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La alcaldesa de Pozuelo, donde está el centro para ucranianos de Madrid, protesta ahora que acoge a senegaleses

Un joven subsahariano se asoma a la azotea del centro de recepción, atención y derivación (CREADE) de Pozuelo.

Gabriela Sánchez

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La bandera de Ucrania sigue en lo alto del edificio gris que hace más de un año y medio abrió sus puertas para atender y alojar a miles de refugiados ucranianos, ubicado en el pueblo madrileño de Pozuelo de Alarcón. Entonces y durante el tiempo que ha estado abierto, la llegada de migrantes y refugiados al municipio no había recibido críticas desde el Ayuntamiento de la localidad, gobernado por el Partido Popular. Hasta ahora. 

Entran y salen del edificio varias de las personas alojadas en el centro estatal. Varias de ellas siguen siendo ucranianas, pero no todas. Ya no son la mayoría rubios, de ojos azules y piel clara, rasgos habituales en los países del este. Ahora -y en realidad desde hace meses ante la reducción de las llegadas de desplazados de Ucrania- también son alojados migrantes y solicitantes de asilo de distintas nacionalidades, con diversas razones de huida, incluidos los senegaleses trasladados en las últimas semanas desde Canarias, cuyo envío a la península ante la emergencia humanitaria declarada en las islas ha generado una ola de declaraciones alarmistas por parte del Partido Popular

Como la de Paloma Tejero, alcaldesa de Pozuelo, el municipio madrileño donde se sitúa el Centro de Recepción, Atención y Derivación (CREADE) de Madrid, que cuenta con plazas de acogida antes destinadas únicamente a quienes huían de la guerra en Ucrania y, desde hace meses, abiertas a otros perfiles. La edil del PP, quien fue consejera de Medioambiente de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad y llegó al poder este año, ha enviado esta semana una carta a la Delegación del Gobierno en Madrid en la que solicita un “refuerzo de seguridad” en esa zona del pueblo tras la llegada de un centenar de migrantes trasladados desde el Archipiélago.

“Le hago llegar mi gran preocupación ante la llegada a nuestro municipio de 152 migrantes procedentes de las Islas Canarias, de la cual no hemos sido informados por el Gobierno de la Nación”, sostiene la misiva a la que ha accedido elDiario.es. “Los vecinos de urbanizaciones cercanas [...] se han puesto en contacto con su Ayuntamiento y su Policía Municipal alarmados al observar que en las últimas semanas se puede ver a estas personas deambular frecuentemente por las calles de nuestra ciudad”, añade. 

La alcaldesa, que no cita ningún incidente entre las personas acogidas y los vecinos -solo dice que los han visto “deambular”- solicita al Gobierno “un refuerzo de seguridad en la zona”. También critica no haber sido avisada y enterarse por las “reiteradas llamadas” de los residentes.

Al tratarse de un centro de refugiados y migrantes abierto hace un año y medio, sus instalaciones reciben constantes entradas y salidas de gente. Según fuentes próximas al sistema de acogida estatal, los avisos se realizan cuando se procede a abrir nuevos espacios o plazas. A pesar de que el centro dejó de recibir a refugiados de Ucrania de manera exclusiva hace meses, no ha sido hasta ahora, en plena polémica política por la agilización de los ya existentes traslados de migrantes desde Canarias a la península, cuando Tejero ha pedido explicaciones al Ejecutivo central.

La “alarma” descrita por la alcaldesa, sin embargo, no se aprecia en los alrededores del centro de acogida. Algunos vecinos caminan por la acera de enfrente, sin apenas prestar apenas atención a las personas que, muy de vez en cuanto, entran y salen de las instalaciones del edificio gris que los alberga.

“La gente nos intenta ayudar”

Pape Mamadou va a dar un paseo con su hermano. Es de Dakar. Partieron en un cayuco desde las costas de Senegal rumbo a Canarias. Pasaron casi una semana en el mar hasta alcanzar las islas y, hace unos cinco días fueron trasladados a Madrid por el Ministerio de Migraciones para evitar el colapso de la red de acogida en el Archipiélago, un trámite habitual en el sistema de atención humanitario que ahora se ha agilizado y multiplicado ante el gran flujo migratorio registrado en las islas. “Estamos contentos, la gente nos intenta ayudar, está todo bien, pero quiero trabajar si es posible”, dice el senegalés, abrigado con un abrigo negro y un gorro gris. 

