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Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

Frank Underwood y las debilidades de la política

Los protagonistas de 'House of Cards'

Miriam Lagoa Vidal

House of Cards pasa por ser una de las mejores series políticas de la actualidad y aunque lo es, su principal valor es que tiene como protagonista a uno de los mejores villanos de la pequeña pantalla. Frank Underwood no tiene escrúpulos, ha hecho de la venganza un arte, sabe como nadie moverse entre la lluvia de puñaladas de Washington y ha conseguido todo lo que se había propuesto, aunque también pagando un precio bastante alto y mostrando, incluso a nosotros, algunas debilidades, que son pocas pero las tiene.

Para este fin de semana, los seriéfilos ya están despejando agenda para el maratón de la cuarta temporada (desde el sábado en Movistar+), en la que Underwood se enfrentará un enemigo, al peor de todos, al más inesperado y al que seguro que nunca le hubiera gustado enfrentarse, por mucho que al Maquiavelo de House of Cards le guste el juego sucio.

El castillo de naipes. El Washington de House of Cards es un nido de víboras y Frank Underwood, el mayor encantador de serpientes, empezó a probar su propia medicina. En las primeras dos temporadas luchó por alcanzar el poder, desde la pasada temporada tiene que conservarlo. La política tiene que ser otra cosa, pero el protagonista de House of Cards pasa por ser un reflejo, más o menos deformado, de la actualidad.

Es Estados Unidos, no Dinamarca, y House of Cards no es Borgen. Frank Underwood no tiene que formar pactos de gobierno, pero los intereses a los que tiene que contentar son mucho más difíciles. Incluso para un maestro de la manipulación y el juego sucio como es él.

La política más rastrera, ¿la más real? O cuando la realidad siempre supera a la ficción. House of Cards se encuadra también en ese selecto club de series especialistas en reflejar la actualidad informativa. Como The Good Wife, ha encuadrado su nueva temporada en el año electoral que está viviendo Estados Unidos. Underwood es demócrata, el partido favorito de las series estadounidenses, pero si nos quedamos en el bando republicano, ¿qué pensaría de Donald Trump?

El protagonista de House of Cards comenzó como villano total, alejándose del prototipo de antihéroe que pusieron de moda en la ficción televisiva Tony Soprano o Walter White, pero aunque la política saca lo peor de sí mismo, eso también lo hace humano. No hay pasiones más humanas que la traición, la venganza o la ambición y en el caso de Frank, ese otro personaje capital de la serie llamado Claire Underwood.

Los villanos también peinan canas. En los medios es casi una tradición comparar el antes y después de los presidentes, sobre todo estadounidenses cuando están a punto de finalizar su mandato. Este año le toca a Obama y aunque Frank Underwood no ha completado ocho años en la Casa Blanca, aunque sí muchos más conspirando a la sombra, esta temporada tendrá que conseguir ser presidente electo en las urnas. Su agenda oculta no se detendrá pero nada le librará de hacer gestos a cámara. Los de ruptura de la cuarta pared quedarán para nosotros, los cómplices al otro lado de la pantalla.

La oposición era más divertida. Frank Underwood volverá en la cuarta temporada enrabietado. Haber conseguido su objetivo en la tercera temporada le convirtió en un líder sujeto a circunstancias que por primera vez no podía manejar a su antojo, o peor todavía, que no podía controlar. Pagó el vacío al que condenó a Doug, la única persona a la que le ha dado más que una segunda oportunidad, y vio cómo Claire se iba convirtiendo en quizá su rival más peligrosa. Aunque el fin siempre ha justificado sus medios, Frank Underwood se sentía más Frank Underwood cuando estaba en la oposición. El nuevo escenario que presenta la cuarta temporada es inédito, incluso para él.

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