Hace casi un cuarto de siglo que representantes del gobierno israelí y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) firmaron la declaración de principios (13 de septiembre de 1993) que conduciría a la rúbrica de los llamados Acuerdos de Oslo. El noruego Jan Egeland aún lo recuerda bien. Fue uno de los principales ingenieros de las negociaciones secretas que mantuvieron las partes durante su etapa como secretario de Estado de Asuntos Exteriores de Noruega entre 1990 a 1997.
En su última visita a Palestina, con motivo del 50º aniversario de la ocupación, Egeland ha hablado con eldiario.es sobre la sistemática vulneración de derechos que sigue teniendo lugar en las áreas rurales de Cisjordania –cinco décadas después de la Guerra de los Seis Días– y de la crisis humanitaria de Gaza.
Usted fue uno de los coorganizadores del canal noruego entre Israel y la OLP que desembocaría en los Acuerdos de Oslo. Algunas voces en la región plantean la necesidad de revocarlos como paso necesario para seguir adelante con el proceso de paz. ¿Qué le parece?
En aquellos años de 1993 y 1994 teníamos grandes esperanzas en que los Acuerdos de Oslo funcionaran, pero ahora está claro que fracasamos. Todavía podemos basarnos en algunos de los compromisos asumidos en ese momento, que pueden servirnos como punto de partida para futuras negociaciones, dado que la intención original de los Acuerdos provisionales sigue sin cumplirse.
La comunidad internacional en general, y la UE en particular, tienen que ser más duras con Israel para garantizar que se respete el derecho internacional y que se ponga fin cuanto antes a estos 50 años de ocupación.
En su conferencia de prensa ha criticado tanto al actual Gobierno israelí como a la Autoridad Nacional Palestina por no reanudar las negociaciones. ¿Hay una parte más culpable que la otra?
Empezaría diciendo que estamos asistiendo a una capitulación de liderazgo por ambas partes. Desde hace más de un mes, los palestinos en Gaza se han visto limitados a dos-cuatro horas de electricidad al día y las instalaciones de agua y saneamiento han reducido drásticamente sus operaciones debido a que las élites políticas de Ramala y Gaza han sido incapaces de acordar unas condiciones mínimas que les permitan proporcionar servicios esenciales a la población civil.
Pero, por encima de todo, la Franja de Gaza es un enclave superpoblado que se encuentra sitiado por Israel desde hace ya diez años, durante los cuales ha continuado estrechando su dominio sobre sus dos millones de habitantes, exacerbando las necesidades humanitarias y devastando la economía.
Y Cisjordania.
Estamos siendo testigos de un esfuerzo sistemático para que los palestinos no puedan vivir y prosperar en Cisjordania, con un gobierno israelí que lleva a cabo nuevas iniciativas legislativas para proceder a la anexión unilateral de las Áreas C (según la terminología de Oslo se trata de las zonas rurales, más ricas en recursos naturales y con menos población palestina). Justo hace dos días, el Gobierno israelí ha aprobado la construcción de 2.000 nuevas viviendas para expandir allí los asentamientos.
¿Hasta qué punto es también corresponsable la comunidad internacional del bloqueo político de los últimos tres años? (si tomamos como referencia las gestiones del exsecretario de Estado, John Kerry, como última ronda de negociaciones). ¿Se puede hacer algo distinto en esta etapa?
Eso está por ver porque igualmente hay capitulación de liderazgo por parte de la comunidad internacional a la hora de impulsar un proceso de paz con visos de tener éxito. Estamos siendo testigos de una flagrante subversión del derecho internacional público y del derecho internacional humanitario.
La UE y sus Estados miembros, así como los Estados Unidos, tienen un papel fundamental que desempeñar para restablecer las perspectivas de solución de conflictos, ayudando a las facciones palestinas a superar las divisiones políticas internas y obligando a Israel a rendir cuentas por sus acciones ilegales.
Usted ha mencionado que durante su visita de estos días por Cisjordania y Gaza ha sido testigo de una terrible situación humanitaria. ¿Qué se debe hacer para garantizar la protección de la población civil?
Son ya dos las generaciones de palestinos que han vivido bajo ocupación y se han enfrentado a una situación de desilusión y desesperación. Los jóvenes que conocí en Gaza el pasado lunes me dijeron que sus sueños habían sido demolidos junto con sus hogares durante la guerra más reciente.
Pienso que no podemos permitir que a otra generación de palestinos se les niegue una vida en paz y seguridad. La comunidad internacional debe seguir prestando asistencia humanitaria esencial a los palestinos más vulnerables. De hecho, lo está haciendo, ayudándoles a hacer frente a sus necesidades más básicas.
En última instancia, sin embargo, son los diplomáticos los que deben hacer respetar el Derecho Internacional para que las partes puedan lograr la paz. Las agencias humanitarias empiezan a estar cansadas de construir y reconstruir sólo para que se destruya una y otra vez.
Usted ha dicho que una organización humanitaria como NRC ha tenido que desviar parte de sus recursos para proporcionar ayuda legal debido a que los diplomáticos extranjeros no lo están haciendo. ¿Cumplen con ese deber las embajadas, consulados y oficinas de representación internacionales?
Lo que quise decir es que los actores humanitarios como el Norwegian Refugee Committee (NRC), que hoy presido, se han convertido en grandes proveedores de asistencia jurídica que se basa en el derecho internacional humanitario y de derechos humanos a algunos de los palestinos más vulnerables que viven bajo ocupación. Digamos que los diplomáticos extranjeros no están cumpliendo con su deber de proteger a la población palestina ocupada.
Las prácticas de Israel incluyen la demolición de hogares, escuelas o clínicas médicas, el desplazamiento de familias fuera de sus lugares de origen. La ocupación de tierras y la negación de los servicios básicos –incluida la educación y la asistencia sanitaria– se aplican en relación con el establecimiento y la ampliación de los asentamientos israelíes. La ayuda humanitaria, junto con la acción política decisiva de la comunidad internacional, es necesaria para prevenir y revertir estas violaciones del derecho internacional.
En su tiempo como diplomático en la región, la OLP era considerada como una organización terrorista, tal como Hamás lo es ahora por parte de Israel y Estados Unidos, y en menor medida también por la UE. ¿Hay margen de maniobra política para negociar con ellos?
La reconstrucción de Gaza y el levantamiento del asedio de Gaza pueden lograrse manteniendo la seguridad de Israel, pero esto es una cuestión de voluntad política y liderazgo de la comunidad internacional. Israel debe buscar la paz con sus vecinos más cercanos. El último conflicto armado demostró claramente que el statu quo no protege a las familias, ni de un lado, ni de otro.
El bloqueo de la Franja de Gaza –del que ahora, por cierto, cumplimos el décimo aniversario– ha supuesto el castigo colectivo para dos millones de palestinos, cortándolos del resto del territorio palestino y del mundo. Israel, como potencia ocupante, sigue siendo responsable del bienestar de la población civil en Gaza. En el encuentro que mantuve con familias de Beit Hanoun (noreste de Gaza) cuyas casas han sido dañadas una y otra vez por la guerra, me quedó claro que el bloqueo está afectando a la población más vulnerable.