La inestabilidad generada en su país tras la orden de arresto del Gobierno contra el principal líder de la oposición, respondida en las calles con manifestaciones masivas, ha empujado a muchos senegaleses, como a Pape Mamadou, a marcharse.  

También Abdou. Cubierto con la capucha para protegerse de la lluvia, el senegalés de 31 años vuelve al centro de acogida porque se acerca la hora de comer. Ha salido, cuenta, a caminar para hacer algo de ejercicio. Pero él lo que quiere es ponerse a trabajar cuanto antes. “Hemos venido a España porque es difícil la vida allí, aún más ahora por la persecución de Sonko. No hay trabajo, por eso muchos nos estamos yendo”, explica. “Estamos aquí para trabajar. Mi familia me pide enviar dinero, pero yo aún no puedo trabajar hasta que no me den los papeles del asilo”, añade con preocupación. 

Toni empuja la silla de ruedas de su amigo poco antes de que un coche les recoja frente al centro de acogida de Pozuelo, donde se alojan desde hace alrededor de dos meses. Él es ucraniano y huyó de Kiev. “No hemos tenido ningún problema con los vecinos, ni con los compañeros de otras nacionalidades. Nos llevamos bien”, dice el hombre, que solo hace una crítica, entre risas, a la comida del centro. “Estamos cansados, ya es mucho tiempo fuera de casa”, indica Toni, poco después de que dos mujeres, en este caso afganas, regresen al interior del centro de acogida. 

Desde el Ministerio de Migraciones sostienen que, durante el año y medio que lleva abierto el CREADE en Pozuelo, 26.000 ucranianos y cientos de personas de distintas nacionalidades han pasado por allí. “La convivencia tanto dentro del centro como fuera, con los vecinos, ha sido ejemplar”, indican fuentes de la cartera de José Luis Escrivá, responsable de la política de acogida del Ejecutivo y de los traslados entre comunidades, respondido por el PP con un discurso xenófobo próximo al de la extrema derecha de Vox.

Actualmente, 480 personas, de las que 117 son menores, se encuentran alojadas en el centro de Pozuelo. Entre ellas hay personas de 14 nacionalidades distintas, la mayoría ucranianos y afganos, pero también hay senegaleses, marroquíes, venezolanos o guineanos, según los datos que maneja el Ministerio. 

Vecinos: “No he visto ningún cambio”

En una de las calles paralelas al centro de acogida, en una hilera de urbanizaciones de una zona residencial de Pozuelo, Francisco Barceló pasea a su perro y se sorprende tras conocer el contenido de la carta enviada por su alcaldesa. “Jamás he tenido ningún problema”, dice sobre las personas alojadas allí.

“Sinceramente, no he visto ningún cambio, vivo igual de tranquilo como la gran mayoría de aquí”, responde el joven mientras agarra la correa de su perro. “No sé si son más temas políticos, en los que no hay que entrar mucho, pero sinceramente creo que es lo mínimo que podemos hacer por esa gente, ya que cualquiera en su posición intentaría tener la mejor vida posible”.  

Barceló no sabía nada de la polémica por el traslado de migrantes desde Canarias ni se había dado cuenta de que desde hace meses el centro, muy próximo a su vivienda, alojaba a personas de distintas nacionalidades. “Me parece perfecto”, destaca el joven. “Me da rabia que por cercanías políticas, o incluso de etnia o racial, tengamos que diferenciar a esa gente, cuando en el fondo muchas veces están en las mismas condiciones o peores”, concluye.

Otro vecino dice haber escuchado en los medios las críticas sobre los traslados, dice que cree que hay “descoordinación”, pero desconocía que algunas de las personas enviadas a Canarias estaban en Pozuelo. “¿Qué dices?”, responde Nuria, residente en otra zona del municipio, cuando elDiario.es le pregunta por la supuesta preocupación generada entre los vecinos. 

“Tengo muchos amigos en Pozuelo y, en todo mi entorno, la verdad que no he escuchado ni que se comente sobre este tema, y menos que haya conflictos al respecto”, apunta la veinteañera. 

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