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“Supe que mi padre estaba en una ratonera cuando en la residencia dejaron de cogerme el teléfono”

Residencia de ancianos Cardenal Marcelo, en Valladolid.

Laura Cornejo

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Avelina (nombre ficticio), enfermera con más de 45 años de experiencia, ingresó a su padre, de 95, en la residencia Cardenal Marcelo, propiedad de la Diputación de Valladolid, el pasado 10 de marzo. La Junta de Castilla y León anuló las visitas en las residencias por el riesgo de contagio de coronavirus al día siguiente. 18 días después, el hombre relató a su hija que estaba resfriado. “Lo achaqué al cambio de tiempo”, comenta. Pero la residencia lo aisló. El 30 de marzo, sacaron a su compañero de la habitación, y el 31, por la noche, a él lo llevaron a otra habitación “porque estaba desaturando”.

A partir de ese momento, Avelina tuvo dificultades para contactar con las dos doctoras que trabajan en la residencia en los turnos de mañana y tarde, pero sabía del estado de su padre porque él tenía móvil. “Por las mañanas no había manera de que me cogiesen el teléfono en la residencia y por las tardes conseguía hablar con la doctora a las 20.20 o a las 21.00. Ahí es cuando empecé a pensar que mi padre estaba en una ratonera, que tenía que haber más contagiados y no tres o cuatro como decían”, asegura la mujer.

Orden de no llevar enfermos al hospital

Cuando propuso que lo llevasen al hospital, desde la residencia le indicaron que había “orden” de no trasladar a los ancianos, y que se seguía un protocolo para su tratamiento, si bien no le precisaron en qué consistía. Los días fueron pasando, y el hombre siguió informando a su hija de la escasa atención que tenía durante el aislamiento, con una enfermedad que evolucionaba y que llegó a dejarle sin olfato y sin gusto. “Le llevaban el desayuno, la comida y la cena, y poco más, estaba todo el día solo”, recuerda Avelina. No sólo eso, el hombre estaba en una habitación sin televisión y sin radio, y “le levantaban a primera hora, le sentaban en una silla, y lo volvían a acostar por la noche”. Esto fue lo que el anciano le contó el día 5 de abril a las 20.00 horas aproximadamente.

Al día siguiente, a las 9,15 recibió una llamada de la residencia. “Tu padre ha fallecido a las 9,10”, le dijeron. Cuándo preguntó qué había ocurrido, recibió explicaciones escuetas. “Anoche le dio la tos”, respondieron. “Pregunté si había estado tosiendo toda la noche, o si es que había muerto por la noche o cuándo. La doctora me dijo que había tosido sangre y que no me iba a dar más explicaciones”, afirma. Una vez que conoció la información de este diario, con tan sólo 9 ancianos con negativo en COVID-19 y 189 infectados, Avelina confirmó sus sospechas. “Han ocultado información, a las familias y a la Gerencia de Servicios Sociales. Llevé a mi padre al matadero sin saberlo”, lamenta.

La Diputación informó el pasado lunes de la destitución de la dirección de las dos residencias que tiene, la Doctor Villacián y la Cardenal Marcelo, si bien no dio motivos de la decisión. Hasta el momento, la subdirectora había asumido las funciones del director, enfermo de coronavirus poco antes de que se decretase el estado de alarma.

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