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William Eugene Smith, el fotógrafo que escribía con la luz
Devorado por su propia obsesión, la de captar la máxima pureza de la realidad a la que se acercaba con su cámara, el fotógrafo William Eugene Smith (1918-1978) se convirtió en un contumaz ensayista que escribía con la luz, como demuestran las series expuestas desde hoy en Valladolid.
Sus reportajes para revistas de gran tirada internacional como fueron Newsweek, en sus comienzos, y Life, a partir de 1939, dejaron patente que sus imágenes “no eran el complemento de los reportajes escritos, sino un ensayo en sí mismas”, ha explicado hoy Enrica Viganó, comisaria de la exposición “Capturar la esencia”.
La honestidad, como una prolongación de su propio ser, condujo a Smith al imposible de la objetividad plena, y derivó en una personalidad compleja que le pasó factura con los editores y directores de las publicaciones y agencias a las que sirvió con series como las expuesta en Valladolid hasta el 28 de agosto.
Siempre antepuso el ser humano a cualquier alarde estético, con emotivos ensayos gráficos sobre el dolor, la tristeza, la soledad o el desamparo en forma de “relatos visuales”, según Viganó, para reflexionar sobre el destino más frecuente del hombre.
Da fe de ello, siempre con la luz como aliado para enfatizar o matizar, en series como las dedicadas a la II Guerra Mundial cuando acompañó al ejército estadounidense en su ofensiva contra Japón en Saipán, Guam, Iwo Jima y Okinawa, donde retrató por igual a las víctimas y a los causantes del dolor, a los que no condenó, sino que también presentó como depositarios del infortunio.
En la colección “Minimata” (1972-1975) no fue ajeno a los daños ecológicos cuando aún no existía conciencia de ello, como los vertidos de mercurio de una planta industrial sobre las aguas de las que se abastecían los pescadores de esta ciudad japonesa, con resultados como los que Smith refleja en una fotografía donde una madre baña a su hijo, impedido y malformado, con amorosa dedicación.
La serie de “Pittsburg” (1955-1958), otra de las expuestas, delata su empeño contumaz por mezclar “escritura, música e imagen” para lograr fotografías con alma, aprehender la atmósfera que quieres trasladar, en este caso la deshumanización de una ciudad industrial donde el trabajador es un esclavo del progreso.
Si por algo es conocido en España William Eugene Smith, ello se debe a la crónica de la España de los años cincuenta que realizó en Deleitosa (Cáceres), muy cerca de Trujillo, apenas una década después de haber finalizado la Guerra Civil, y que presentó con el lema de “Pueblo español” (1951).
Vino enviado por la revista “Life” para difundir en Estados Unidos la realidad de un país que también había combatido el comunismo y se perfilaba como un aliado de Norteamérica en occidente.
El fotógrafo retrató la vida cotidiana de un pueblo laborioso y digno, dedicado a la agricultura y a la ganadería, con sus ritos de paso como el bautismo y la muerte, con elementos representativos de la sociedad de entonces en guardias civiles de tricornio y mosquetón y cura con roquete.
Las series dedicadas a la maternidad, a los mineros de Gales y al médico rural, otras de las expuestas en Valladolid, confirman “su manera obsesiva de trabajar para lograr la máxima autenticidad”, hasta el punto de haberse 'colado' como ayudante sanitario en paritorios y hospitales con el fin de “transformar en imágenes su verdad”.
“Sus ideales fueron su suerte pero también su maldición”, ha resumido la comisaria, Enrica Viganó.
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