Beyoncé y Kendrick Lamar levantan chispas en los BET Awards
La actuación sorpresa de los BET Awards fue un gran despliegue pirotécnico que reunió a Beyonce y Kendrick Lamar con una piscina llena de agua y decenas de fuentes de iluminación. Para darle más intensidad a la escena, se añadieron efectos especiales, ruidos y chispas de cortocircuito. Allí bailaron en furiosa formación tribal la troupe de la reina incontestada del pop y la única estrella capaz de competir con los niggas in Paris, Jay Z y Kanye West, marido y mejor amigo respectivamente de la furiosa Bey. Muy intenso todo.
La intervención quería ser impactante, y no solo por la posibilidad de una electrocución masiva. Beyoncé cantaba la décima canción de su intenso album Lemonade: “Freedom, freedom, where are you? ‘Cause I need freedom too. I break chains all by myself. Won’t let my freedom rot in hell. I’ma keep running ‘cause a winner don’t quit on themselves.”
Pese a las chispas y los bailes, la cosa no llegó. NO era genuina: quería repetir la hazaña del propio Lamar en la pasada gala de los Grammy, cuya interpretación superracial de Blacker the Berry seguida de Allright con un guiño a Compton y a la lucha por los derechos afroamericanos ha sido aclamada como la mejor actuación en la historia de los premios.
Y llamaba también, aunque por ausencia, a la sedosa actuación de la diva con su marido Jay Z en la gala anterior de los Grammy, en 2014. Aquella versión de Drunk in love fue caliente de otras muchas maneras. Todo esto fue antes de Lemonade, antes de All The Way Up. Antes de que la pareja más poderosa de la industria del disco empezara a desmoronarse dolorosa y públicamente.
Permanece la cosa racial, solo que en otra escala, más estética. Donde Lamar trajo a los Grammy un ejército de hombres vestidos de prisioneros, Beyonce fue precedida por su troupe de bailarinas, todas afroamericanas, pintadas de pies a cabeza con las pinturas tribales Yoruba del artista nigeriano Laolu Senbanjo, las mismas que se repiten en los vídeos de Lemonade.