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La vía Nanclares al escenario: por qué he matado

La mirada del otro en La Cuarta Pared

Paula Corroto

AITOR: Entré a los 19 años.

ESTIBALIZ: Cuando yo tenía 19, mataron a mi aita. Le dieron un tiro en la nuca.

AITOR: Entré porque en mi juventud ETA era la resistencia. En mi pueblo la mayoría de la gente era de la izquierda abertzale y estaba de acuerdo con la utilización de la lucha armada.

ESTIBALIZ: Recuerdo que por aquel entonces, cuando mataron a mi padre, yo coqueteaba con la izquierda radical: el pelo, la ropa, los amigos, el discurso…

AITOR: Pero una cosa era el Folclore radical y otra cosa era mojarse, mojarse de verdad.

ESTIBALIZ: “Las cosas no se arreglan a tiros” me decía.

AITOR: Es muy fácil llegar al bar y decir que eres el más etarra.

ESTIBALIZ: “Las cosas se arreglan hablando”. Y lo mataron por la espalda… en un bar.

Así comienza La mirada del otro. Sin artificios, con mucha crudeza. En un audio, dos actores, María San Miguel y Pablo Rodríguez, interpretan a una víctima de ETA y un disidente de la banda, arrepentido de sus asesinatos. Después estarán sentados frente a frente y únicamente separados por una mesa, con una luz muy tenue. En ocasiones también aparece la mediadora, interpretada por Ruth Cabeza.

Recrean, a partir de conversaciones reales, los encuentros que se realizaron en el País Vasco, desde 2011 a 2012 en que se paralizaron, entre las víctimas y victimarios. Una medida que se había puesto en marcha, a petición de reclusos, para la reinserción en la sociedad de los presos de la banda terrorista y que estuvo auspiciada por Instituciones Penitenciarias durante el Gobierno de Zapatero. Ahora llega al teatro, del 7 al 16 de mayo en la Cuarta Pared de Madrid, de la mano de la compañía Proyecto 43-2.

Como resume María San Miguel, actriz y una de las autoras del texto junto a Chani Martin, director, “es un viajazo, un shock emocional”. Porque ambos autores saben que las heridas aún están muy latentes, porque aún todos recordamos. Pero, justo por ese motivo, sienten que esta obra teatral es necesaria. “Yo entiendo el teatro como una herramienta pedagógica y para la recuperación de la memoria. Y no quiero que ocurra como con la Guerra Civil, que no se habló de ella durante años y aún hay muertos en las cunetas”, señala San Miguel. Como dicen en la obra: las cosas se arreglan hablando.

La memoria de un país

Este es el segundo montaje de una trilogía de la compañía, cuyo nombre está tomado de las coordenadas del árbol de Gernika, sobre la historia más reciente de Euskadi. María ni Martin son vascos; ella es de Valladolid y él de Madrid. Sin embargo, como cuenta la dramaturga, fue una charla de Eduardo Madina la que le cambió la vida y “me hizo pensar que esto era lo que yo quería contar. Además, una de mis mejores amigas es Estíbaliz Curiel, que es de Guipúzcoa y con ella hablé mucho del tema. Después conocí a Jesús Eguiguren y su mujer, Rafaela Romero, y vi que había muchas cosas que decir. Aún no está contado el relato sobre ETA”.

Después entró en contacto también con Txema Urkijo, que había sido asesor en ese tiempo de la Dirección de Atención a Víctimas del Terrorismo, con Mercedes Gallizo, quien estuvo al frente de Instituciones Penitenciarias, con la abogada y mediadora Esther Pascual y con el abogado y coordinador de los encuentros en la prisión de Nanclares de Oca, Xabier Etxebarria. Ellos fueron los que les contaron detalles de los encuentros.

También tuvieron oportunidad de hablar con víctimas participantes como Iñaki García Arrizabalaga, Carmen Hernández, Maixabel Lasa, Jaime Arrese, Josu Elespe y Mariló Pérez, además de los disidentes de la banda, Fernando de Luis Astarloa, Ibon Etxezarreta, Joseba Urrusolo y Luis Carrasco.

A partir de ahí tejieron un texto muy áspero, pero muy humano, en el que se muestra “la necesidad íntima de estas personas de dar un paso hacia delante. Las víctimas lo que buscaban eran respuestas a las preguntas que se habían hecho durante muchos años. Todos ellos creen en la segunda oportunidad y eso es muy generoso por las dos partes”, remacha San Miguel.

Sin asistencia del Ministerio del Interior

Sin asistencia del Ministerio del InteriorLa obra, que ya se representó durante tres días en la Cuarta Pared el pasado mes de abril dentro del festival Surge, y en la ciudad de Éibar, donde incluso asistieron algunos participantes reales de estos encuentros, ya ha tenido sus primeras reacciones. También para los actores.

“Tener en primera fila a estas personas fue un shock muy grande”, sostiene la actriz. Lo que no creen es que pueda ser molesta para nadie. “Nosotros hablamos de seres humanos. Y no juzgamos. Mostramos una parte de la realidad, pero sin generalizar. Son víctimas concretas y presos concretos. No creo que sea una obra con la que nadie se sienta insultado”.

De momento, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (COVITE) les ha prometido que acudirán a verla, pero la Asociación de Víctimas del Terrorismo ha declinado la oferta, al igual que les han dicho desde el Ministerio de Interior. De hecho, ya tuvieron algunos problemas con la primera obra de esta trilogía, cuyo título era homónimo al de la compañía, para poder ser representada.

“Te das cuenta de que este es un país que no respeta su memoria. Hay programadores culturales a los que les pone los pelos de punta, sobre todo un tema como el terrorismo de ETA. Por eso estamos muy agradecidos a los programadores que nos han acogido”, cuenta San Miguel. El anterior montaje se pudo ver en la sala Kubik y en la Mirador, ambas en Madrid.

La mirada del otro no cae en ningún momento en el humor. No es una comedia, género que sí ha tocado el terrorismo con obras como Burundanga o incluso en el País Vasco con el programa Vaya Semanita. “A mí me parece muy bien ese tono y quizá la verían más espectadores, pero la vida real es cruda. Y lo nuestro no es una obra temporal. Lo que queremos también es que el teatro abra la mente de las personas”, explica.

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Reflejo de una realidad dura

Reflejo de una realidad duraDe ahí que también tenga este carácter documental, que puede remitir a otras obras recientes basadas en situaciones y textos reales, como Las guerras correctas, en la que por cierto el autor Chani Martin interpretaba a Alfredo Pérez Rubalcaba. “Más que el llamado teatro documental, lo que queremos es documentar la realidad a través del teatro. Creo que ahora es muy necesario que el teatro sea un reflejo de tantas cosas que están pasando”. Entre estas cosas, que los encuentros entre víctimas y terroristas se han parado. “Sí, desde que gobierna el PP. También sabemos que hay mucha gente que no sabe que estos encuentros se realizaron y son ejemplos de vida”, añade.

La tercera parte de la trilogía de Proyecto 43-2 versará sobre el tema del arraigo y desarraigo en el País Vasco. Sobre la identidad, al fin y al cabo, un asunto que desde este compañía se ve como nuclear en muchos de los problemas que han traído de cabeza a este país. También partirán de entrevistas, aunque creen que será algo más complejo, ya que no cuentan con ejemplos tan concretos. Mientras tanto seguirán enfrentándose al texto de La mirada del otro, al dolor. Como dice uno de los presos disidentes al ser preguntado por las razones que le llevaron a encontrarse y a mirar a los ojos a la víctima: “Necesito tomar conciencia de aquello hice”. Eso también es el inicio de una nueva vida.

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