germana, aquella que ofrece nombres como los de Tangerine Dream o Kraftwerk que por sí solos delimitan todo un género.

Como siempre, la valoración numérica de un disco tiene algo de caprichoso y mucho de circunstancial. Lo que no cabe ninguna duda a la hora de asignar esos 9 sobre 10 a un álbum, que bien podría haber sido valorado con la máxima puntuación (son setenta y cinco minutos de música sin fallo), es que estamos ante uno de esos trabajos que definen la mejor música de nuestro tiempo. Palabras mayores.

Django Django

Django Django

Marble SkiesBecause / Music As UsualPOP7/10Marble Skies

El éxito indudable de Django Django me pilla con el pie cambiado. Este cuarteto con vínculos con The Beta Band (David Maclean, batería y productor de Django Django es hermano de John Maclean) es la clásica banda surgida de las aulas de una escuela de arte londinense. Un bagaje que lejos de atenuarse con el tiempo se hace cada vez más evidente en cada nuevo disco.

Marble Skies es su tercer largo, y en él volvemos a encontrarnos con sus obsesiones musicales de siempre: el ritmillo machacón del krautrock, las excursiones psicodélicas que delatan la conexión citada con The Beta Band, amagos de deslizarse por las laderas de la electrónica de club (Real Gone), unas gotitas de dub… El acabado es pura alquimia e impecable, diez canciones que profundizan en el universo del cuarteto e incluso lo llevan un poco más allá.

Pero comentaba antes mi sorpresa –agradable, pero no por ello menor- por la enorme aceptación de esta propuesta. Su música resulta a priori demasiado pretensiosa para ser masiva y excesivamente convencional (diría que hasta conservadora) para sacar cabeza entre los gourmets de lo alternativo.

Django Django ha encontrado un espacio que a un servidor le resulta complicado definir y en el que habita un público bastante numeroso, lo suficiente al menos como para encabezar dentro de unos meses el cartel de un festival de mediano aforo como es el madrileño Tomavistas.

Flavio Bánterla

Flavio Bánterla

Mystic PopWarnerPOP★Mystic Pop

7/10

¿Pop místico? Algo de eso habrá, especialmente cuando el nombre que se repite a la hora de situar la música de Flavio Bánterla es el del maestro Franco Battiato, una de las figuras más originales de la cultura en Italia en las últimas décadas.

Su etapa más conocida, la condensada en Battiato canta en español, que es el recopilatorio La estación de los amores, parece grabada a fuego en el imaginario de Bánterla. También italiano, pero instalado en España, Bánterla se había dejado oír en otros proyectos como El Otro Árbol. Ahora presenta su primer disco en solitario, mayormente cantado en español, con alguna puntual concesión a su idioma natal.

Son otros tiempos muy distintos de aquellos ochenta en los que una aparición en televisión era suficiente para lanzar a un artista al estrellato. Pero más allá de la coyuntura, hay motivos de sobra para que Bánterla demande la atención del público masivo con este álbum conceptual sobre un viajero interplanetario en busca de la paz.

En lo puramente formal, el suyo es un pop para todos los públicos, tal vez demasiado inteligente para lo que estamos acostumbrados de un tiempo a esta parte. Esta nos deja melodías excelentes, con unos cuidados arreglos de cuerda y piano que contrastan con el sencillo tratamiento rítmico, los motivos electrónicos y una producción que tiende hacia lo grandilocuente, en ocasiones un poquillo hortera. Otra vez Battiato y los ochenta…

Según afirmaba Bánterla, hay días en los que cree “posible cambiar el rumbo del universo” y que además se esfuerza “al máximo por conseguirlo”. En realidad, con que fuera capaz de cambiar el rumbo de la música que domina las listas de ventas en España nos daríamos con un canto en los dientes.

Ioan Gamboa

Ioan Gamboa

MultiverseMadBerlinELECTRÓNICA★Multiverse

8/10

El de Ioan Gamboa es el enésimo caso de un productor español de electrónica que se hace hueco en la escena berlinesa. De alguna forma, la historia de todos esos migrantes -españoles y de otros rincones del mundo- ha cambiado el Berlín post caída del muro, y obviamente el microcosmos creativo de la ciudad ha transformado también de forma decisiva la vida y la obra de esos artistas.

En el caso de Gamboa, esa transformación ya se hacía palpable en el excelente Vibrations, su primer largo publicado en 2014. En él existía un equilibrio casi perfecto entre lo lúdico, asociado a la cultura de club, y lo puramente contemplativo. En listas y mixes publicados por Gamboa en webs especializadas encontramos algunas de las claves de su aproximación a la música de baile: Jon Hopkins, James Holden, Kiasmos, Nosaj Thing,… artistas para los que el club es el contexto donde se desarrolla un discurso netamente emocional.

Solar Wind, segundo tema de este doble álbum autoeditado, es un perfecto ejemplo de esa actitud. Entre riffs ácidos y la coartada conceptual del viaje estelar (ese viento estelar al que hace referencia el título) sus diez minutos podrían también ilustrar la potencia del frenesí urbanita.

