“Hui de la cárcel de Marruecos para acabar en un CIE”, lamentaba Mohamed E. por teléfono móvil desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Murcia, donde en la última semana han sido encerrados 16 activistas rifeños que participaron en las movilizaciones de Alhucemas de 2016, tras haber atravesado juntos el Estrecho con el objetivo de pedir asilo en España. De momento, solo seis de ellos han logrado formalizar su petición de protección internacional, de los cuales dos han quedado en libertad. El resto aún teme la ejecución de la orden de expulsión que recae sobre ellos y que les devolvería al país donde aseguran ser perseguidos por razones políticas.
Solo Mohamed y Jamal M. han conseguido salir del CIE en los últimos días y, desde su exterior, batallan por el resto de sus compañeros. Ambos han pasado por cárceles marroquíes debido a su participación en las movilizaciones rifeñas conocidas bajo el nombre de Hirak. Este movimiento de protesta surgió en Alhucemas a finales de 2016 tras la muerte de un comerciante de pescado a manos de las autoridades y que desencadenó una serie de manifestaciones que han sacudido Marruecos desde entonces.
Jamal es conocido entre la población rifeña en Marruecos y en la diáspora europea. Acostumbrado a ir siempre acompañado de la bandera de la efímera República del Rif (1921-1926), que dirigió el líder anticolonial Abdelkrim El Khattabi, actuaba como guardaespaldas de los líderes de las movilizaciones del Rif. Mohamed fue detenido por las autoridades marroquíes junto a quienes protestaban en las calles del Alhucemas. Fue acusado de organizar asambleas y movilizaciones sociales. Por este motivo, indica, acabó en la cárcel de Alhucemas y seis meses después, fue trasladado a la de Aïn Aicha, en la provincia de Taunat. Una vez en libertad, fue nuevamente detenido el pasado mes de diciembre, acusado de los mismos cargos por los que fue condenado.
“En el Rif nada ha cambiado, las condiciones que generaron las protestas sociales y la represión que las silenció continúan”, explica por teléfono Jamal. Ambos rifeños, nacidos en Alhucemas, llegaron en patera a las costas de Granada el pasado 18 de enero. Como consecuencia de su militancia, Jamal fue apresado en julio de 2017, fecha en que las autoridades marroquíes comenzaron a reprimir las protestas sociales, dando inicio a una serie de detenciones que llevaron a miles de rifeños a las cárceles. Fue condenado a dos años en la prisión de Oukacha (Casablanca), junto a otros integrantes del movimiento en igual que Mohamed, denuncia haber sufrido torturas psicológicas.
De los barrotes de la prisión a los del CIE
El juicio de Jamal fue simultáneo al de los líderes del Hirak, Nasser Zefzafi, Mohamed Jelloul o Nabil Ahamjik, que en la actualidad cumplen penas de entre diez y veinte años “por atentar contra la seguridad y la integridad del país, animar, organizar y participar en manifestaciones no autorizadas, insultar instituciones públicas” y un largo etcétera de cargos. Amnistía Internacional denunció entonces las condiciones en las que se llevaron a cabo estos juicios. Estaban, decían, “plagados de irregularidades”. La ONG calificó a los condenados como “presos de conciencia”.
Unos meses después de cumplir su condena, Jamal fue nuevamente detenido en otra manifestación en la que mostraba la bandera del Rif. Por este motivo, en octubre del año pasado fue condenado de nuevo en sentencia firme a ocho meses de prisión incondicional acusado de “instigar contra la unidad territorial”.
“Cuando me detuvieron, los agentes me dijeron que o me callaba o me callarían para siempre”, señala Jamal. La sentencia le empujó a subirse a la patera junto a otros expresos y compañeros activistas del Hirak, que aún permanecen en el CIE con la esperanza de ser puestos en libertad e iniciar sus peticiones de asilo. El viaje casi acaba en tragedia, recuerda. Cuando empezó a entrar agua en su embarcación, un barco pesquero los localizó a unas horas de Motril. Jamal muestra las imágenes en las que trataban de achicar el agua de la lancha de goma, momentos antes de la llegada de Salvamento Marítimo. La mañana del lunes 18, llegaron a España con la voluntad de solicitar protección internacional.
La lucha por acceder al derecho de asilo
Una vez en tierra, pasaron por el Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de Motril (Granada), la extensión de los calabozos policiales donde los migrantes recién llegados por la vía irregular son sometidos a los primeros trámites de filiación. “Pasamos muchas penurias. La comida era muy mala y las mantas no cubrían del frío”, dice Jamal. En esa primera identificación, deberían haber tenido acceso a la petición de asilo, lo que hubiese evitado su entrada en el CIE. Sin embargo, los activistas aseguran haberse chocado con varias trabas para formalizarla.
Los rifeños denuncian supuestas irregularidades en el trabajo del intérprete que les asistió durante sus entrevistas con la Policía Nacional. “Una vez que estén todos fuera del CIE, hay intención de poner una queja a Interior y que se investiguen los hechos, no es la primera vez que algunos traductores por motivos ideológicos contrarios al Rif o al Sáhara no proceden correctamente. Aunque esta no sea una situación generalizada, existe”, señala Sergio Ramos, abogado que representa a estos rifeños. De momento, varias ONG presentaron una queja ante el Defensor del Pueblo en la que también denuncian haber recibido una asistencia jurídica deficitaria. En el escrito enviado a Francisco Fernández Marugán piden que se proteja el derecho al asilo de quienes aún continúan en el CIE de Murcia.
“España apenas ha respondido favorablemente a media docena de rifeños, en línea con el resto de Europa”, explica Reda Benzaza, uno de los portavoces del movimiento rifeño en la diáspora, integrante del Hirak, permanece exiliado en España tras huir de Alhucemas a Andalucía. Ramos señala que la mayoría de estas peticiones son denegadas al iniciarse el trámite, “nuestro objetivo es pasar ese escollo principal y que se estudie con detenimiento cada caso”.
Carta a Interior de eurodiputados
Tanto Jamal como Mohamed denuncian las malas condiciones sanitarias e higiénicas dentro del CIE. “Llevamos con la misma ropa desde el día que llegamos y una mascarilla que nos dieron al entrar al CIE hace días”, destaca. “La policía de aquí no se diferencia en nada a la de Marruecos”, añade.
Eurodiputados de diferentes grupos parlamentarios, entre los que se encuentra el Grupo de Izquierda, los Verdes y algunos independientes, han enviado una carta este viernes al presidente del Gobierno y al Ministerio del Interior en la que denuncian “las deficientes condiciones del CIE”, pidiendo la libertad de estos rifeños, así como el cumplimiento de su derecho a protección internacional. En línea con la eurodiputada navarra de Unidas Podemos, Idoia Villanueva, quien compartía en Twitter el email remitido a la Comisión Europea en el que pregunta si España incumple protocolos de asilo al internar en el CIE de Murcia “a rifeños perseguidos en Marruecos”.
Mientras tanto, la mayoría de los que llegaron en patera hace diez días siguen privados de libertad, con una orden de expulsión y con la esperanza de que se reconozca su condición de asilados políticos. La única forma de evitar una expulsión a un país en el que “las amenazas son múltiples”, tal y como señalan Mohamed y Jamal. Ambos reflexionan acerca de lo que les espera en Marruecos. “Nos puede pasar cualquier cosa, lo mínimo, que nos atribuyan unos cargos inventados para encerrarnos nuevamente durante una larga temporada y así mantenernos callados”.