Porque más allá del insistente ritmo 4x4 que ubica la música de Gamboa en el territorio del baile, estos diez temas cuentan con un componente cinematográfico pendiente de ser explotado. El propio autor plantea el disco como un ejercicio musical inspirado en la teoría del universo cuántico y los universos paralelos. Lo mismo que ocurre con su música, que cuenta con múltiples lecturas y modos de escucha y disfrute.

Schlammpeitziger

Schlammpeitziger

Damenbartblick auf Pregnant HillBureau B / Gran SolELECTRÓNICA7/10Damenbartblick auf Pregnant Hill

Aunque Jo Zimmermann nació y ha desarrollado su carrera musical en Colonia en realidad su peculiar manera de entender la electrónica tiene bastante más que ver con la de formaciones teutonas como Cluster, Der Plan o incluso Kraftwerk. Como un Pascal Comelade del techno, bajo el alias de Schlammpeitziger lleva 25 años publicando ininterrumpidamente discos donde lo retro y lo naif se dan la mano. Todo ello, a través de destartaladas melodías interpretadas con cacharros analógicos que funcionan como nanas compuestas e interpretadas por androides.

El encanto no se rompe en su nuevo disco, el número once en su discografía. Son casi cuarenta minutos de música mayormente instrumental, que vienen a ser la continuación natural (y germánica) de aquellos volúmenes que Raymond Scott ideó a principios de los 60: Soothing Sounds for Babys.

Con la diferencia de que, si aquel trataba de imaginar un futuro tecnológicamente prometedor, Schlammpeitziger nos hace soñar con una realidad alternativa en la que el progreso habría sido mucho menos antipático de lo que las redes sociales nos demuestran a diario.

Tune-Yards

Tune-Yards

I Can Feel You Creep into my Private Life4AD / Popstock!POP-SOUL-ELECTRÓNICA7/10I Can Feel You Creep into my Private Life

Merrill Garbus vuelve a la carga con otro trabajo de pop mutante de difícil etiquetado. En esta ocasión, ayudada por el bajista Nate Brenner, que ha coescrito y coproducido el disco con Garbus y que hace unos años ya trabajó mano a mano con Yoko Ono en Take Me to the Land of Hell.

Difícil porque, muy en línea con la evolución del pop durante el siglo XXI, lo nuevo de Tune-Yards se caracteriza por su habilidad para travestirse de géneros diversos. Para empezar, su cabeza pensante es una mujer blanca con rango vocal de diva soul, lo que por sí solo resulta bastante contradictorio. Además, parece un arma de lo más efectiva para que su cuarta colección de canciones se arrime por momentos al house y al sonido disco mientras que en otros aspire a resucitar el espíritu del Prince transgresor.

Porque, aunque eche mano de determinados códigos musicales que conoce bien, Tune–Yards se niega a acatar otras normas que no sean las suyas propias (que, en un eterno círculo vicioso, consisten esencialmente en la ausencia de normas). Y la consecuencia más evidente de este modus operandi es la ausencia de estribillos, potenciales hits y hasta de estructuras claras en un disco que, una vez más, sugiere bastante más de lo que enseña.

VVAA

VVAA

InterferenciasMunsterPOP8/10

La discográfica Munster Records hace de nuevo un necesario trabajo de arqueología en el terreno del pop y el rock de nuestro país. Interferencias puede considerarse la continuación natural de Tensión, aquel recopilatorio que rastreaba las bandas que practicaron postpunk y nowave en los años de la Movida y los tardíos ochenta.

Aunque es bastante menos exigente para el oído medio que aquel volumen, Interferencias lo componen una selección de 20 grupos (y canciones) mayormente entregados al synth-pop, esa suerte de pop saltarín compuesto e interpretado con sintetizadores y cajas de ritmos. Conforme avanza el disco, los sonidos se hacen más agresivos para, en la recta final, entregarse a la EBM y sonidos más cercanos a lo industrial.

Auguro un buen ritmo de ventas para un disco que funcionará aún mejor fuera de nuestras fronteras que dentro de ellas. En pleno renacer del género, Interferencias pasa de inmediato a formar parte de un club selecto: el de recopilatorios recientes como The Minimal Wave Tapes, Cold Waves Minimal Electronics, Bay Area Retrograde o Closed Circuits que rastreaban esta misma escena en otros rincones del mundo y que se han convertido en pequeños éxitos en el mercado de lo alternativo.

Aquí nos encontramos clásicos de sobra conocidos para el público español, como Aviador Dro o La Mode. Pero también otros que recientemente han sido reivindicados y son objeto de reedición como Oviformia SCI, Los Iniciados (proyecto paralelo de miembros del Aviador), WAQ o Diseño Corbusier.

Posiblemente lo más interesante de todo es que tenemos oportunidad de escuchar propuestas como las de Todotodo, Kalashnikov, Tomates Eléctricos, Bola/bnada Electrónica, o Metropakt, cuyas tomas han sido extraídas de maquetas o singles pendientes de recuperación. Además, el disco cuenta con unas generosas notas interiores firmadas por Sergio Sánchez, más conocido por su carrera artística como Jazznoize.

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